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“El pueblo se sana con cultura”: Luz Marina Ramírez, la guardiana de las memorias de Ciudad Bolívar

La líder comunitaria ha dedicado más de 30 años a preservar y visibilizar las historias de la localidad 19 de Bogotá a través de documentales, escritos, narraciones y la gestión cultural.
Luz Marina Ramírez: Documentalista de Ciudad Bolívar, Bogotá
Foto: Cortesía Luz Marina Ramírez
Yaneth Jimenez Mayorga

“Yo siempre pensaba que yo era muy chismosa porque me gustaba recorrer las calles de los barrios tomando fotos y escribiendo sobre lo que veía, preguntando, averiguando cosas. Luego, alguien me hizo caer en cuenta que lo que estaba haciendo era cimentando la memoria histórica de Ciudad Bolívar, una localidad estigmatizada por la violencia, pero que ha sido capaz de auto construirse, reconstruirse y resignificarse”, cuenta Luz Marina Ramírez, líder comunitaria, gestora social y cultural de la localidad.     

Todo empezó a finales de los años 80, cuando Luz Marina, que en ese entonces era una ciclista profesional que corría con el equipo Café de Colombia, se enteró por medio de un amigo que en la naciente localidad de Ciudad Bolívar, la Caja de Vivienda estaba entregando lotes donde las personas podrían construir sus viviendas. 

“Yo vivía en Bosa donde pagaba arriendo. Atraída por la promesa del lote y de tener casa propia, me mudé primero al barrio Sierra Morena, sin embargo, de allí tuvimos que salir por temas de inseguridad y extorsiones. Llegamos luego a Arborizadora baja, donde con otras familias empezamos a construir nuestras casas, a punta de palustre, pico y pala. Buscando los materiales y construyendo recorrí muchos rincones de la localidad, lo que me permitió conocer los barrios como la palma de mi mano”, recuerda. 

Primero con una cámara fotográfica Kodak plástica heredada de su padre, y posteriormente con una marca Contax (comprada de segunda), cuaderno y lapicero, LuzMa, como la llaman en la localidad, empezó a retratar todo lo que veía a su alrededor y a escribir sobre el diario vivir de su vecindario. 


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“Me parecía interesante fotografiar el barrio, plasmar cómo lo que era un enorme potrero se iba colmando poco a poco de pequeñas viviendas fabricadas por sus habitantes, cómo se iban construyendo escaleras, parques (en estas lomas empinadas), avenidas, colegios, todo el desarrollo urbano. Pero también, escribía cosas. Llevaba- a veces me da hasta pena decirlo- las estadísticas de los muertos; describía con lujo de detalles cómo estaban vestidos, y escribía sobre esa realidad que nos rodeaba”, asegura LuzMa. 

Lastimosamente, la localidad vivía en ese entonces uno de los momentos álgidos de violencia con altas cifras de asesinatos. “Era triste ver, por ejemplo, cómo algunos de esos niños, niñas o jóvenes que yo grababa jugando, practicando un deporte o en una fiesta luego eran encontrados muertos. Muchachos que por no meterse en las bandas, eran vilmente asesinados”,  rememora Ramírez. 

Documentar, conservar, preservar  

Luz Marina Ramírez: Documentalista de Ciudad Bolívar, Bogotá
Fotos: Cortesía Luz Marina Ramírez 

Con el “gusanito” de documentar todo lo que veía, quiso ir más allá, por lo que adquirió una cámara VHS 1600 marca Hitachi- una de las primeras videocámaras con tarjeta inteligente- que utilizó por casi 10 años para documentar esa triste realidad, pero también distintos eventos como torneos deportivos, bautizos, cumpleaños, matrimonios, las protestas y movilizaciones sociales como el paro cívico de 1993 cuando los habitantes de la localidad protestaron exigiendo mejores condiciones de seguridad y para sus viviendas. 

Parte de su rutina era subir y escalar las empinadas lomas y adentrarse en los extramuros de la localidad cámara al hombro para hacer tomas panorámicas del avance de esa “pequeña” ciudad dentro de la ciudad que se iba transformando y creciendo en el suroriente de Bogotá construyendo también, casi sin darse cuenta, la memoria histórica de Ciudad Bolívar. 


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Estas historias salidas del entorno fueron dando vida a múltiples documentales que la también pionera del ciclismo femenino en Colombia fue grabando gracias a becas, a la participación en convocatorias y concursos, y a su afán por aprender y formarse a través de cursos, diplomados y talleres. Así surgieron ‘Fiesta de Vándalos’, ‘Mi Ranchito hermoso’, ‘Arquitectas de sueños’, ‘El rumor de un mazo’, entre otros.  

“Con Mi Ranchito hermoso’, un documental con imágenes que fueron grabadas en VHS de forma empírica, gané la Beca de Gestión de Archivos Audiovisuales IDARTES 2017, Becas de Gestión del Patrimonio Audiovisual Colombiano 2019, y recientemente el premio al mejor corto documental con material de archivo en el Primer festival de cine comunitario “Historias En Kilómetros–Serranía del Perijá” de Tierra Grata en Manaure, Cesar”, comenta Luz Marina. 

La pieza audiovisual da cuenta de la Ciudad Bolívar de los años 90 donde se evidencian los procesos de autoconstrucción de las viviendas, las fiestas y celebraciones de las familias, los partidos de fútbol en la polvorienta cancha del barrio y la figura del ‘Palo del Ahorcado’, el àrbol sìmbolo de la comunidad. 

No satisfecha con ello, la inquieta documentalista, también incursionó en la escritura ganando en el 2007 la convocatoria del proyecto ‘La Ciudad jamás contada’, impulsado por el diario El Tiempo que buscaba que habitantes de la capital escribieran historias de Bogotá. “Yo escribía sin pudor alguno, con groserías, con una ortografía horrorosa, pero con una buena línea narrativa, la que llamó la atención del periodista y académico Omar Rincón, quien se convirtió en una especie de mentor y con quien luego recorrimos distintos puntos de la ciudad buscando historias”, cuenta LuzMa. 


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Más allá de plasmar para la posteridad la memoria de la localidad, Ramírez es una convencida de que a través del arte y la cultura es posible transformar vidas y escenarios complejos como los que ha vivido la localidad. Una apuesta que la ha llevado a crear o hacer parte de iniciativas como ‘Ojo al Sancocho’, un festival audiovisual que busca fortalecer la participación ciudadana y el empoderamiento político, cultural y social a través del Cine Comunitario.

“En conjunto con otros líderes culturales, le dimos vida a Potocine, la sala de cine en el barrio Potosí fruto de un proyecto de autoconstrucción, autogestión cultural y gestión colectiva para ofrecer a la comunidad un espacio no comercial para la proyección películas en Ciudad Bolívar. Así mismo, hemos consolidado proyectos de formación a través de talleres, conversatorios y programas de capacitación”, apunta la líder cultural.  

Luz Marina Ramírez: Documentalista de Ciudad Bolívar, Bogotá
Fotos: Cortesía Luz Marina Ramírez 

Uno de ellos es el colectivo La Vereda Films, una productora y escuela audiovisual fundada por Ramírez con el objetivo de ofrecer una herramienta para que la comunidad aprenda a hacer películas, pero sobre todo lo aprovechen como un espacio de empoderamiento y transformación de proyectos de vida.  

“El pueblo se sana con cultura, con amor. Cuando se construye de forma comunitaria se hacen cosas bonitas. Además, si con ello contribuimos a salvar una sola vida, vale la pena el esfuerzo“, puntualiza Ramírez. 

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