En la capital musical de Colombia, se encuentra ubicada la comuna ocho, una área de la ciudad que fue construida a partir del barrio Atolsure para familias de los retirados de las fuerzas militares y posteriormente se fue ampliando la construcción y aumentó la población para un desarrollo acelerado, uniéndose las urbanizaciones con vivienda de interés social, que se construyeron con planeamiento como el Topacio, Ciudadela Simón Bolívar I y II etapa, Jardín Santander, Nuevo Armero y Ciudad Luz, su construcción fue motivada por la tragedia de Armero en 1985.
En 1997, se inicia el proceso de planeación participativa, repensando la Organización Territorial mediante el diagnóstico de sus áreas valiosas, estratificación de la población en general y de sus áreas críticas. Dentro de esta delimitación se ubicaba la Quebrada El Hato de la Virgen, afluente que en sus mejores tiempos poseía aguas muy limpias, pero debido al crecimiento poblacional de la ciudad, la microcuenca empezó a recibir aguas residuales, provenientes del río Chipalo. En la ribera de la quebrada existen asentamientos humanos afectados por la contaminación de la misma y tal perturbación del ambiente sano se extiende a los habitantes de los barrios Buenaventura, Comuneros, Musicalia, Tulio Varón, Jardín Santander, Tolima Grande y el Topacio, que aproximadamente albergan el 40% de la población ibaguereña.
Ante esta problemática ambiental, ciudadanos decidieron emprender acciones para recuperar y proteger esta fuente hídrica tan importante para los ecosistemas estratégicos de este territorio; es así que, en junio de 2001 fue presentada una acción popular para buscar una solución urgente y que después de casi 14 años, la acción se encuentra en etapa de verificación de cumplimiento del fallo proferido por el Tribunal Administrativo y confirmado por el Consejo de Estado.
Por otro lado, Diana Hoyos, actriz y educadora popular tolimense, fundó un proceso socioambiental llamado la Titiribilioteca Comunitaria. Iniciativa que surgió en marzo de 2017, después del desastre natural de Mocoa. Y que junto a un grupo de artistas decidieron ir a los lugares afectados llevando títeres y libros para desarrollar una propuesta de trabajo en la que vinculan el arte de los títeres con la literatura como pretexto para pensar en el territorio.
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Esta Ibaguereña decidió regresar a su barrio Buenaventura para motivar a la comunidad y emprender acciones culturales en pro de salvaguardar la pervivencia de esta microcuenca, implementando la metodología de la biblioteca y de la Fundación Germán Uribe. “Cuando crecen los asentamientos humanos y se exacerba el consumo de la naturaleza, esta deja de ser parte de nosotros a ser objeto de explotación e instrumentalización, lo que termina generando un quiebre en la relación que tenemos con nuestro medio ambiente” manifiesta Hoyos. Por tanto, a través de talleres de títeres y literatura con niños y niñas, aprenden a narrar sus propias historias y a hacer las paces con la naturaleza.
Poco a poco el proceso se fue consolidando, llegó a los barrios aledaños y dio vida al primer encuentro festivo y de las artes, una iniciativa de convivencia y paz que se realiza cada año. “Encuentro que tiene de pretensión divulgar los resultados de formación artística, con un enfoque territorial que logra convocar a la comunidad y hacerla partícipe de las actividades culturales y ambientales, además generar espacios de goce estético que contribuye a fortalecer la identidad, el sentido de pertenencia y el tejido comunitario” menciona Diana.
La juntanza de lo ambiental con lo cultural
El proceso ha permitido entender que los problemas ambientales son problemas sociales, puesto que, “el tejido social de estos barrios está roto, hay espacios de encuentros limitados y los pocos lugares que existen están mediados solo para el consumo de alcohol” indica la líder ambiental; así mismo, que lo comunitario, el compartir, las ganas de hacer algo por la quebrada El Hato de la Virgen, deben ser una constante; sin embargo, reconocen que la convocatoria nunca ha sido fácil “hemos entendido que la transformación no la vamos a hacer en masas sino de a poquitos y que esas poquitas personas deben llegar a aportar toda su capacidad creativa para evidenciar la realidad desde el sentir de la comunidad” expresa Diana.
Un avance de la Titiribiblioteca Comunitaria es el proceso de investigación que alimenta el ejercicio político-artístico donde el sentir, habitar, pensar y reconocer son el eje fundamental del trabajo comunitario, que usa un lenguaje que poetiza la vida de manera sencilla “por eso estamos convencidas de que las artes son la oportunidad para sensibilizar sobre la realidad ambiental, los montajes de las obras de títeres que nosotros tenemos siempre han estado vinculados a la realidad, a la manera en la que los niños y niñas empiezan a mirar el barrio, identificar los problemas y desde allí proponer soluciones frente a estas problemáticas” asegura la artista.
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La obra que se creó recientemente en la titiribiblioteca llamada Es un derecho, cuenta a través de niños y niñas la necesidad de tener un parque, una quebrada y una biblioteca. Son más de 5 generaciones de titiriteros que se han formado en 10 procesos de talleres artísticos, más de 15 montajes han sido realizados por los niños y las niñas que evidencian las problemáticas ambientales y por medio de su puesta en escena desean ser escuchados.
La recuperación de la Microcuenca es un trabajo que involucra a todos y cada vez más fortalece la relación entre la quebrada y la comunidad con una mirada histórica de transformación. “Hace un tiempo los vecinos asumían que la quebrada siempre había estado así, pero ahora entienden que lleva 40 años en un proceso de degradación y que esta lucha es de largo aliento, que necesita ser transformada” Indica la ambientalista.
Los vecinos que ahora son amigos en el espacio de formación aprendieron el valor social del agua y los derechos de la quebrada. “Este año nos enfocamos en los derechos, porque si la gente los conoce, podemos vivir en un ambiente sano. ” menciona Diana, temática que los niños y niñas abordaron con sus títeres.
Para el próximo año, los titiriteros anunciaron que la temática se llamará Habitar la cuenca, trabajo focalizado en dar a conocer los derechos ambientales y establecer la quebrada como un patrimonio cultural. Además, se realizarán diálogos interdisciplinarios donde la música, la danza y los títeres serán la oferta artística en los Festiencuentros Ambientales. “Queremos poner en práctica esa propuesta de la titiribiblioteca de manera itinerante por los municipios de Santa Isabel, Anzoátegui, Ibagué, Piedras, Alvarado y Venadillo. Vamos a abrir los caminos para llegar con mensajes de conservación y cuidado de las fuentes hídricas que son importantes para nuestros ecosistemas” Asegura la titiritera.
“El agua que sale de aquí impacta a los municipios, entonces queremos hacer una itinerancia para conocer qué está pasando y traer un mensaje mucho más amplio, mucho más enriquecido y visibilizar el proceso comunitario que tiene una voz dentro de la Cuenca y qué vale la pena que otros municipios sepan de esta reflexión” manifestó Hoyos.
Por último, una de las tareas más apremiantes por parte de la Fundación German Uribe, es la recuperación del salón comunitario y la creación de una biblioteca, ya que no hay un espacio de encuentro y piden que las instituciones gubernamentales garanticen el libre desarrollo de las artes para lograr la transformación ambiental.