Barrio Doce de Octubre, un ejemplo de trabajo comunal en Villavicencio
Villavicencio, la puerta al llano colombiano, es famosa por su folclor, su gastronomía y sus paisajes únicos; también por la calidad de su gente, por el trabajo comunal. Esta es la historia y el significado del himno del barrio doce de octubre de la capital de Meta.
Himno barrio doce de octubre
Letra:
- Isaac Tacha Niño
- José Benjamín Tacha Niño
Música:
- Isaac Tacha Niño
Coro
Que viva el Doce de Octubre
barrio insignia de Villavo,
somos acción comunal,
que dichosos disfrutamos,
un modelo nacional.
¡Gracias Dios por nuestro barrio!
I Estrofa
En la finca San Mateo,
de la vega del Parrado,
fue naciendo un caserío
que los Tacha generaron,
rodeado de potreros
paraderos de ganado;
La Esmeralda y el Sacatón
después se fueron poblando
y el árbol de la despedida,
daba el adiós de los llanos.
Coro
Que viva el Doce de Octubre
barrio insignia de Villavo,
somos acción comunal,
que dichosos disfrutamos,
un modelo nacional.
¡Gracias Dios por nuestro barrio!
II Estrofa
El villorrio fue creciendo,
el progreso iba llegando;
se llamó Doce de Octubre
al barrio recién creado,
la Asamblea con su Junta
grandes obras trabajaron;
protegemos nuestros bosques
y las aguas de los caños;
nuestro orgullo son el acueducto,
deporte, iglesias, escuelas y el estadio.
Descripción Himno
Coro
Que viva el Doce de Octubre
barrio insignia de Villavo,
somos acción comunal,
que dichosos disfrutamos,
un modelo nacional.
¡Gracias Dios por nuestro barrio!
Descripción
Que viva el Doce de Octubre: el coro del himno empieza con una oda o viva al barrio Doce de Octubre, la cual le transmite fuerza y anima a vitorear su nombre.
Barrio insignia de Villavo: lo identifica como un barrio ejemplo de trabajo comunal y acciones comunitarias con altos logros dentro del contexto de la ciudad, porque una insignia es una distinción con carácter de símbolo.
Somos acción comunal: seguidamente nos identifica quiénes somos como acción, en todo el sentido de movilización de la comunidad, en procura del logro de sus propios intereses y alcances democráticos, construido por todos y para todos.
Que dichosos disfrutamos: el fruto de estos esfuerzos es una alegría para todos y por ello somos acreedores al disfrute de cada logro, siempre en comunidad y para la comunidad.
Un modelo nacional: nos medimos como modelo nacional, porque la comunidad, la Asamblea y especialmente la Junta de Acción Comunal, ha sido catalogadas a nivel nacional por el ente rector y en encuentros del mismo nivel, donde nuestro presidente ha sido expositor de nuestra organización y por ello se nos ha reconocido, por los logros y los beneficios que el esfuerzo organizacional ha alcanzado, en cumplimiento del objeto misional y razón de ser de este tipo de organizaciones.
Gracias Dios por nuestro barrio: Damos gracias también a nuestro creador, porque no se mueve la hoja de un árbol, si no es con su voluntad y porque ilumina el caminar de sus dirigentes y mueve el corazón de los asociados, con luces de sabiduría, para crecer, fortalecer y defender en comunidad el esfuerzo que a través de la historia, cada uno de los afiliados ha aportado en construcción colectiva para el beneficio de todos.
I Estrofa
En la finca San Mateo,
de la vega del Parrado,
fue naciendo un caserío
que los Tacha generaron,
rodeado de potreros
paraderos de ganado;
La Esmeralda y el Sacatón
después se fueron poblando
y el árbol de la despedida,
daba el adiós de los llanos.
En la finca San Mateo: este es el nombre de la finca que cubría de ancho desde la margen izquierda, aguas abajo del caño Parrado, hasta la carretera a Bogotá, y desde la cadena, al lado de la lechonería Vásquez, hasta la vuelta de la “U” en la misma carretera y luego tras enajenación, se delimitó la finca hasta la casa fiscal del Invías.
El sector donde se ubicaba la casa de la finca, se llamó sector de Santa Rosa, por el nombre de la señora Rosalía Moreno, esposa de Narciso Tacha, propietarios de la finca San Mateo.
De la vega del Parrado: se identifica como la vega del Parrado, para mejorar la percepción territorial de donde se ubicó la finca, en la vereda “El Parradito”, de la parte alta de Villavicencio.
Fue naciendo un caserío: hace referencia a que una a una fue construyéndose viviendas por parte de personas no muy pudientes económicamente y que compraron lotes. Es de anotar que en esta zona no hubo invasores, los lotes fueron comprados o regalados, pero todos, gente correcta.
Que los Tacha generaron: todo este caserío fue naciendo, porque a la muerte de don Narciso Tacha y doña Rosalía Moreno, entre otras cosas para pagar el entierro de don Narciso en 1943, se vendió la parte superior de la finca. Esto quiere decir, desde la vuelta de la “U”, hasta la casa fiscal del Invías.
