Producción de trucha: un emprendimiento a 3.100 metros sobre el nivel del mar en Pasto
A 3.100 metros sobre el nivel del mar se ubica la vereda Alto Casanare del corregimiento de Catambuco, en zona rural de Pasto. Allí, campesinos que se dedicaban a la producción de papa y demás productos agrícolas, decidieron emprender nuevas alternativas productivas.
Los altos costos en abonos y fertilizantes de los productos agrícolas se convirtieron en la primera causa para que Rubén Alexander Chachinoy, de la piscícola La Victoria, iniciara junto a su familia a emprender la producción de la trucha.
“Desde 2015 decidimos iniciar con este negocio que económicamente favorece más a nuestras familias porque mantiene precios estables, a diferencia de otros productos como la papa que estaba en 200 a 300 mil pesos la carga, y hoy se encuentra en 80 mil pesos”, señaló Chachinoy.
Por medio de capacitaciones pudieron pasar de la siembra en la tierra a cuidar y aumentar la producción en el agua de sus truchas, donde la clave fue lograr la climatización de los peces, la alimentación y la pureza del agua.
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El punto de diferencia con otros productores de trucha ha sido la certificación del agua, la cual tiene un sello de que no es contaminada y es totalmente pura, que no tiene químicos, residuos orgánicos, heces de animales u otras sustancias que afecten la calidad del animal.
“Decidimos tomar el agua que sale de las montañas para poder producir la trucha la cual fue certificada por la Corporación Autónoma Regional de Nariño-Corponariño, y la Secretaría de Agricultura de Pasto, lo que beneficia totalmente al pez sobre todo en la rapidez, tamaño y limpieza”, indicó Rubén Chachinoy.
Según los conocedores, el pez que se cría en agua pura se característica por tener una pie más rosada, a diferencia de los que crecen en señales lagos o piscinas contaminadas.
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Entre 3 mil a 4 mil truchas al mes se producen en esta asociación productiva, sin embargo, si la salida es muy alta se pueden producir unas 10 mil truchas, donde su costo de producción no varía en comparación a otros productos.
“Una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida ha sido la producción de las truchas, mirar cómo llegan de unos 3 centímetros hasta llegar a pesar entre 3 a 4 kilos (…) la gente viene a tomarse fotos en las piscinas de truchas”, contó Rubén.
Al inicio del proyecto contaba con dos estanques, hoy Rubén tiene siete y espera llegar a los 10 para empezar a generar mayores ingresos que permitan crear oportunidades de empleo en la zona rural de Pasto.
Las mujeres también tienen su espacio en la asociación. Jenny Getial es la persona encargada del cuidado de las truchas, diariamente se encarga de mantener limpios los estanques y darles la alimentación, además de la parte económica de la asociación.
Cada uno de los integrantes de las asociaciones se levantan a las 5 de la mañana como parte de sus actividades del campo y han buscado otras alternativas para fortalecer su economía, como la producción de cuyes y conejos.
