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Novak Djokovic, el guerrero insaciable

Máximo ganador de torneos de Grand Slam y desde este domingo campeón olímpico, Novak Djokovic estrena perfil con la obtención de una medalla dorada que persiguió durante casi dos décadas y que llegó en París-2024.
AFP.

Con su victoria ante Carlos Alcaraz por 7-6 (7/3) y 7-6 (7/2), el serbio se sacó la piedra en el zapato que amenazaba con opacar su casi obsesiva carrera por alcanzar la hegemonía en el tenis mundial.

Mirando por el retrovisor a los otros dos miembros del 'Big 3', Roger Federer (retirado) y Rafael Nadal, Djokovic se va de París completo.

"Es probablemente el mayor éxito deportivo de mi vida y la sensación más especial", dijo el serbio sobre el oro, ese que se le escapó en Pekín-2008 cuando se tuvo que conformar con el bronce.

A sus 37 años, y sometiendo a tenistas como Alcaraz a los que casi dobla en edad, el serbio resiste y mira la jubilación como algo todavía lejano.

"Quiero jugar en Los Ángeles, me gusta jugar para mi país", soltó un pletórico Djokovic, tras mostrar en la tierra batida de Roland Garros que su físico y su cabeza siguen alineados.

Creador de su destino 
Su receta: creer en su potencial y darlo todo para alcanzar sus sueños.

"Siento que tuve el poder de crear mi propio destino (...) lo creo y lo siento con cada célula de mi cuerpo. Vive el presente, olvídate del pasado. Si quieres un futuro mejor, creálo tu", repite el serbio, cuya infancia estuvo marcada por las guerras en su país en la década de 1990.

Djokovic, que dejó Belgrado durante los bombardeos de la OTAN para entrenar en Múnich a los 12 años, ganó el primero de sus 24 Grand Slams en 2008 en Australia.

Y esperó tres años para sumar su segundo gran título.

Sometido a una preparación física exigente, su físico se transformó en aspecto vital de su juego.

Su dieta libre de gluten también es parte de la ecuación que le permitieron ganar en 2011 el Abierto de Australia, Wimbledon y el US Open. Ese año se adueñó del número uno del mundo por primera vez, dejando atrás a sus dos archirrivales por casi dos décadas, Nadal y Federer.

En su palmarés figuran 10 coronas del Abierto de Australia, siete de Wimbledon, tres de Roland Garros y cuatro del US Open, además de los récords de títulos Masters-1000 y mayor cantidad de semanas en la cima de la ATP.

Casi perfecto 
En París-2024, Nadal recibió una vez más una catarata de cariño de los parisinos desde su protagonismo en la apertura de los Juegos, donde fue relevista destacado, hasta las ovaciones recibidas en Roland Garros durante su participación.

Djokovic genera aplausos, admiración, pero lejos de la locura que Nadal y Federer imponen a donde quiera que vayan.

Más ocurrente, padre de familia y políglota, el serbio tiene todas las aristas que cualquier empresa quiere captar. Y las marcas de lujo que lo apoyan no le faltan, sin embargo no ha sido inmune a la controversias.

La más sonada de ellas apareció con la pandemia, cuando rechazó vacunarse contra el coronavirus. Su decisión le costó ser deportado de Australia en 2022, perderse el Abierto de ese país y también el US Open ese año.

Reiteradas discusiones en la cancha cuando las cosas no le salen y un episodio que aún lamenta en el Abierto de Estados Unidos en 2020, cuando un abuso de raqueta suyo terminó con una jueza de línea golpeada y el serbio descalificado, minan su búsqueda incesante de la adoración total.

En París-2024 tampoco consiguió ser el 'rey' para el público, pero sí ser el campeón olímpico y seguir demostrando que es el jugador más ganador de la historia del tenis.

"En cuanto a números, Djokovic sin ninguna duda" es el mejor de la historia, certificó Alcaraz, tras ser despojado del oro en París-2024 por un Djokovic inmenso.

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