Como muchos humanos, los planes de viaje de Emma se vieron frustrados por el coronavirus pero después de tres meses de retraso, esta hembra de rinoceronte blanco llegó a Japón en busca del amor.
Emma, de cinco años, procede del Leofoo Safari Park de Taiwán, donde fue seleccionada para encontrar una pareja en Japón con el objetivo de reproducirse y favorecer la mezcla genética.
Su traslado al zoológico de Tobu, en Saitama, cerca de Tokio, estaba previsto en marzo pero las complicaciones de la pandemia retrasaron su salida. Finalmente llegó a su destino el martes, dijo el zoológico en un comunicado.
Emma fue elegida entre la manada de 23 rinocerontes del Leofoo Safari Park por su temperamento pacífico y su físico esbelto.
El público podrá verla durante varias semanas en Japón, donde conocerá a su primer pretendiente, Moran, un varón de 10 años.
Los programas de reproducción en zoológicos han tenido un papel fundamental para salvar a los rinocerontes blancos del sur.
Según la asociación Save the Rhino, esta subespecie cuenta actualmente con menos de 19.000 ejemplares en estado salvaje en el sur de África. En el siglo XXI estuvo a punto de desaparecer pero pudo ser salvada por los esfuerzos de conservación.
Sus primos del norte no tuvieron tanta suerte y solo quedan dos hembras, lo que significa en la práctica esta subespecie esté extinguida.
Otras familias de rinocerontes, como el rinoceronte de Java y el rinoceronte de Sumatra, tienen menos de 100 representantes cada una.
El Leofoo Safari Park importó ocho rinocerontes blancos del sur en 1979 y ahora tiene el programa de reproducción más exitoso de Asia para esta subespecie.
La caza furtiva de rinocerontes se explica por la demanda de cuernos en Asia, especialmente en China y Vietnam, donde se venden como afrodisíaco o incluso como cura para el cáncer.