Nacido en Santa Cruz de Mompox en 1849, poco antes de que entrara en vigor la ley de abolición de la esclavitud en el país, Candelario Obeso escribió hacia 1877 la obra más importante de poesía afrocolombiana del siglo XIX: ‘Cantos populares de mi tierra’. Se convirtió así en un pionero de la literatura afro de nuestro país y en un símbolo del orgullo afrodescendiente expresado en las artes.
Su obra más destacada hoy fue subvalorada por la crítica de su época. En ella, Obeso se encargó de poetizar el canto de los bogas: aquellos fornidos hombres afrodescendientes que se encargaban de subir y bajar, en embarcaciones con palos y remos a personas y mercancías, a través del río Magdalena.
El poeta negro se interesó en traducir las oralidades y los cantos tradicionales de los bogas a un lenguaje escrito, poético y romántico que le hablara a los lectores de la capital del país. De hecho, en los ‘Cantos populares de mi tierra’ los poemas están escritos con la intención de ser leídos en voz alta y que el lector pueda replicar la rica sonoridad del habla ribereña afrocolombiana del Magdalena.
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“La particularidad es que le da la voz a los bogas. Obeso combinó las normativas del castellano tradicional con la manera de hablar de la región momposina y la sonoridad de un lenguaje influenciado por la presencia de población negra. Los versos de Obeso se acercan desde su sonoridad a la multiplicidad de lenguas africanas que llegaron a Colombia producto de la esclavización”, dijo en entrevista para El Atardecer el historiador Javier Ortiz Cassini.
Esta poetización es aún más significativa cuando tenemos en cuenta que el siglo XIX, al ser siglo fundacional de Colombia como república fue un momento histórico en el que la literatura se convertiría en una plataforma para establecer los valores nacionales del país. No es gratuito en este sentido que ‘María’, la novela escrita por Jorge Isaacs y publicada por esta época sea considerada la novela nacional hasta el día de hoy.
Mientras intelectuales de la época como José Francisco Caldas, José Ignacio de Pombo, Juan García del Río o José María Samper construían con sus letras un proyecto de nación civilizada más cercana a los valores europeos mediante la estigmatización de las comunidades indígenas y la bestialización de las poblaciones afrodescendientes, Obeso incluía con sus versos a los bogas del Magdalena como parte de esos sujetos poéticos dentro de la nación.
“Obeso no se queda solamente con la manera de hablar de los bogas, sino que a partir de esa manera de hablar, él se mete en la manera de entender el mundo de estos personajes. Eso es muy importante porque un siglo después, la poesía negrista se preocuparía bastante por la sonoridad del lenguaje y usar vocablos supuestamente africanos, pero no está preocupada por el sentimiento profundo de los personajes y eso Obeso lo tiene muy claro”, explica Ortiz Cassini.
Ahora bien, la joven república estaba lejos de ser una nación alfabetizada. El historiador Jorge Orlando Melo ubica los porcentajes de población escolar cercanos al 3,3% en 1873. Es decir, los ‘Cantos populares de mi tierra’, desde su nacimiento estuvieron dedicados a una minoría de letrados. Esta minoría, sin embargo, tenía una gran capacidad de decisión los destinos de Colombia como nación, ya que además de ejercer control sobre las leyes, también ejercía el control cultural, y por ende, el control de la sobre la imaginación y la representación que se hacía de los habitantes del estado nacional.
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Así las cosas, la publicación de esta obra aclamada actualmente, con su exaltación de unos valores que iban a contracorriente de la tendencia literaria, no causó un gran impacto en el ambiente cultural de la época.
Este fracaso dentro de los círculos literarios y la precaria situación económica que experimentó en vida Obeso serían definitivos para la vida del escritor, pues en los años posteriores abandonaría su propósito reivindicativo de los saberes populares afrocolombianos y se dedicaría a escribir poesía amorosa, comedia social y traducciones de obras no literarias que le ayudarían a solventar algunos de sus problemas.
En Bogotá, poco tiempo después, a los 35 años, Candelario Obeso moriría producto de las heridas causadas por una pistola accionada por sí mismo.
Así, a pesar de no haber tenido en su momento la repercusión que el poeta hubiera deseado, los lectores de hoy en día podemos leer en los ‘Cantos populares de mi tierra’ como un espacio de diálogo intercultural en el que la tradición afro era tan válida como cualquier otra tradición y en Obeso un poeta adelantado a su época que intentó, desde su arte, reivindicar una población ignorada por las élites nacionales.
Leer esta obra nos permite hacer resonar y disfrutar de esa oralidad que musicalizaba hace años el río Magdalena, pero también nos permite hacerle justicia a un pionero de lo que hoy conocemos como poesía afrocolombiana.