Por: Humberto Carrillo Mindiola
Entre las faldas de la madre tierra, en la Sierra Nevada de Santa Marta, el pueblo Kankuamo acumula siglos de saberes heredados de lejanas sabidurías, que los años de dura violencia no pudieron acabar.
Hoy, en proceso de recuperación, su medicina tradicional ya no se esconde. Al contrario, sus curanderos, famosos viejos botánicos, están ahí antes de que un enfermo pueda llegar hasta un hospital.
En Atánquez, capital del resguardo kankuamo, al norte de Valledupar, perduran los saberes con médicos botánicos como Rafael Andrés Carrillo Montero, Rafael Antonio 'Makoko' Rodríguez Arias, Adel Segundo Cáceres Urrutia, Diógenes Segundo 'Segundito' Arias Montaño, y Faustina María 'la Tina' Cáceres Mendoza.
Diógenes Segundo 'Segundito' Arias Montaño, tiene 74 años, casi todos dedicados a curar con plantas. Su día a día lo comparte con el cultivo de plantas en su pequeña finca.
“Aprendí botánica principalmente de mi mamá, y lo hago cuando alguna persona me dice que tiene un mal. He curado enfermos que los médicos no han curado. Lo que más se presenta son mareos, infección en los riñones, hemorragias, adelanto o abundancia de la menstruación”, afirma quitándose el viejo sombrero.
Para este curandero kankuamo todas las plantas tienen poder. “Cada planta tiene su alma, tiene su espíritu y tienen su ángel que la domina; entonces, si es la oportunidad, la época en que el ángel está listo, desocupado y da la orden, esa tiene poder igual que otra, pero si el cuerpo mío no está apto, tampoco tiene poder, eso es algo serio”.
‘Segundito’, como familiarmente lo conocen en la población, asegura que no solo cura los males del cuerpo. “A un enfermo se le pueden hacer pruebas con los elementales de las plantas, porque hay plantas que son exclusivas para sacar los males humanos”.
Los médicos tradicionales del resguardo kankuamo coinciden en que esperan más apoyo de las organizaciones indígenas y del Gobierno Nacional para continuar su labor, al tiempo que buscan unirse para compartir conocimientos.
Segundo Arias sigue día a día cultivando la tierra y seleccionando sus plantas sanadoras, y para que la medicina tradicional no muera, les enseña a hijos y nietos.