Sus hijos, de mayor a menor, Rosana, José Benjamín, José Narciso y Carmen Rosa Tacha Moreno, repartieron las tierras de tal manera que la parte más cercana “al pueblo”, era la más costosa y la parte más retirada, era menos costosa. La parte más cercana correspondió a doña Rosana y don Narciso, luego más arriba, a doña Carmen Rosa y la parte más retirada, a don Benjamín Tacha Moreno, nuestro papá; por lo tanto, le correspondió la mayor franja de la finca San Mateo.
Todos los hermanos comenzaron a vender lotes, prácticamente sin ninguna planeación, a sus amigos y conocidos y a uno que otro que llegaba a pedir ayuda.
Rodeado de potreros: esta finca tenía al frente otras fincas de menor extensión longitudinal, pero con mayor profundidad, debido a que los linderos estaban entre la carretera a Bogotá y la próxima quebrada del fondo que se llama ‘Quebrada Honda’. Estas fincas se caracterizaban por tener amplios potreros, los cuales servían como paraderos de ganado: ahí se contaban las fincas de El Sacatón de don Timoteo Baquero, llamada así justamente, porque en ellas se hacían “sacas de ganado”, especialmente, del que iba a ser trasladado para el consumo a Bogotá.
La otra finca era “La Esmeralda”, de don Plácido Reina, quien a la postre donó algunos terrenos para la naciente comunidad; a petición de mi señora madre, Carmen Rosa Niño de quien era comadre, donó lo que es hoy el estadio Plácido Reina, lugar para que los muchachos y los niños jugaran, al igual que la zona donde hoy funciona la escuela ‘Antonio Nariño’, donde la mayoría de los niños y jóvenes de nuestra edad, cursamos la primaria. Más arriba había otra finca que colindaba con lo que hoy es el barrio Galán.
La Esmeralda y el Sacatón después se fueron poblando: estas dos fincas se vinieron a menos en su uso de paraderos por diversas razones, por lo que empíricamente se cambió su uso de suelo y también se comenzaron a lotear, de tal manera que se convirtieron en sectores del barrio Doce de Octubre, los cuales compartían los beneficios tales como el acueducto.
En el caso del Sacatón surgieron planes de vivienda como el Panorama y Santa Josefa, pero había diferencia entre el tipo de construcción del Doce de Octubre y el Panorama. Como anécdota, en una Asamblea, una dama del Panorama dijo que ellos no eran parte de ese rancherío, que ellos eran aparte, por lo que la reacción fue que los del rancherío le cortaron el servicio de acueducto que generosamente les había compartido el Doce de Octubre y se quedaron más de dos meses sin agua, hasta que salieron las gestiones e hicieron la instalación y por bombeo, a través de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio.
Y el árbol de la despedida, daba el adiós de los llanos: metros abajo de la casa de la finca San Mateo, predio Santa Rosa, donde hoy está la vía de entrada a la arenera el Rosal, había un frondoso y gigante árbol que prodigaba amplia y agradable sombra, donde los transeúntes con sus caballos descansaban, siendo este lugar como la terminal, donde los villavicenses despedían a familiares y amigos que viajaban a la capital de la república “e intermedias” y a su vez, se recibía a los viajeros que a la ciudad llegaban, después de atravesar durante varios días el montañoso trayecto que conduce a los llanos.
De igual manera, era un punto de preparación y previsión de los vaqueros que llevaban ganado a Bogotá, donde calzaban el ganado con cotizas de fique, para que resistieran la larga travesía por el camino de herradura, como era llamada esa vía. Al parecer, el joven que ayudaba y apoyaba las necesidades de viajeros era el joven Narciso Tacha, mi abuelo. Contaba mi papá José Benjamín, que él también algunas veces, estuvo en la tripulación que llevó ganado a Bogotá. Este árbol es identificado en el libro “Lo que nos contó el abuelito" del padre Mauricio Dieres Monplaisir, como el "Árbol de la despedida".
II Estrofa
El villorrio fue creciendo,
el progreso iba llegando;
se llamó Doce de Octubre
al barrio recién creado,
la Asamblea con su Junta
grandes obras trabajaron;
protegemos nuestros bosques
y las aguas de los caños;
nuestro orgullo son el acueducto,
deporte, iglesias, escuelas y el estadio.
El villorrio fue creciendo: este naciente caserío crecía cada vez más, reduciendo bosques, pero aprovechando la hermosura de la naturaleza, lo hermoso y delicioso de sus quebradas y junto a su crecimiento, el progreso iba llegando: porque, la comunidad se esforzó y a base de bazares, recolectas, jornales comunitarios y, como decía el señor Gaitán, gran motivador de la acción comunal con sus vecinos: “poniendo un granito de arena”, consiguieron montar uno de los acueductos más eficientes de la ciudad y el menos oneroso para sus afiliados.
