María Eugenia Gutiérrez nunca olvidó las recetas con cilantro cimarrón de su madre. En una de sus experiencias como docente en el municipio de El Agrado, occidente del Huila, tuvo que ir a buscar el cilantro en la finca de sus arrendatarios porque sentía que a los platos les hacía falta algo. Hoy, ya fuera del Magisterio, lidera una fundación que produce cilantro cimarrón y lo comercializa en más de veinte presentaciones distintas en varias ciudades colombianas.
“Desde los cinco o seis años me di cuenta que mi mamá utilizaba cilantro cimarrón, las comadres y las vecinas y todo el mundo lo utilizaba. Pero fui al campo y no había en las huertas. Entonces me hice una erita de dos por dos en El Agrado y lo empecé a vender en El Pital y luego a ofrecerlo en la plaza de Garzón. Y dije, bueno, si esto se vende acá, por qué no lo voy a vender afuera”, cuenta María Eugenia. Así empezó la Fundación Green Products, que representa legalmente.
Investigadores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia caracterizaron al cilantro cimarrón como “una hierba muy olorosa de las tierras húmedas, cálidas y templadas, de hasta 30 cm de alto, con hojas arrosetadas, alargadas, más anchas hacia la punta, con las márgenes rígidas y espinosas. Toda la planta es muy aromática y sus hojas se utilizan como condimento de sopas y ensaladas, y también tiene algunas aplicaciones medicinales”.
Al cilantro cimarrón, en infusiones, se le atribuye el poder de combatir el resfriado, el estreñimiento; contrarrestar enfermedades como la diabetes e incluso disminuir los cólicos menstruales.
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Múltiples presentaciones
En el corregimiento de La Ulloa, municipio de Rivera en el Huila, María Eugenia logró ubicar las plantaciones. La única persona que creyó en su proyecto fue Luis Eduardo Rojas, un campesino de la zona que hoy es el líder de los cultivadores de diez unidades productivas.
“Hace 20 años se cultivaba el cilantro cimarrón a menor escala, pero ahora ya hay personas a nivel nacional que piden ciertas cantidades para que les envíen. Ha ido creciendo el cultivo y ahora se siembran cuartos de hectáreas y hasta una hectárea en cilantro cimarrón, entonces esto ha ido fomentando el trabajo”, relata Luis Eduardo.
María Eugenia cuenta que el carácter social del proyecto se lo debe a su sobrino, que nació con síndrome de Down. La experiencia de su crianza le permitió darse cuenta de que las madres cabeza de familia y madres de personas con capacidades diversas necesitan apoyo profesional y, por supuesto, trabajo. Por esa razón, cerca de 30 mujeres laboran en la transformación del producto.
La oferta de la Fundación incluye cilantro cimarrón en fresco, deshidratado, en polvo, infusiones, extractos, aceites, pulpas, así como elementos para el cuidado del cuerpo como cremas humectantes, jabones de baño, shampoo y acondicionador. Diez de los 25 productos ya cuentan con registro sanitario.
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“Yo empecé a vender de tienda en tienda, golpeando puertas y ahora vamos por las grandes superficies que están impactados con nuestro producto. Comercializamos en Bogotá, Villavicencio, Florencia y Medellín. Estamos en negociaciones con Ecuador, también me lo pidieron en Perú porque allá lo usan muchísimo; en Canadá tenemos un socio que nos está apoyando para llevarlo hacia allá y para Alemania enviamos algunas muestras que fueron muy bien recibidas. Entonces estamos certificando tierras para poder exportar”, dice María Eugenia Gutiérrez.
Su niñez fue en el campo y su memoria alimentaria la llevó a ver en el cilantro cimarrón una oportunidad de comercio y una herramienta para apoyar a otras personas. Sacó esta planta de la huerta convencional para convertirla en un producto multifacético para la gastronomía y el bienestar.