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Benjamín Villegas: el diseñador como lector y editor

Del niño que se maravillaba con los libros de arte, pasando por el diseñador-arquitecto y llegando hoy a ser uno de los referentes de la industria editorial. Te contamos sobre la trayectoria de Benjamín Villegas.
Diseño gráfico en Colombia: Benjamín Villegas, diseñador y editor
Foto: Radio Nacional de Colombia
Santiago Díaz Benavides

Nadie dice que existe un límite de edad para la creatividad. Eso pareció entenderlo muy bien Benjamín Villegas, quien desde muy joven se vio interesado en las artes gráficas y siendo no más que un muchacho relevó a un tal Fernando Botero como director de arte de una de las revistas culturales más importantes en Colombia durante la década de los 60.

La revista Lámpara, de la ESSO colombiana, estaba buscando a la persona ideal para darle una nueva cara al proyecto y encontraron en Villegas un joven inquieto con ideas frescas. Habiendo cumplido apenas la mayoría de edad y con algo de experiencia en el mundo del diseño editorial, pues al interior del Gimnasio Moderno, de donde se graduó como bachiller, había llevado a cabo un proyecto de periódico escolar, llegó a darle rienda suelta a sus invenciones.

A partir de allí, todo fue viento en popa. Quién iba a pensar que un año después, con 19, iba a comenzar a dar clases en el recién creado programa de diseño gráfico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, convocado por el mismísimo David Consuegra, uno de los pioneros de la gráfica como profesión en Colombia.


Este contenido hace parte del especial 'Nuestros trazos': historia del diseño gráfico en Colombia, conócelo aquí.


Villegas hacía las de Batman, día estudiaba Arquitectura en la Universidad de Los Andes, y de noche, enseñaba Diseño y Diagramación en la Tadeo. Lo del día y la noche es metafórico, desde luego, pero sirve para ejemplificar el caso. La cuestión es que mientras él se formaba, otros eran formados por él, y aquello terminó convirtiéndose en un semillero muy interesante y representó para el joven talento un periodo de amplísimo aprendizaje.

Volviendo un poco atrás, a su infancia, el primer contacto que tuvo con la estética fue a través de los libros de arte de su abuelo. En su casa siempre hubo libros y sus contactos tenían más que ver con la lectura, pero las primeras veces que se sintió atraído por las formas y los colores fue con esos libros grandotes que su abuelo le enseñaba. Podría decirse que ahí empezó todo.

Foto: Villegas Editores

“La relación con el papel impreso, esa constante que había marcado la trayectoria de sus ancestros, marcaría también la suya. Su abuelo materno, Manuel José Jiménez, además de escritor y periodista, fue fundador de una imprenta y de tres revistas de gran impacto en la historia colombiana del momento: Patria, Sal y Pimienta y Fantoches. Benjamín, a su vez, muy joven todavía, publicó El alepruz, una revista con el cariñoso sobrenombre que el abuelo le acuñara”, se lee en su biografía en el portal de Villegas Editores.

Trabajador incansable, siempre buscó nuevos retos. Mientras estudiaba arquitectura y hacía las veces de profesor en la Tadeo, trabajaba por su cuenta y, habiendo dejado una buena impresión de su oficio en los distintos sitios en los que trabajó y con las distintas personas para las que diseñó, las puertas se le abrían de par en par cada que necesitó de una nueva entrada.


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Para cuando se graduó la primera promoción de estudiantes de la facultad, sin siquiera contar con un título formal, la decanatura resolvió otorgarle el grado honorífico en diseño gráfico. Benjamín Villegas lo aprendió todo de manera genuina, tan solo llevado por la curiosidad, sin cruzarse un solo segundo con el entorno académico, y reconocieron en él la autenticidad. La Universidad Jorge Tadeo Lozano graduaba junto a sus estudiantes a quien había sido el mejor de los aprendices y el mejor de los maestros.

Una época intensa en materia creativa le permitió a Villegas y a otros tantos más, explorar al máximo nivel en lo referente al mundo gráfico. Las revoluciones, las dictaduras, el hipismo y la contracultura, la influencia del rock, el LSD, las drogas, los colores, las formas. Todo iba demasiado rápido y era cuestión de estar atento. Así llegó su época en ‘La calle’, un espacio en el que, ya casado, le permitió encontrarse a sí mismo a merced de todas estas influencias y darse cuenta de los muchos horizontes y diversos caminos que podía tomar.

