Antes de poner la primera piedra, para la casa, se debe pensar en donde va a quedar el pozo del agua o jagüey, comenta Fredy Rojas, un habitante de la región que ha hecho muchos de ellos.
Fredy cuenta que él mismo construyó su primer pozo en la década de los 90, cuando llegó a la zona invadida que en aquel entonces se conocía como el barrio La Reliquia, en Villavicencio, entre los barrios 13 de Mayo y los vecinos. En ese momento, no existía un sistema de acueducto y todas las viviendas dependían de pozos para cubrir sus necesidades de agua.
También relata que fue contratado para cavar pozos en el actual barrio La Nohora, ubicado entre Villavicencio y Acacias. Este lugar estaba lleno de grandes piedras, lo que dificultaba el proceso de excavación. Algunos de estos pozos llegaron a tener una profundidad de al menos siete metros, aunque también había otros aún más profundos.
De manera similar, cuando se recorre la región de los llanos orientales, especialmente los municipios construidos en zonas planas o en áreas remotas, es común escuchar que los jagüeyes son fundamentales para la vida y supervivencia de las familias, ya que proveen este preciado líquido.
En muchas viviendas de la región, aún se encuentran estos pozos. Aunque no siempre se utilizan de forma constante, están disponibles para suplir las necesidades cuando los acueductos fallan, algo que ocurre con frecuencia, especialmente durante fuertes lluvias que provocan daños en las tomas de agua municipales. Algunas personas dependen exclusivamente de estos pozos, que generalmente están equipados con motobombas y electrobombas para llevar el agua a los tanques y asegurar el suministro. Cada seis meses, aproximadamente, se les aplica cloro para limpiarlos, y se revisan y vacían por completo cada año para su mantenimiento. A pesar del paso del tiempo, algunos de estos pozos han estado en funcionamiento durante más de treinta años y siguen en buen estado, según asegura la señora María Ramos, quien tiene uno de ellos.
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Los habitantes de la región de Mesetas, donde aún hay algunos jagüeyes en servicio, enfatizan la importancia de mantener los pozos tapados por varias razones. Por un lado, se evita el riesgo de que los niños o animales caigan en ellos. Además, se previene la contaminación con desechos, ya que en años anteriores hubo casos de brotes en niños debido al consumo de agua contaminada. Por esta razón, se tomaron medidas como la desinfección, el lavado constante y la cobertura de los pozos para evitar la contaminación.
Hoy en día, la mayoría de las personas en áreas urbanas y rurales tienen acceso a agua a través de sistemas de acueducto o mediante mangueras que conectan a alguna quebrada cercana. Sin embargo, aún existen estos pozos, que también se utilizan para abastecer de agua a los potreros donde se encuentra el ganado, ya que en las extensas sabanas resulta difícil llevar acueductos.
Los excavadores de pozos, o jagüeyes, afirman que todavía son contratados ocasionalmente, especialmente cuando los acueductos se averían y las familias optan por tener un pozo como solución. También los llaman para realizar mantenimiento de los pozos existentes, así como para tapar aquellos que representan un peligro para las viviendas o las familias debido a su antigüedad o a desbordamientos. Además, en lugares donde se consume gran cantidad de agua, como hoteles, es común encontrar un jagüey que se utiliza casi a diario.
En definitiva, el jagüey es considerado una solución económica, confiable y constante para acceder al agua, según aquellos que lo utilizan. Ha sido una parte fundamental de la historia de la región del Ariari y pocos llaneros desconocen su existencia, ya que forman parte esencial de sus experiencias durante la infancia.