De acuerdo con la Unesco “Aprender a leer, escribir y contar es importante: son las herramientas que abren una ventana hacia el mundo. Sin embargo, con los acuciantes problemas nacionales y mundiales que trascienden fronteras, las competencias en lectura, escritura y aritmética pueden no ser suficientes para dar sentido al mundo, perseguir sueños y encontrar un propósito en la vida” es por eso por lo que los aprendizajes integrales, valores y contexto permiten a las personas decidir y actuar en consecuencia con sus conocimientos.
Es así como se debe promover en las escuelas y los hogares habilidades enfocadas en el respeto, adaptación, participación y la motivación a pertenecer a la comunidad mundial, con el objetivo de garantizar los derechos humanos y la paz.
Diana Esperanza Oliveros, antropóloga y doctora en Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona, indica que “la ciudadanía tiene dos condiciones, una de pertenencia y una de reconocimiento, pertenecía quiere decir que un ciudadano está condicionado a una región, estado o territorio; y el reconocimiento es que el ciudadano por estar vinculado a un lugar específico va a tener unos beneficios, derechos y obligaciones. Cuando hablamos de ciudadanía global significa que los y las ciudadanas van a pertenecer a un lugar, que es el mundo, pero también tendremos unos derechos y deberes específicos que aplican a los ciudadanos del mundo”.
Oliveros manifiesta que “este concepto surge en 1945 en un primer momento con la Declaración de los Derechos Humanos, que indica que todas las personas del mundo tenemos los mismos derechos, Ya en este siglo, en 2015, la Agenda de Desarrollo Sostenible fija 17 objetivos, donde se enfatiza en la necesidad de una proyección firme y clara frente a los cambios climáticos que se están presentando en el mundo; allí se indica que los ciudadanos tenemos una responsabilidad de sostener nuestro sistema, y se reconoce la importancia de la ciudadanía y de su responsabilidad mundial”.
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Es así como la ciudadanía global aboga por la sostenibilidad y realiza acciones sobre el cambio climático, pensando en el futuro del mundo.
Esta ciudadanía está en construcción y por ahora prioriza los derechos políticos de las personas, porque este derecho permite la participación, ejercer la defensa, comprender las situaciones y generar acciones de cambio y transformación.
Para Oliveros “el ciudadano del mundo es el que está preocupado por lo que vaya a pasar en el futuro, se preocupa por lo que sucede no solo en su contexto cercano, sino además por lo que ocurre en otros países en términos políticos, sociales y ambientales. Las personas que ejercen más la ciudadanía global son los ambientalistas, asociaciones internacionales que se preocupan y realizan acciones por el deshielo en los polos, por la pérdida de especies nativas, contaminación de los mares”.
Oliveros invita a la participación en redes con el fin de conectarnos con el mundo, conocer las necesidades y conflictos que ocurren a nivel global, entender que todos estamos comunicados.
Por ejemplo, lo que sucede en África puede afectar otros lugares lejanos, como las guerras, la pobreza, el deterioro ambiental, y por eso, indica que para ejercer la participación en el contexto de ciudadano global, es fundamental informarse y documentarse previamente.
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