La zona del Catatumbo ha tenido desarrollo económico, cultural y presencia institucional desde que iniciaron las exploraciones petroleras a inicios del siglo XX. Sin embargo, la incursión de esa industria no ha significado del todo prosperidad para sus habitantes que se han enfrentado a conflictos como el desplazamiento de comunidades indígenas; ambientales, por la contaminación de fuentes hídricas debido a atentados al oleoducto que al tiempo causa pérdidas al país.
En 1903 el gobierno autorizó las concesiones donde hubiese yacimientos petroleros, momento en que se firmó un contrato con el general Virgilio Barco Martínez, para que sacara provecho al permiso dado para explorar en la región del Catatumbo. Barco Martínez montó una fábrica de querosene, cuenta Luis Eduardo Páez García, presidente de la Academia de Historia de Ocaña, dando inicio a lo que hoy se conoce como Campo Tibú.
En 1918 la concesión pasó a la Colombian Petroleum Compañy, con lo que comenzó la incursión al área del Catatumbo la cual va a tener efectos positivos y negativos, dice el académico Páez García, quien ahonda en el tema considerando que los primeros se dan en el sentido que el país se pone a producir petróleo con la respectiva entrada de divisas. Los segundos, van ligados a la penetración de las compañías norteamericanas que llevaron al Catatumbo gran cantidad de colonos, procedentes de todas partes de Colombia, quienes a su vez empezaron a desplazar a la comunidad del pueblo Barí de sus territorios originarios.
“Con despojo de tierra, muertes, erradicación de poblados de los indígenas, los colonos empezaron a asentarse formando pequeños poblados y abrir carreteras, de tal manera que los Baríes terminaron arrinconados”. Agrega el historiador que los Barí, en su reacción en defensa del territorio, “causaron la muerte de muchos colonos que entraban al territorio. Sin embargo, la fuerza la tenía el Estado y a través de las empresas petroleras se generó el desplazamiento de la comunidad indígena hasta los resguardos donde hoy en día se encuentran arrinconados”.
Sin embargo, Páez considera que el petróleo en el Catatumbo, desde la perspectiva humana, trae una circunstancia compleja y dolorosa para la configuración del territorio.
El licenciado en Filosofía e Historia Jesús Casanova, quien ha dirigido investigaciones sobre la situación geopolítica del Catatumbo para la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, complementa manifestando que, para ese entonces, el río Magdalena jugó un papel importante en el desarrollo siendo ruta de ingreso a la región para quienes buscaban llegar a la zona del Catatumbo anhelando un puesto en la naciente empresa petrolera.
“Llegando al puerto de Gamarra, pasando a La Gloria, el corregimiento Ayacucho, en el Cesar y a El Carmen, Convención y Ocaña se entraba al Catatumbo buscando la llegada a Tibú y sus zonas adyacentes generando el crecimiento masivo de población teniendo actualmente más de 36 mil habitantes.
Esto ha implicado que, al ser producto de una invasión blanca y movimientos masivos de población, se consoliden con problemas y falta de identidad propia.
Bonanza
Los municipios El Tarra y Tibú con su corregimiento La Gabarra, adquieren la impronta de zona petrolera pues surgen como pequeños poblados donde se concentraron las personas procedentes de otras regiones que llegaron a buscar los altos salarios que pagan las petroleras, lo que implicaba circulación de dinero en estos pueblos.
El empleo y regalías
Actualmente son 76 pozos de producción de petróleo y 61 pozos inyectores en este campo que genera empleo para más de 431 personas de manera directa y miles de manera indirecta. Según un reporte de una de las empresas contratistas de Ecopetrol, entregado a la Secretaría de Gestión Minero Energética Sostenible de Norte de Santander, son 400 empleos directos en Tibú, cuando los campos están en su menor producción, y 1200 cuando la producción es mayor.
Más allá de los empleos directos e indirectos y de la actividad económica que se genera desde la industria petrolera, también hay una serie de impuestos y regalías. Unas son directas y otras indirectas, explica John Leonardo Olivares Sierra, secretario Gestión Minero Energética Sostenible de Norte de Santander.
