La arepa de maíz es conocida como arepa ocañera y con el pasar de los años se ha convertido en un plato representativo, muy apetecido por los visitantes, quienes a su paso por la región no pueden evitar comerse su arepita.
Y es que su preparación despierta especial interés entre los estudiosos de la historia de las comidas típicas de El Catatumbo, se cree que el plato proviene de la herencia hispánica e indígena y que se ha mantenido y consolidando hasta la actualidad. Siendo uno de los alimentos más consumidos y muy constantes en la dieta alimenticia de los catatumberos, haciendo parte de sus desayunos y cenas.
Según el libro ´Tres platos típicos de la provincia de Ocaña de origen indígena’, del historiador Luis Eduardo Páez, “a la llegada de los españoles, incluso durante todo el período de poblamiento colonial de ciudades y villas; la arepa o ‘erepa’ fue la base alimenticia de capitanes y soldados mientras, lentamente, el cultivo del trigo fue dando sus frutos”.
Las arepas son elaboradas tradicionalmente con maíz blanco, cocido y molido. Su preparación depende de un fogón de leña o algún aparato que permita hacerlas asadas en hojas de plátano, lo que le da un sabor muy especial. Se caracterizan por lo crocante de su cara o pellejo y su usual relleno de queso costeño (semiduro y salado).
Casi siempre, son acompañadas con un pocillo rebosante de café negro o con aguapanela, cortejada de queso.
En la zona, se consume en gran medida, al punto que hay emprendimientos que se dedican a la elaboración del comestible e impulsan considerablemente la economía de la región.
Luz Amanda López, desde muy pequeña, en su casa, en zona rural del municipio de Convención, enseñada por su madre, elaboraba arepas para los obreros de la finca y el resto de la familia.
Se levantaba muy temprano a encender el fogón de leña. Hasta que, en el año 2011, decidió iniciar su propia microempresa en el casco urbano de esta localidad del Catatumbo y, con una pequeña estufa de dos fogones y un tiesto (utensilio para cocinar la masa), preparó sus primeras cuatro.
El paladar de los comensales tuvo su aprobación y estos la animaron para que siguiera con la tradición.
En la actualidad vende entre 600 y 700 arepas diarias y en temporadas altas, hasta 1.000 arepas de maíz en un día. Ante la demanda, su oferta pasó a ser su emprendimiento y la forma como ella y su familia se dan una vida digna.
“En el campo se trabaja mucho con el maíz, entonces cuando yo estaba niña mi mamá nos enseñó a hacer las arepas y yo aprendí desde ahí, sin saber que sería mi negocio”, cuenta.
La autenticidad de esta receta está en que a la masa no se le agrega sal, lo que permite que sea compatible con todo: carne, pollo, pescado y rellenarlas de las combinaciones más creativas y variadas, como el aguacate, costumbre en la región.
La arepa ha sido inspiración de poetas como Pedro Alejandro Gómez, quien escribió: “Me voy como llegué: sin un cuartillo, llevo en el alma cruel melodía y una arepa sin sal en el bolsillo”.
Otros platos que destacan en el Catatumbo son: La sopa de frijol, el tamal, las cebollas ocañeras, las barbatuscas, el mute, la torta de piña, entre otras deliciosas recetas, todas acompañadas de la arepa ocañera, que envuelve de aroma y sabor a esta región.