El proyecto Willow es una propuesta que otorga a la compañía ConocoPhillips la posibilidad de extraer petróleo y gas en la remota zona de North Slope en Alaska. Esta iniciativa lleva años intentando ver la luz, pero siempre ha estado inmersa en conflictos legales por la afectación ambiental que supone.
Entre los argumentos de los detractores de Willow está el hecho de que se estima que las emisiones anuales de CO2 producidas únicamente por la extracción, serán equivalentes a poner en circulación de forma ininterrumpida 2 millones de automóviles. Adicionalmente, grupos ecologistas han llamado la atención de los medios por el impacto negativo que llevar a cabo durante 30 años este proyecto generará en las especies oriundas de Alaska, así como la afectación a la seguridad alimentaria de las comunidades nativas.
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Sonny Ahk, un joven activista iñuipat que hizo campaña contra ‘Willow’, dijo que el desarrollo extractivo "catalizará la futura expansión petrolera en el Ártico". Y añadió que "mientras que los ejecutivos de fuera del estado obtienen ganancias récord, los residentes locales deben lidiar con los impactos perjudiciales de estar rodeados de operaciones de perforación masivas".
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Por su parte, los defensores del proyecto se centran en los numerosos empleos que se generarán para mantener la operación, de la que es considerada hasta ahora, como la mayor extracción aprobada para una compañía en Alaska. ConocoPhillips, también, aseguró que el proyecto mejorará la seguridad energética y brindará beneficios a quienes habitan el sector.
De igual manera, de acuerdo a voceros de La Casa Blanca, este proyecto no podría retrasarse más en su implementación. Pues, pese a que la administración Biden agotó todos los recursos legales para detener su avance, la empresa tiene licencia desde 1999 y podría haber montado un sólido caso de apelación contra el Estado.
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Lo que es claro para analistas de medio ambiente como Matt MacGrath, quien es corresponsal para la BBC, es que esta decisión no obedece a intereses meramente económicos, sino que es una jugada política, donde Biden incumple nuevamente su promesa de no permitir perforaciones en suelo federal, pero lo hace bajo la presión de los tribunales.
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Con elecciones presidenciales a pocos meses, el actual mandatario “desea ser visto como un líder de centro, preocupado por el suministro de petróleo y los precios para los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, al dar luz verde a la perforación, arriesga el apoyo de muchos jóvenes que votaron por él en 2020” concluyó MacGrath.
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