Colombiano promueve en Londres café cultivado por comunidades vulnerables
Eduardo Flórez creó Colombian Coffee Company, un proyecto con el que apuesta a conectar a los amantes del café en el Reino Unido con las comunidades que cultivan su café.
Conocer de cerca un proyecto social en África, mientras trabajaba para una ONG, cambió el propósito de vida de Eduardo Flórez, un ingeniero mecánico bogotano que años atrás se dedicó a desarrollar sus conocimientos y experticia en el abrumador (y tentador) entorno empresarial, pero que por “cosas del destino”, terminó dando vida a ‘Colombian Coffee Company’, un proyecto social con el que busca apoyar de forma sostenible y ética a los agricultores cafeteros y sus comunidades, así como promover la cultura cafetera en la capital británica.
“Un tiempo después de estar trabajando en Colombia, viajé a Inglaterra a cursar un MBA. Me establecí en Londres donde trabajé en el mundo corporativo, una experiencia que luego me sensibilizó frente a lo que era trabajar para una empresa cuyo único fin era hacer dinero sin tener en cuenta las implicaciones que ese entorno capitalista tenía en el medio ambiente, la naturaleza y la humanidad. Así que me retiré y me uní a una ONG que comercializaba productos en Ruanda”, comenta Flórez.
Allí, el bogotano conoció Bottletop, un proyecto desarrollado por la comunidad enfocado a fabricar bolsos y cinturones con latas de cerveza o gaseosa dirigidos al mercado de lujo de Inglaterra. “Fue muy interesante y bonito ver esa conexión entre productos provenientes de un proyecto comunitario de un país del tercer mundo con el mercado de moda alta gama británico, en el que el mayor valor era que los compradores adquirieran el producto por su calidad, más que por pesar o lástima”, afirma Flórez.
Estando trabajando para el proyecto, Flórez leyó un artículo en la prensa inglesa que hablaba del posconflicto en Colombia. “Eso me marcó tremendamente. Porque yo vivía metido de lleno en un mundo privilegiado, alejado un poco de la realidad de mi país. Ese artículo me devolvió a Colombia, me devolvió la esperanza de que la paz sí era posible. Así que decidí meterme en ese vagón de apoyar la paz”, asegura el bogotano.
Explorando posibilidades evidenció que el café colombiano era uno de los productos más apetecidos por el público inglés, según sus averiguaciones, los británicos consumen 90 millones de tazas de café al día, en un mercado con un valor de más de 7.000 millones de libras esterlinas, lo que lo llevó a optar por crear una iniciativa que tuviera como eje y corazón el café, un café de origen, de alta calidad.
Uno de los primeros pasos consistió en mover su proyecto a través de las redes sociales donde encontró que entre los seguidores estaba el entonces director de “una entidad llamada Unidad de Restitución de Tierras”, recuerda Eduardo. “Contacté al director, viajé a Bogotá, y así comenzamos luego a trabajar con familias víctimas del conflicto en el departamento de Nariño”.
Este punto de partida lo llevó a recorrer otras regiones del país (entre ellas La Sierra Nevada de Santa Marta, Antioquia, la Guajira, Tolima y Cauca) para conocer a las familias y comunidades indígenas agricultoras, a víctimas del conflicto, sus historias de vida, y aprender más sobre las formas de producción, las variedades del grano, la volatilidad del mercado cafetero, y las necesidades de la población.
El joven emprendedor constató, entre otros aspectos, que a pesar del gran impacto que tenía el producto en el exterior, los beneficios de su comercialización quedaban en su mayoría en manos de los intermediarios y no se reflejaban en la calidad de vida de los cultivadores.
Ello le sirvió de argumento para darle mayor fuerza a Colombian Coffee Company, de forma tal que su objetivo se amplió al pasar de comprar directamente a los productores del grano a un mejor precio para venderlo en el mercado inglés, a construir relaciones (económicas, sociales y culturales) entre los dos países.
“Queremos conectar a los amantes del café del Reino Unido con las comunidades que lo elaboran. Creemos que si la gente sabe más sobre quiénes elaboran su café y que su compra marca una diferencia positiva en la vida de alguien, el café sabrá aún mejor. Así mismo, garantizarles a los cultivadores el pago de un precio superior al del mercado, y así puedan cubrir los costos de producción, mejorar sus medios de vida y hacer crecer sus negocios”, apunta Flórez.
Parte de la ganancias se invierten también en proyectos sociales que se desarrollan con las comunidades productoras, así como en programas de capacitación sobre cómo acceder al mercado de cafés especiales en el extranjero para maximizar los precios que pueden lograr por su café, yendo más allá del comercio justo y promover el abastecimiento ético, la biodiversidad y la sostenibilidad.
Una de las grandes apuestas de Flórez ha sido acercar las dos culturas.
Una manera de hacerlo ha sido la apertura de Ethical Caffeine, la tienda de café creada por Flórez en un acogedor espacio localizado en Borough Market, uno de los mercados más antiguos de la capital británica, donde quienes visitan el lugar viven una experiencia diferente de café.
“Somos de las pocas tiendas en Inglaterra donde el visitante puede tomar un café típico colombiano endulzado con panela, preparado en olleta, con filtro de tela, como lo preparaban las abuelas, o tomarse una agua de panela, un tinto campesino, o un ´´cortado´´, al tiempo que les contamos las historias de los productores, y compartimos conocimiento sobre la procedencia de nuestros granos de café y sobre las características especiales de nuestras diferentes variedades de origen único como Caturra, Borbón, Tabi, Gesha, y más”, acota Flórez.
Complementario a ello, se realizan catas de café, clases de barismo y tostado de café, clases de español para baristas y se ofrecen otras delicias colombianas como chocolate, tamales, empanadas de pipián y arepas de queso. Así mismo, sus redes sociales son utilizadas para contar las historias de agricultores como don Guido Ordoñez en Nariño, víctima del conflicto armado; historias de tradiciones como la del Carnaval de Riosucio, reseñas de literatura colombiana, entre otros.
“Que el café colombiano esté en un espacio como Borough Market le brinda otra otra imagen al producto, pues allí se ubican los negocios de comida reconocidos por su altísima calidad, donde las personas pagan mejores precios. Estar en este mercado es el sueño de muchos negocios, y Colombia lo está a través de nosotros, pero además la gente sabe que el producto tiene detrás una historia muy bonita con la que se está haciendo un cambio, entonces la gente está más dispuesta a comprar y a consumir”, comenta Flórez.
Flórez no para en su empeño de que Colombian Coffee Company siga creciendo, por eso desde hace unos meses abrió en Bogotá, ‘Cafeína Ética’, una tienda en el centro de la capital colombiana.
“No hay personas más interesadas en la paz de Colombia que los mismos colombianos, entonces tiene mucho sentido que nuestro proyecto también se lleve a cabo en el país, como una forma de sensibilizar a nuestros compatriotas frente al objetivo del proyecto. Además, queremos que nuestros compatriotas también entiendan y tengan acceso a los mismos cafés de lujo que se toman el mercado inglés”, apunta Eduardo.