Luego vino la “primera piedra” para la construcción de la escuela Antonio Nariño, que era para los niños y enseguida se metió la comunidad en la maravillosa aventura de construir con su propio pulso, la escuela Doce de Octubre para las niñas. Seguidamente vino el estadio “Plácido Reina”, la iglesia “Nuestra señora del Pilar”, algún tiempo después la otra iglesia, “Nuestra Señora de la Divina Providencia”, del sector de la Esmeralda.
Se llamó Doce de Octubre: porque fue un 12 de octubre del año 1959, que hubo un evento donde la comunidad “puso la primera piedra” para la construcción de la escuela Antonio Nariño. En ese momento, los asistentes se preguntaban si se iban a seguir llamando San Mateo, o si le cambiaban el nombre para convertirse en un barrio; entonces, una voz expuso que como era el día un doce de octubre, podrían ponerle “Doce de Octubre” al barrio recién creado.
Enseguida procedieron a diligenciar la creación legal y oficial del barrio Doce de Octubre, cuya personería jurídica se expidió en 1963 y lo que antes fue una asociación de padres, promovida por el profesor Gutiérrez, se convirtió en una junta que convocó a asamblea para adelantar los respectivos trámites en el camino de volverse un barrio. La primera tarea de la junta fue el acueducto, el cual se inauguró el 20 de julio de 1963 y desde esa época se llamó Doce de Octubre, mediante acuerdo municipal 08, del 29 de mayo de 1964.
La Asamblea con su Junta grandes obras trabajaron: desde un comienzo, la comunidad organizada con sus directivas siempre ha estado trabajando los diferentes proyectos comunales; han pasado muchos habitantes filántropos y directivos dedicados, que con amor se han entregado al beneficio de toda la comunidad, para obtener resultados positivos y felices, además de los ya contados; permanentemente hay una dinámica de progreso.
Protegemos nuestros bosques y las aguas de los caños: en su dinámica, la Junta jalona a la asamblea de habitantes, para mantener la naturaleza viva de las partes altas de las montañas, donde nacen las aguas que calman la sed de la comunidad. Para ello, se han propuesto ampliar la zona de protección, mediante la compra de fincas y terrenos esenciales para el cultivo del agua que alimenta el acueducto, pasando por una adecuada planta de tratamiento, que fortalece los activos de la comunidad del Doce de Octubre.
Nuestro orgullo son el acueducto, deporte, iglesias, escuelas y el estadio: en el barrio Doce de Octubre, somos todos orgullosos de los logros de nuestros mayores, de nuestros actuales dignatarios y con la esperanza de tener siempre dirigentes con conciencia de su papel en el desarrollo y sostenimiento social que demanda la comunidad.
En esa medida, la infraestructura comunal del barrio es algo digno de mostrar en cuanto a su organización y alcances, lo cual la ha convertido en modelo a nivel nacional, razón del sentido de pertenencia y amor por nuestras gentes.
El barrio se ha caracterizado por tener un excelente nivel deportivo y figuras muy importantes en las diferentes disciplinas; de hecho, son muchos nombres que podrían ser citados; el ejemplo lo dieron nuestros mayores cuando conformaron equipo de fútbol de “rodillones”, llamado “Los Tigres del Doce” y así, la juventud y la niñez aprovecharon el estadio en el terreno que muy generosamente donó Plácido Reina. El actual estadio fue diseñado por el Arquitecto José Benjamín Tacha Niño, nuestro presidente, quien inició su construcción con la Junta de Acción Comunal y gestionó ante la gobernación del Meta, la construcción de la cancha, cerramientos, graderías y concha acústica para el estado actual de las instalaciones. Siempre han existido escuelas de deporte entre la comunidad.
El acueducto es el eje articulador de toda la comunidad y motor de logros, pasiones, amor, sentido de pertenencia y símbolo del trabajo comunal. Los templos católicos, obedecen a que la comunidad es católica y en tal sentido, cada uno de los dos sectores, tiene su templo. Las escuelas, porque en ellas nos formamos y se siguen formando los niños de la comunidad y, por supuesto, nos identificamos con nuestro estadio, símbolo de dinamismo, deporte y eventos importantes de la comunidad y la ciudad.
Aprovecho aquí para dar las gracias a mi hermano, por ayudar a trazar el camino de lo que sería la composición del himno del barrio Doce de Octubre y los aspectos relevantes que deberían ser tenidos en cuenta en la composición, para fortalecer las raíces de nuestra comunidad, evocando nuestra historia, para que las nuevas generaciones conozcan de manera fehaciente de dónde venimos y para dónde vamos; por esta razón, otorgo el crédito de coautor de la letra.
De igual manera, a todos y cada una de las personas intervinieron en el proceso que demanda una obra como esta y de manera muy especial, a todos y cada uno de los integrantes de la Junta Directiva, por la iniciativa de construir cultura en torno a nuestro bien amado terruño que nos vio nacer y crecer y que ha servido de entorno de vida, a quienes han llegado a aportar, “un granito de arena” en lo que hoy somos y tenemos como identidad del alma y del amor: nuestro barrio Doce de Octubre.
¡Que viva el Doce de Octubre!