Guiadas por las tradiciones de los pueblos afrodescendientes de la costa Pacífica nariñense, dos jóvenes tumaqueñas emprenden a partir de las bebidas artesanales elaboradas con frutas exóticas de la región. Es así como Natalia Ospina Traetto y Cristina Cortés aprovechan el sabor y el poder nutricional del Naidí o Asaí para la producción de vino.
“Este proyecto que aparte de contribuir con la generación de empleo y el fortalecimiento económico de las familias rurales que obtienen el sustento diario a través de la agricultura, nació en el 2020. Su génesis tiene que ver con la preparación de un tradicional pepiado, es decir de un postre casero de Naidí”, expresó Natalia, quien actualmente en la calle Márquez, que está al frente de su emprendimiento conocido como La Charuquería.
En ese año, recuerda que Cristina Cortés, su compañera de labores, una vez lavó una generosa porción de Nadaí para preparar un pepiado que había prometido a su hijo, olvidó combinar la fruta con uno de los ingredientes que tradicionalmente lleva.
“En ese entonces, cuando Cristina maceró la pulpa de Naidi con azúcar y agua, olvidó combinar la mezcla con leche en polvo. Al pasar el tiempo de fermentación obtuvimos un líquido delicioso y fue con el paso de los días como mejoramos la calidad de esta bebida tradicional que gracias a Dios gusta mucho no solo en nuestro municipio, sino en otras regiones de Colombia”, afirmó Natalia.
Por eso, Natalia asegura que jamás se cansará de repetir que el amor por su territorio hace que ese sentimiento esté impreso en cada botella de vino artesanal que se produce en la charuqueria.
“Con este emprendimiento, marcado por el trabajo digno y el esfuerzo de nuestras comunidades rurales, demostramos al departamento de Nariño y al resto de Colombia que en Tumaco predominan jóvenes que transforman los frutos de su tierra para proyectar una imagen completamente diferente a la que actualmente se tiene sobre la costa Pacífica nariñense”, dijo.
La charuquería tuvo su génesis hace 4 años, a raíz de una actividad comunitaria que junto a la Escuela Taller de Tumaco se desarrolló en Alto Mira y Frontera. Allí, Natalia recuerda que se hizo la transformación de bebidas tradicionales con frutos autóctonos y desde ese entonces surgió la idea de producir aquel vino tinto afrutado con un sabor tostado que solo lo dan los barriles de roble colombiano.
“Actualmente vendemos la bebida en un mercado local y en algunos restaurantes tradicionales de las ciudades de Pasto, Cali y Bogotá. Para los tumaqueños, nuestro vino artesanal es un producto icono a la hora de regalar un detalle relacionado con nuestra cultura en donde al Pacífico nariñense lo resumimos en una copa de vino tinto”, manifestó.
Respaldo de familias rurales
Su emprendimiento está ubicado en la calle Márquez, del centro de Tumaco, y según Natalia, al año producen alrededor de 2.000 botellas de vino, impactando alrededor de 20 familias de Alto Mira y Frontera que se dedican a la siembra de Naidi. La cosecha de esta fruta se hace cada seis meses y por eso en la región abunda a inicios y a mediados de año.
“En cada cosecha, nuestros agricultores obtienen entre 50 y 100 kilos de Naidi, cantidad de la fruta que nosotros fermentamos para la obtención de la bebida autóctona. Si bien es cierto emprender no es fácil, la persistencia, confianza y creatividad han sido importantes para elaborar un producto de calidad con identidad afrodescendiente”, manifestó.
Además, destacó que el Naidí o Assaí es un fruto muy querido en Tumaco porque representa las tradiciones de los pueblos originarios.
Cristina Cortés quien acompaña a Natalia en este emprendimiento post-pandemia, asegura que las bebidas fermentadas que elaboran a base de los productos autóctonos de su territorio, es un extracto natural recreativo que lo han proyectado para acompañar la mayoría de las celebraciones tumaqueñas.
“Al comienzo nos preocupó mucho la parte económica porque no disponíamos de los recursos necesarios, sin embargo, con el paso de los días dimensionamos los impactos y retos que este emprendimiento traería a nuestras vidas. Nuestra responsabilidad y dedicación nos permiten obtener un producto que cumple con todas las leyes y normas sanitarias”, aseguró.
Frente a los resultados obtenidos, Natalia y Cristina impulsan a otros jóvenes de Tumaco para que emprendan sin temor en lo que más les guste.