Una blonda cabellera tras un sombrero mogollo: cuando Brigitte Bardot cantó 'El cuchipe'
En 1963, la diva francesa Brigitte Bardot sorprendió con su interpretación de ‘El cuchipe’, aquel célebre bambuco fiestero compuesto en 1929 por Soledad Ramírez y Eduardo Gómez Bueno.
La tarde del lunes 11 de enero de 1965, una de las pistas del Aeropuerto Internacional El Dorado se paralizó durante 45 minutos. No era para menos: al interior de un jet Varig que hacía escala técnica en Bogotá se encontraba la mismísima Brigitte Bardot; venía procedente de los Carnavales de Río y se dirigía a México, ciudad en la que iba a grabar la película ‘¡Viva María!’. Causó tanto alboroto su visita fortuita que tendieron la escalerilla de la aeronave para que saludara.
Dentro de la multitud arremolinada se encontraba el reportero de El Tiempo Miguel Ayuso, quien al día siguiente reseñó en las páginas centrales del periódico que la prodigiosa actriz, además de firmar algunos autógrafos, capoteó con gracia las preguntas y peticiones que el ejército de periodistas le lanzó a quemarropa. “Podría usted cantarnos alguna canción, por ejemplo, un bambuco”, cuenta Ayuso que suplicó uno de los tantos impertinentes, a lo que ella respondió de manera pícara y tajante: “Yo no he venido a cantar. Si desean oírlo compren el disco”.
¿Por qué alguien cuestionaba a la diva con tan singular demanda? Para obtener respuesta es menester ubicarnos en París y remontarnos al 1 de enero de 1963 cuando Bardot, durante la grabación del programa de televisión À vos souhaits Brigitte!, cantó –en impecable español y sin rastros de erres arrastradas- una vernácula pieza del cancionero andino colombiano. Allí, ataviada como una típica campesina boyacense de la región central, BB, como ya era apodada en esos días fastuosos, sorprendió a la teleaudiencia, no solo por el abigarrado atuendo que contrastaba con su desenfada sensualidad, sino por la inesperada interpretación de ‘El cuchipe’, aquel célebre bambuco fiestero compuesto en 1929 por Soledad Ramírez y su esposo, el marinillo Eduardo Gómez Bueno.
La noticia del insólito suceso no tardó en llegar a las salas de redacción locales. Cromos, por ejemplo, le dedicó tanto la portada como varias páginas interiores. En el colmo del asombro, el escritor Eduardo Caballero Calderón, por ese entonces embajador de Colombia ante la Unesco, le relató a la revista su conmoción: “Un repique de pandereta rodeada de cascabeles, un galope de tiples adornados con cintas tricolores resulta Chiquinquirá en la boca de esta francesita boyacense que era Brigitte Teresa o Brigitte Dolores, en la pantalla de la televisión. La B. B. es un fenómeno indiscutible como la bomba atómica o el muro de Berón oriental o la devaluación del peso o el arte abstracto”.
Ahora bien, otra pregunta urgente viene al cuento: ¿En qué circunstancias conoció la francesa ‘El cuchipe’? No hay que hacer muchas averiguaciones al respecto pues ella misma, aquella tarde de 1965, se encargó de resolver el misterio: “Unos amigos en París me la enseñaron y la sé tocar en guitarra”, le manifestó al periodista de El Espectador Arturo Vélez, quien no era otro que el atrevido gacetillero aludido –más no mentado con nombre propio- por Miguel Ayuso. Acá viene bien recordar que BB era asidua del bar L´Escale, un sitio de moda entre finales de los 50 y mediados de los 60, donde tocaban Los Incas y Los Machucambos, dos agrupaciones de folclor latinoamericano que solían tocar la canción en sus presentaciones nocturnas.
Veintitantos días después del sonado episodio televisivo, ‘El cuchipe’ apareció en un sencillo de 45 rpm editado por Philips, sello que también la incluyó en el LP epónimo ‘Brigitte Bardot’ y en el EP ‘L'Appareil À Sous’. En la contraportada de este último podemos ver a la cantante que esconde su blonda cabellera tras un pañolón y un remedo del ‘envarillado’ o ‘mogollo’, como se le conoce al inconfundible sombrero de las campesinas boyacenses.
Luego de popularizar en tierras europeas una canción inspirada en las fiestas de la Virgen de Chiquinquirá, Brigitte Bardot tuvo relaciones curiosas con el contexto colombiano. Entre otras, recordamos la invitación fallida que el padre Rafael García-Herreros le extendió en 1966 para que asistiera al Banquete del Millón, los 3.000 francos que donó a la Sociedad Protectora de Animales de Colombia y su aparición en una memorable ficción erótica del escritor tunjano R.H. Moreno Durán, quien en el cuento ‘El olor de tus depravaciones’ conjura un tórrido romance entre la rubia fantástica y el poeta Jorge Gaitán Durán.