Con la reforma del Sistema General de Regalías se ha permitido que Tibú se quede con el 25 por ciento de los recursos pagados por las empresas petroleras que hacen presencia en la región, añade Olivares Sierra quien, sin revelar datos exactos, considera que se recibe “una cifra significativa”.
Para el funcionario, el desarrollo de la actividad petrolera en el Catatumbo genera, en cuanto a empleos, tres directos por uno indirecto; más la dinamización de la economía local por gastos de transporte, estadía, alimentación para trabajadores, contratistas y personal que fluctúa en el marco de la planta petrolera.
Presencia del Estado
Esta infraestructura y su actividad trae consigo presencia de la institucionalidad en la zona, lo que también aporta al crecimiento de la población y su desarrollo, dice Oliveros. No solo la fuerza púbica sino entidades del orden nacional han montado oficina en Tibú, como el Centro Zonal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, entidades financieras, Casas de Justicia, unidad Local de Fiscalías e instituciones educativas.
Lo negativo
Olivares explica que al existir empleos mejor pagos, los agricultores quieren dejar el trabajo en el campo para emplearse en el sector petrolero donde los ingresos son mejores. Ante esto, propone adelantar coordinaciones entre el sector agropecuario y el petrolero, para que los habitantes de la región puedan alternar sus actividades en los cultivos y en la planta petrolera. En tal sentido, pone como ejemplo que cuando no haya necesidad de tenerlos en actividades propias de mantenimiento de pozos, regresen a la agricultura. “Esto impediría que un sector desplace a otro, y, por el contrario, una economía impulse la otra”.
Un panorama desalentador, según Olivares, fue el generado durante el paro nacional, ya que durante las jornadas de protesta se perdieron empleos que no se han podido recuperar.
El otro tema negativo está enmarcado en los factores de seguridad. Por un lado, están los atentados al oleoducto Caño Limón-Coveñas que afectan la producción en los campos petroleros. Por otro lado, el robo de crudo a través de válvulas y refinerías ilegales.
En esta línea temática, para el presidente de la Academia de Historia de Ocaña, actualmente la presencia de guerrilla en el área cometiendo atentados contra el oleoducto ha generado crisis ambiental de altísimas proporciones al envenenarse y contaminarse los caudales que surten los acueductos.
Cenit, compañía filial del Grupo Ecopetrol, en la información de empresa que envía de manera frecuente, anota que mantiene articulación permanente con los consejos municipales del riesgo ante las constantes afectaciones causadas por la instalación de válvulas ilegales y atentados al oleoducto. Ante estos eventos, la empresa ha tenido que extender kilómetros de barreras de contención cuando el petróleo cae a las fuentes hídricas. Para evacuar el crudo, según Cenit, se utilizan entre 200 y 300 personas quienes han tenido que recoger hasta cuatro toneladas de residuos sólidos contaminados. Además, tienen que mantener protección a las bocatomas de los acueductos y hacer monitoreo permanente.
Yuleixer Torrado, líder cívico de El Tarra, hace referencia a una contaminación diferente a la hídrica, y es la generada por tubería abandonada por las petroleras. Tras considerase que prestó su vida útil quedaba regada por las veredas. “Inicialmente se empleaba por comunidades para venderla en el mercado negro, esto fue prohibido por la propia gente y ahora reciclamos esa tubería para convertirla en puentes y pasos peatonales denominados ‘quiebra patas’, eso fue una vez nos percatamos que los tubos abandonados y regados por todo el Catatumbo se podían aprovechar”, dice Torrado.
El secretario de Gestión Minero Energética Sostenible concluye que, teniendo en cuenta que el petróleo y gas son apalancadores de otras industrias, “hay mirar cómo dar mayor valor agregado a la industria petrolera en el Catatumbo para generar producciones alrededor de la industria petrolera para que cuando desaparezcan los campos de producción, la región quede lo suficientemente desarrollada para que pueda continuar su adelanto social”.