Niñas y niños rurales de San Vicente del Caguán están remando por la paz
El escenario de entrenamiento de los jóvenes es un estanque que antes era utilizado para proyectos de cría de peces. Sus profesores que son firmantes de paz, conforman el equipo de rafting llamado ‘Remando por la Paz’.
En la vereda Miravalle, ubicada en la zona de reserva campesina Pato Balsillas, en San Vicente del Caguán, Caquetá, 36 niñas, niños y jóvenes de las veredas aledañas participan en el semillero de rafting que lidera el equipo ‘Remando por la Paz’.
Este proceso deportivo que nació y se fortaleció en las corrientes del río Pato, es producto del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno de Colombia y la extinta guerrilla de las Farc en 2016, y que hoy, además de ser una muestra de reconciliación nacional, se proyecta como un grupo de competencia internacional.
Según Hermides Linares Montiel, firmante de paz, actual vicepresidente de la liga Caquetá de Rafting y director técnico del equipo Remando por la Paz, el semillero abrió inscripciones hace un poco más de un mes y es un sueño que empieza a materializarse, pues la reciente participación del equipo en el Mundial de Rafting en Italia en el mes de julio del 2023 les hizo comprender la importancia de conformar la primera escuela de esta disciplina en la Amazonía.
Entrenan todos los sábados por la mañana, sus padres, madres y vecinos acompañan la jornada. El equipo de rafting dirige el entrenamiento: ¡a la derecha! ¡No se abran tanto! ¡Vamos, vamos! se escucha en el ambiente. Después de mucho remar, salen a almorzar a la casa de Hermides; ahí, su familia tiene listo el alimento para ellos y ellas. Todo es resultado de los esfuerzos, voluntades y recursos propios.
Por ahora, los pequeños entrenan en un estanque que antes era utilizado como reservorio de agua para un proyecto de piscicultura que ya no funciona. Aunque no estaba en los planes, según Hermides, el espacio es perfecto para esta primera fase de la formación en la que están los estudiantes, donde aprenden sobre el manejo y control del bote, ya que la idea es que cuando dominen esta etapa puedan remar en el río Pato e incluso más adelante en otros afluentes de Colombia y del mundo.
Con entereza, Hermides y su equipo asumen el reto de sacar adelante esta escuela, confiados de que encontrarán organizaciones e instituciones que en el camino decidan sumarse y aportar a la sostenibilidad y ampliación de esta iniciativa de paz, que brinda nuevos referentes a las juventudes rurales de San Vicente del Caguán distintos a los de la guerra, que genera apropiación por el territorio y que promueve el aprovechamiento sano del tiempo.
“A eso estamos comprometidos desde que firmamos el Acuerdo de Paz, en ser constructores de paz. Yo creo que aquí estamos dando un ejemplo de reconciliación, de apuesta al proceso y de proyección hacia el futuro. Queremos atraer la juventud para que no se nos pierda en la confrontación, en las drogas, en los vicios, en las calles, entre otras cosas, que no le hacen ningún bien al departamento” señaló Hermides.
Forjar campeones para el futuro
Mayerly Gamboa Aroca, habitante de la vereda Miravalle e integrante de Remando por la Paz, cuenta que la motivación de empezar esta escuela es fortalecer las capacidades de los jóvenes y niños. Ella confía en que los 36 jóvenes que actualmente están remando en el estanque, entre los que se encuentra su hijo Marlon, se enamoren de este deporte y así como ella, tengan la oportunidad de viajar a otros países y poner en alto el nombre de sus veredas.
“Qué mejor camino que el deporte, compartir con otros niños como familia y forjar unos campeones para el futuro de mañana” destacó Mayerly.
Marludy Bustos, es agente educativa del Instituto de Bienestar Familiar en Miravalle; trabaja con primera infancia y hace poco circuló en sus redes sociales el video de cerca de 10 niños y niñas en un salón de clases, que en botes de cartón, acompañados de remos hechos a base de palos de escoba y de una gran imaginación, impulsaban su embarcación. Ella fue la profesora que diseñó y creó los elementos para que los niños tuvieran la oportunidad de seguir el ejemplo del equipo Remando por la Paz.
“Ellos son muy felices con sus barquitos de papel, pero esperamos que luego puedan venir a vivir la experiencia aquí”, señaló Marluby, mientras acompañaba el entrenamiento de los jóvenes.
Catalina Vargas Perdomo y Santiago Aldana viven en veredas aledañas y están en el semillero desde que iniciaron las clases. Destacaron que han aprendido estabilidad, que nunca habían practicado este deporte e invitaron a todos los niños y niñas que quieran vivir una nueva experiencia, a matricularse en la escuela de rafting.
“Aprender a experimentar más cosas es lo que más me ha gustado, lo más importante es tener empeño y que a uno le guste, porque si a alguien que no le gusta o no quiere, pues no le va a meter empeño ni nada”, fue la recomendación de Catalina para los vecinos que quieran ingresar a la escuela.
Por su parte, Santiago contó que su motivación fue ver tantos turistas que venían a remar en el río Pato, sobre todo en el mes de enero de cada año: “me parece muy bacano, lo que más me ha gustado es remar” resaltó.
Para María Alejandra Charry López, otra de las estudiantes, este es un deporte distinto a los que están acostumbrados: “fue cambiar la rutina y me llamó mucho la atención cuando fueron a invitarnos. Sí, me gustaría participar en el equipo profesional” indicó.
Según Hermides, el propósito es seguir ampliando la escuela y pasar de atender a 36 niños, niñas y jóvenes, a tener una capacidad para 70 u 80 menores entre los 10 y los 17 años, seguir garantizando este aprendizaje de forma gratuita y posicionarse como la primera escuela de rafting de la Amazonía, una iniciativa que apuesta por la convivencia pacífica desde el deporte.