“Si no vives para servir, no sirves para vivir” ese es el lema de Deisy Rodríguez, enfermera del municipio de Mesetas, Meta, ubicado a tres horas desde Villavicencio, que desde muy joven transitó los caminos de herradura por donde las comunidades, a falta de carreteras, tenían que llevar a sus enfermos en guando, costales o sábanas, hasta algún lugar para acceder a atención médica.
Deisy es una mujer “raca mandaca” como decían los abuelos para referirse a las personas valientes, pues los sufrimientos de su infancia la impulsaron a visibilizar las complejas situaciones que vivían los campesinos de diferentes veredas de Mesetas. Por ejemplo, que las carreteras eran deficientes y movilizarse dentro del municipio era una tarea difícil y complicada.
Cuando tenía 17 años y por su vocación de servicio a la comunidad, se capacitó como promotora de salud. Con la llegada de estos talleres, que fueron dictados por el SENA, pasó a ser parte de los famosos “malarios”, personal de la salud que hacían campañas y visitas contra la malaria en algunas de las veredas más alejadas del municipio, ganándose el corazón de muchos habitantes de estas zonas de difícil acceso.
Su carisma y su pasión por aprender cada día nuevos conocimientos la hicieron conocida rápidamente entre todos los habitantes. Junto a las parteras de la región, atendió múltiples nacimientos de jóvenes que hoy la recuerdan con cariño; de los indígenas Teguas aprendió el manejo de las plantas y así, conviviendo entre las comunidades, fue combinando sus conocimientos de enfermera con los tradicionales.
El paso de los años no ha sido un impedimento para que hoy Deisy se monte en su moto y vaya hasta el lugar más alejado de su municipio. Y si no hay carretera, lo hace a lomo de mula o caminando, pues a la hora que sea, llueva o truene, ella atiende mordeduras de serpiente, heridos con guadañas, vacuna a niños, remite a centros de salud si las personas están muy graves y hace todo lo que esté en sus manos y en la de los galenos que la acompañan para aliviar el sufrimiento de centenares. Hasta curas ha llevado para dar la extremaunción…
Cuenta que cualquier casa es su casa y que siente que gracias a su labor es recibida muy amablemente por la comunidad. En muchas ocasiones ha tenido que pasar noches fuera de su casa, con el fin de prestar sus servicios de enfermería a quienes lo necesita y asegura que aunque no siempre recibe alguna remuneración monetaria por su labor, nunca ha aguantado hambre ni le ha faltado lo más importante: el amor de sus hijos y su familia.
Desde hace siete años conformó una asociación para cuidar de los adultos mayores, pues esta es una de sus prioridades. Por el momento, cerca de 200 personas mayores hacen parte de este proyecto y se benefician de él, pues realizan diferentes emprendimientos y actividades para que, como dice Deisy, se sientan útiles y vivos.
Asimismo, esta enfermera ha ayudado para que mujeres cabeza de hogar especialmente de la zona rural tuvieran un espacio en los mercados campesinos. Ahora cada quince días salen a vender sus productos como: yuca, plátano, frutas, hortalizas y otros, con los cuales han mejorado notablemente su calidad de vida.
En la actualidad, Deisy apoya servicios de enfermería en 21 veredas del municipio de Mesetas, así como en el casco urbano y ha participado en algunas campañas de prevención de salud a nivel departamental. Ha luchado para que el sueño de muchos campesinos de tener un puesto de salud en zona rural fuera real, pues ayudó en la gestión del lote y en sus mejoras.
Cuando se le pregunta a alguien de Mesetas quién es Deisy, todos responden con cariño “Ah sí, la enfermera”.
Esta mujer también ha visto como su territorio ha pasado de la guerra a la paz. Hoy es parte de las páginas de la historia de este municipio, con su trabajo desinteresado y amoroso, pues su objetivo principal ha sido ayudar a enfermos en medio de caminos hostiles y recónditos. Dice que espera trabajar por muchos más años y vivir muy feliz al lado de sus hijos.