Productoras de viche en Bojayá, Chocó: ancestralidad, unión y resistencia
La producción del viche es una herencia ancestral, que se convirtió en uno de los mayores emprendimientos de las mujeres campesinas en el corregimiento La Loma de Bojayá.
Hace más de 60 años en el municipio de Bojayá (Chocó), los habitantes de la época se las ingeniaban para elaborar medicinas, alimentos, y hasta bebidas embriagantes con lo que su entorno natural les brindaba, prácticas que se convirtieron en tradiciones heredadas de generación en generación y conservadas por las mujeres de la comunidad.
Hoy en día 15 mujeres del corregimiento La Loma de Bojayá, conservan lo que sus ancestros les han heredado, y hace 20 años o incluso más, cultivan la caña de azúcar para producir viche.
“Los ancestros nos dieron la idea y nosotras como mujeres recientes hemos seguido con el proceso para que no se nos caiga la organización”, explicó Emérita Mosquera Quinto, secretaria y “sacadora” de viche en la Asociación de Mujeres Trabajadoras y Cultivadoras de la Caña de Azúcar del Río Bojayá o Asoviche el Trapiche.
Para todo este proceso, primero se recoge la caña. Las mujeres de Asoviche usan la caña negra, propia del territorio, porque según Emérita y sus demás compañeras “la caña negra es una caña muy especial, el producto nos queda blanquito, blanquito, a pesar de que no tiene muy alta concentración de sacarosa es la caña ideal”. Luego deben cargarla hasta el trapiche donde es molida y se extrae el líquido llamado guarapo.
Se cocina el guarapo, para luego ponerlos en barriles durante 13 a 15 días para fermentar y pasar a proceso de destilación. De allí finalmente sale un potente viche. Cada botella vale 12.000 pesos y al por mayor 9.000.
Tradiciones detrás del viche
El viche además de ser una bebida embriagante se usa en la medicina tradicional. La señora Séfora Juancho Mosquera, con sus más de 80 años, prepara a partir de esta bebida “botellas para curar la lombriz” que regularmente se da más en niños. “Sirve para muchas cosas, sirve para las dolencias, para curar la lombriz, pero el viche simple. Cuando se hace el viche, sale un líquido que es viche pero simple, parece agua”. Este líquido combinado con ajo, yerba buena, toronjil, cebolla, caña agria, verdolaga, entre otras.
“Cuando viene el verano se alborota mucho la lombriz por eso las mamás compran mucho la botella para curar a sus niños. Se le da una cucharadita en las mañanas y antes de acostarse también se le da su cucharadita”, la señora Séfora asegura que la mejoría es inmediata.
Así mismo con el viche también se preparan otras bebidas ancestrales y medicinales como como el tumbacatre, pipilongo, arrechón, entre otros.
Emprendedoras y resilientes
Las vicheras tienen épocas muy buenas, sobre todo las que son festivas: navidad, año nuevo, afrocolombianidad, fines de semana, etc. Pero así mismo tienen épocas donde las ventas son pocas, lo normal que pasa en todo negocio. Ellas se sienten felices porque a través del emprendimiento han sacado a sus hijos, nietos, sobrinos adelante, pero las desanima mucho ver cómo las condiciones con las que trabajan en muchos casos no son las mejores. “Si fuera por nosotras, si estuviera a nuestro alcance esto lo tendríamos como una de las mejores fábricas”, puntualizó Emérita.
La señora Ceneida, que también fue inspectora, miembro del concejo y líder, dice que la gente de la comunidad “nos ven como unas guerreras, nos ven como unas responsables para su familia”, pero a pesar de eso siente que aunque su liderazgo y fortaleza le han permitido sobresalir, no le ha alcanzado porque quiere ver a la asociación mejor posicionada.
El viche lo embazan en botellas recicladas, no tienen etiqueta propia, la caseta donde fermentan y destilan no está en las mejores condiciones en cuanto infraestructura. Siendo ya el viche legal, sienten que necesitan capacitaciones para aprender a desarrollar mejor su emprendimiento. Es por eso que ellas abren sus puertas a todo el que crea que pueda aportarles en lo que consideren permitente.
En el 2005 a las mujeres de Asoviche, como a muchos habitantes de la zona, les tocó huir de su territorio debido a la guerra. La señora Ceneida Mena Rovira tiene 80 años y lleva más de 43 sacando viche, asegura que muchas veces mientras estaban en el cañal les tocó correr, porque de un momento a otro iniciaba el intercambio de disparos de hombres armados, “la violencia ha sido uno de los factores que nos ha destruido. Si no hubiese sido por la violencia estaríamos mejor ubicadas”, cuenta.
Cuando dos grupos al margen de la ley estaban en las mismas tierras siempre había enfrentamientos, y fue esto lo que llevó a las vicheras y demás pobladores al desplazamiento forzado.
Antes eran 55 mujeres que conformaban la asociación; seis meses después, con mucho temor, algunas regresaron al pueblo, porque se les hizo difícil sobrevivir en la ciudad, mujeres campesinas expertas en labores de campo. Cuando regresaron a la Loma estuvieron confinados, no laboraban “Un año en pánico, sin salir, sin trabajar. El Gobierno nos daba la comida. Paramos un año con timidez, pero la necesidad, uno que vive de su pancoger da duro sentarse a esperar a que le den” afirmó la señora Ceneida Mena Rovira.
Ana Dolores Mayo Chaverra, también integrante de la asociación expresó que la fortaleza que tienen para no desfallecer es la familia: “Yo tengo 5 hijos, yo veo sola por ellos; unos que ya se defienden ellos solos, pero otros que aún siguen a mi cargo, a veces no tenemos con qué mandar a nuestros hijos a estudiar, todo eso nos fortalece para seguir trabajando, porque si nos sentamos de qué vamos a vivir, entonces esa es la fuerza que tenemos como mujeres”.
Ley del viche
El Gobierno Nacional de Colombia sancionó la Ley del viche/biche el 8 de noviembre de 2021 (Ley 2158), reconociendo esta preparación y sus derivados como: “bebidas artesanales, ancestrales, tradicionales y patrimonio colectivo de las comunidades negras afrocolombianas del Pacífico, donde se dará prioridad y amparará a los municipios de esta región, con vocación vichera percibida por los territorios étnicos de los departamentos de Chocó, Nariño, Cauca y Valle del Cauca”.
Esto fue un alivio para las vicheras de la Asoviche, porque a pesar de estar legalmente constituidas desde el 2015 como organización, sus preparaciones no tenían venta libre. Inclusive en varias oportunidades les tocó vender a escondidas para que no les incautaran las botellas.
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