‘La calle’ no fue más que un grupo de casas en un vecindario cercano al centro de Bogotá, en donde varios jóvenes de la época, artistas, músicos, escritores, fotógrafos, se dieron el lujo de tener un espacio propio que les permitiera tener las condiciones apropiadas para desarrollarse creativamente, amparados por el lema de “Prohibido prohibir”.

Foto: Villegas Editores

Aparecieron entonces, con un ánimo desprevenido, un montón de jóvenes que buscaban dar con sí mismos. Llegaron de todas partes del país y del mundo. Villegas recuerda a uno en particular, de quien le llegó noticia hace poco, un fotógrafo de Oriente Medio quien en su paso por Colombia retrató este lugar.

Siempre había algo que hacer en ‘La calle’ y esa experiencia influyó mucho en las formas más libres del diseño que más tarde haría Villegas, sus concepciones más amplias alrededor del color y los trazos.

Pasando del mundo de la publicidad al del diseño, explorando desde la gráfica, lo visual y lo editorial, curioseando con el diseño de logotipos e identidades corporativas, Villegas hizo casi que un poco de todo, y pese a que no todo le alimentaba de la misma forma, supo ser bueno en cada cosa que hizo. Pero él sabía, lo tenía claro, que lo suyo eran los libros.

Foto: Villegas Editores

En 2022 se cumplen 50 años desde que salió a la luz el primer libro diseñado y editado por Benjamín Villegas bajo la figura de Villegas Asociados, porque Villegas Editores llegó un poco después. En ese entonces, tuvo que conformar una sociedad con su hermano y su esposa para poder trabajar los encargos que le hacían gerentes de bancos, empresarios, escritores y políticos. Uno que otro presidente de la República le encomendó una serie de libros para su biblioteca personal, o para obsequiarle a su círculo más cercano, o a este o el otro embajador o canciller que llegaba al país de visita desde latitudes remotas.

Su primera oficina era un espacio dedicado al diseño gráfico y a las publicaciones. Un espacio creativo que se enfocaba en la estética y la comunicación. El tema del diseño editorial le llegó de repente, al igual que casi todo en su vida, en el año 1972. Si bien los libros que trabajaba tenían un destino distinto a las librerías, se reservó el derecho de quedarse con algunos ejemplares para poder entregarle a la gente el producto de su trabajo. Si algo le molesta en la vida, lo ha dicho en varias ocasiones, es saber que existe un libro y no conseguirlo por ninguna parte.

Foto: Villegas Editores

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Aquella época le permitió crecer no solo como diseñador sino como editor, pues a medida que pasaba el tiempo, dejaban de encargarle trabajos para que comenzara a proponerlos. Ya no lo buscaban para pedirle que hiciera esto o lo otros, sino para que él mismo sugiriera qué podía hacerse en este u otro caso.

Su ascenso en el mundo gráfico y editorial coincidió con la consolidación de Dicken Castro como uno de los más grandes diseñadores gráficos del país. Villegas lo había conocido estando muy joven, y eso fue algo que lo caracterizó por el resto de su vida, siempre fue muy joven para todo, y de repente la obra, la forma en que hacía las cosas Castro lo maravilló. Gracias a su influencia se apasionó por el diseño de símbolos y logotipos, y llegó a tener alrededor de doscientos, de los cuales más de cien funcionaron.

Sin embargo, nada le dio más alegría y reconocimiento que su trabajo como diseñador editorial. Villegas encontró en los libros de gran formato la permanencia que tanto había estado buscando para su trabajo. Se resistía a pasar desapercibido. Comenzó, y aún lo hace, a crear estos libros con la intención de que lo sobrevivan a él, y ojalá por mucho tiempo, convertidos en elementos de cultura y consulta permanente, además de salir del estándar del libro vertical para explorar otras formas que permitieran el máximo disfrute de las imágenes.


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Foto: Villegas Editores

Benjamín Villegas es hoy uno de los referentes indiscutibles del diseño editorial en Colombia. Su vida y obra se han centrado en el rescate de documentos que puedan dar cuenta de las épocas, de los lugares, de la riqueza cultural y ambiental de un país. Salvar la vida, dice él, de eso se ha tratado todo. Alrededor de los libros encontró el destino de sus días.

Actualmente, es ejemplo para quienes intentan encontrarse en medio de todo el ruido que yace alrededor de la industria del libro como objeto cultural. Sus diseños, sus visiones acerca del libro de gran formato, concebido como un dispositivo de buen gusto para el deleite de la gente, le han permitido convertirse en uno de los nombres obligados al hablar de diseño gráfico y editorial en Colombia durante el fin del siglo XX y el inicio del XXI.

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