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El orgullo de los voluntarios, pieza clave en el engranaje olímpico

En los últimos preparativos antes de la hazaña, los atletas se concentran, toman un último sorbo de agua previo a la exigencia máxima y se animan. Junto a ellos, un enjambre de voluntarios, discretos pero "orgullosos" de ser una pieza del engranaje olímpico.
AFP.

A cada uno de los 45.000 voluntarios de París-2024, seleccionados entre unas 300.000 solicitudes, se le asigna una tarea. Desde dar la bienvenida al público hasta realizar pruebas antidopaje o la retirada casi a escondidas de los tacos de salida en una carrera de atletismo.

En el Estadio de Francia, en la zona de seguridad antes de entrar a la pista, los voluntarios tiene que trasladar las bolsas de los atletas hacia una sala donde serán recogidas tras la prueba.

A simple vista, el trabajo puede parecer ingrato y simplista, pero resulta "súper interesante", dice Jean-Baptiste Girault, un geólogo de 32 años que soñaba con un puesto como el del voluntario al que Usain Bolt guiñó un ojo antes de pulverizar el récord del mundo.

"Hay muchas cosas que gestionar, todo un pasaje de los atletas que orquestar y, en cada etapa, tenemos que asegurarnos de que no haya cruces", entre los deportistas, explica Anouche Nichanian.

Discreción, divino tesoro
Esta educadora de 48 años de Vaucluse se aloja con sus padres durante unos Juegos de París donde su tarea es dirigir un equipo de 25 voluntarios.

Todo es "muy formal". Diez minutos antes de entrar en la pista, con un juez "comprobamos los dorsales, los puntos, la identidad, dejando que se concentren.

El ambiente debe ser lo más silencioso posible", los voluntarios ayudan de forma "hiperdiscreta", describe Anouche Nichanian.

Salvo dos afortunados designados para permanecer en la sala hasta que el juez presente a los atletas rumbo a la acción, los demás voluntarios permanecen en el pasillo.

Se les pide que sean "muy discretos" para evitar cualquier intromisión.  Pero "somos los únicos que compartimos esto y apreciamos la posibilidad de estar cerca de la intimidad de estos vestuarios", que son el centro de la acción de los Juegos, afirma Jean Baptiste Girault.

Este parisino disfruta de los Juegos en su ciudad, sin tener las complicaciones de muchos voluntarios, que tuvieron que buscar alojamiento, en casa de amigos, residencias estudiantiles o cualquier lugar que les permitiera vivir el sueño olímpico.

Describe a los atletas "más bien cerrados", algunos como los estadounidenses prestos a hablar entre ellos, y a otros más conversadores durante la competencia.

Entre miradas de intensa concentración, golpecitos en los músculos para calentar y demás movimientos de los atletas, los voluntarios cumplen su rol de estar a disposición.

Asegurarse que nada bloquee el pasillo cuando atleta acelera durante el calentamiento, asegurarse que el camino a los baños esté despejado, forma parte del trabajo diario.

Fascinante
Para algunos voluntarios estos momentos en el corazón del estadio son un tesoro, como para Grégoire Dupuy, entrenador y juez en salto.

Este miembro de la legión de voluntarios uniformados de verde se encarga de acoger, orientar y brindar información a los responsables técnicos y miembros de la Federación Internacional.

El momento que más destaca fue cuando presenció la discusión entre los miembros de World Athletics (federación internacional de atletismo), después de que 20 atletas en el salto con garrocha se clasificaran en lugar de las 12 que se preveía.

"Fue fascinante escucharlos hablar de todas esas aristas en las que nunca hubiera pensado, pese a tener muchos años en el mundo del atletismo", afirma.

Todos los voluntarios viven su día a día de distinta forma. Algunos comen rápido para poder disfrutar de la competición en la que colaboran al menos unos minutos.

Para Grégoire Dupuy, presenciar el récord mundial de Armand Duplantis en salto con garrocha, pero "sobre todo ver a una muy buena amiga, Delphine Nkansa, correr en semifinales de los 100 metros", fue el punto de máxima emoción de sus Juegos.

Para Jean-Baptiste todo se trata de disfrutar de "intercambios con la gran familia olímpica".

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