Cerca de 2.200 millones de personas en el mundo viven sin acceso a agua potable, una cifra que preocupa si se tiene en cuenta que el consumo de agua en el mundo se ha sextuplicado en los últimos 100 años y sigue creciendo a un ritmo anual del 1%, según la Unesco.
Por eso, durante la Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de marzo, se recuerda la importancia del líquido. En esta oportunidad la fecha quiere exaltar el sentido y el valor del agua para las personas, es decir, la forma en que se valora el agua determina cómo se gestiona y se comparte y cada vez se hace más necesario recordar que este es un recurso finito e insustituible.
De acuerdo con el Pacto Global Red Colombia hoy en día, el agua está amenazada por el crecimiento de la población, las crecientes demandas de la agricultura y la industria, y el empeoramiento de los impactos del cambio climático. Mientras las sociedades equilibran las demandas de recursos hídricos, los intereses de las comunidades no se tienen en cuenta y las cifras hablan por sí solas, en Colombia, por ejemplo, 1 de cada 3 personas viven sin agua potable.
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Es el caso de San Andrés, el departamento más grande de Colombia si se tiene en cuenta la extensión de la plataforma marítima de más de 800 kilómetros que la conforma, y quien enfrenta una situación en cuanto al agua potable en la que aún se exploran nuevas alternativas para cubrir las necesidades de esta población.
Ancestralmente los isleños se abastecen de este insumo gracias a las cisternas que almacenan el agua de lluvia o los mas de 6000 acuíferos domésticos identificados por la Corporación Ambiental Coralina qué extraen agua subterránea, sin embargo, como lo indica el coordinador del recurso hídrico de la isla Tomas Guerrero, estos representan un riesgo para la salud ya que es agua que está siendo filtrada por la cantidad de pozos sépticos qué hay en la isla y el nivel de salinidad que en ocasiones alcanza hasta un 68%.
La contaminación presente en estos acuíferos alrededor de estos 27 km cuadrados de tierra ha llevado a la administración a apostarle la implementación de plantas o maquinaria que capta el agua de mar y la potabiliza (actualmente hay una planta que transforma 50 litros de agua por segundo) logrando así cubrir el 82 % de la demanda existente en la isla y llevando agua a los Barrios más vulnerables de la isla como Schooner Bight, Simpson Well y Back Road.
Iniciativas
En el departamento de Caldas el agua es la abanderada y hay 143 clubes defensores del agua. El chaleco y la gorrita azul, con las botas pantaneras identifican en las poblaciones a los también bautizados como Superhéroes del Agua. Esta es una estrategia educativa por medio de la cual 3 mil niños y niñas en edad preescolar y los estudiantes de primaria, se familiarizan y conocen lo valioso que es este recurso para la vida del ser humano.
De acuerdo con Sebastián Ramírez Escobar, líder del componente de Gestión social del Plan Departamental de Agua de Caldas, los 27 municipios del departamento cuentan con al menos un Club Defensor del Agua, y allí se difunden mensajes y realizan acciones encaminadas al uso y ahorro eficiente del agua, gestión integral de los residuos sólidos, la cultura de pago y el cuidado de la infraestructura.
Un ejemplo de sus logros es el de un grupo, orientado por el profesor Alonso Fernando Osorio, que logró conseguir una planta de tratamiento para llevar agua potable a la escuela y a las familias de su vereda. “En El Verso, corregimiento de Filadelfia (Caldas), el agua siempre fue contaminada. Llegaba a las casas, desde riachuelos, por mangueras, zanjas y canoas elaboradas en guadua. Las enfermedades estomacales eran la constante. Revertimos la situación para ellos y para 25 familias de la zona. Hoy, todos toman agua limpia”: señaló.
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Finalmente, el mensaje que este profesor y los demás les brindan a los niños es el de emprender proyectos que generen posibilidades de darle una vida más larga al patrimonio hídrico.
Políticas públicas
Y hay que ir a otras ciudades del país para conocer otras realidades, Villavicencio, por ejemplo, es la ciudad donde por primera vez en Colombia, se tiene una Política Pública de la Gestión Comunitaria del Agua, que por un periodo de 12 años fortalecerá la labor de líderes y lideresas de los más de 100 acueductos comunitarios que operan en este municipio. Estos son el resultado de procesos organizativos y de autogestión, que las comunidades por largos años llevaron a cabo para la prestación del servicio público del agua en sus territorios, gracias a quienes han luchado por este recurso y por trabajar en sus derechos. “Nosotros nacimos del olvido del Estado, porque en su momento los llamamos y nos cerraron las puertas, por eso, nos tocó organizarnos a las comunidades y trabajar unidos para llevar el agua a nuestras familias”, así lo expresó Adriana Baquero, presidenta de la Red de Acueductos Comunitarios de Villavicencio ‘Acer Agua Viva’.
Desde esta red, se acompaña la labor de los diferentes acueductos, dentro y fuera de la ciudad. Además, hace cuatro años se realiza ‘Las Escuelas del Agua’, una estrategia que vincula a los niños y jóvenes que viven en los barrios con acueductos comunitarios, para incentivar que los menores se enamoren del tejido social y de los procesos comunitarios. Recorren las instalaciones y bocatomas, a medida que les van compartiendo la historia de estas construcciones y la importancia de proteger el agua.
Por otro lado, cabe mencionar que, por más de diez años, la ciudad de Villavicencio atraviesa una problemática en su sistema de acueducto, que empeora en época de lluvias, dejando sin agua a media ciudad, lo que ha ocasionado diferentes protestas de los usuarios para exigir una solución definitiva. “Gracias a nosotros, es que el municipio no ha colapsado ni han declarado una emergencia sanitaria”, puntualizó Adriana.
Es por esto que, en el marco del Día Mundial del agua, se resalta en Villavicencio, la labor de aquellos que han luchado fuertemente, no solo por llevar el agua hasta sus viviendas, sino por convertirse en esos guardianes de cuenca de las fuentes hídricas que les da la vida, protegiéndolas de la privatización, la explotación minera o cualquier tipo de contaminación.