Las mujeres son un poco más de la mitad de la población mundial. Pero ser reconocidas como personas con derechos les ha costado muchas luchas. Desde la Antigüedad y hasta entrado el siglo XIX, su condición ha sido la de seres subalternos, sin derechos, dependientes en todo de las decisiones de los hombres (el padre, el esposo, los hermanos).
Sin embargo, en aquellas épocas, hubo mujeres filósofas, científicas, médicas, pero apenas las han registrado los historiadores. Religiones como el cristianismo, el judaísmo y el islam también han sido pregoneras de esta condición, mostrando que a través del sufrimiento y la sumisión, la mujer se gana el cielo; y a lo largo de la historia, los sucesivos gobiernos, monárquicos o republicanos, han suscrito esta posición.
El sistema patriarcal se ha mantenido por siglos para asegurar la subordinación de la mujer, a través de la ideología, las instituciones, el derecho, la medicina. Además, ese sistema fue y aún sigue siendo fielmente reproducido por los medios de comunicación y la publicidad.
Las mujeres, a lo largo de la historia, además del trabajo en la casa, que abarca muchas horas y no es reconocido como tal, se dedicaron a oficios manuales: costureras, zapateras, ayudaban en los talleres, las tiendas, muchas eran parteras. En el siglo XVIII, las mujeres de la nobleza y de la burguesía trataron, a través de sus escritos, de reivindicar el derecho a la educación y el de poder decidir sobre sus bienes; terminaron en la guillotina, como Olympe de Gouges, quien en plena Revolución Francesa escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, como una manera de llamar la atención del vacío que dejaban los Derechos de Hombre del Ciudadano escritos en 1789.
En el siglo XIX, a raíz de la Revolución Industrial, algunas mujeres tuvieron trabajo en fábricas, en condiciones deplorables. A ellos se sumó que buena parte de los hombres trabajadores se opusieron al trabajo femenino viéndolo como una competencia. Pero las mujeres también se organizaron para reivindicar sus derechos: salario igual al del hombre, locales de trabajo decentes, respeto a su condición femenina.
Flora Tristán fue una líder obrera inspirada en el socialismo que, a partir del Manifiesto de Marx y Engels, había empezado a conquistar y organizar a la clase obrera. Al inicio del siglo XX, el 8 de marzo de 1908, las trabajadoras de una textilera en Estados Unidos emprendieron una huelga por exigir una reducción de la jornada laboral a 10 horas diarias. La fábrica fue incendiada y murieron 129 mujeres. Esta gesta trágica dio origen a la celebración del Día de la Mujer.
En el siglo XX, a partir de las dos guerras mundiales, se generalizó el trabajo femenino, con muchas tareas por emprender. La Organización de las Naciones Unidas y luego la mayoría de los gobiernos occidentales fueron reconociendo en sus constituciones los derechos de las mujeres.
En Colombia, se destacaron Betsabé Espinel, trabajadora textil en Antioquia que inició y lideró la primera huelga femenina en el país en 1920 con la que después de 24 días logró la reducción de la jornada laboral y un aumento salarial.
En los años treinta se erigió la figura de María Cano (1887-1967) que fue la primera mujer colombiana que participó en la vida política, pregonando las ideas socialistas, involucrándose en las huelgas de la época. Luchó por las condiciones laborales de hombres y mujeres, siendo apodada como "la flor del trabajo".
A partir de los años sesenta y con el auge de diversas corrientes feministas, se fortalecen las luchas de las mujeres por todos sus derechos y las legislaciones laborales van incluyendo respuestas a sus demandas: la licencia de maternidad, el tiempo de lactancia durante la jornada laboral, entre muchas otras.
En principio, hoy hay igualdad de oportunidades laborales para las mujeres, y salario igual al de los hombres. Sin embargo, la informalidad laboral golpea especialmente a las mujeres dejando sin mayor sustento muchos de los logros alcanzados y escritos en las leyes. Además, aún la dominación masculina enrarece el ambiente laboral. Las mujeres han avanzado mucho en el camino de conquistar la igualdad, pero todavía tienen que enfrentar el acoso laboral y sexual en su trabajo. Acabar con las exclusiones que representa la tradicional sociedad patriarcal, es una tarea en la que los todos nos debemos comprometer.