Con estudios de derecho, comunicación social y cine, ha publicado dos libros con Manjol Ediciones: Euparí-Roll en 2020 y Rapsodia Upar en 2022.
“Uno no solo es poeta cuando escribe, uno es poeta cuando vive”, afirma César González y recuerda sus inicios: “La irreverencia es colectiva, una imagen de cuando comenzamos a andar con grupos de amigos en el centro de Valledupar, y en la Universidad Popular del Cesar iniciamos el colectivo literario El Manjol, donde leíamos a Raúl Gómez Jattin, a Walt Whitman. El Manjol es un sentir irreverente, transgresor, salido del común, estar por fuera de la zona de confort. Eso se vio reflejado en unas obras de algunos compañeros, la irreverencia se ve reflejada en el producto literario, en la palabra escrita”.
Euparí-Roll
En una aproximación al interior de su primer poemario, publicado en medio de la pandemia de Covid-19 en 2020. El escritor Andrés Cuadro señala que “César González podría ser, con la humildad chirrete que caracteriza a los Manjoles, García Márquez o Sánchez Juliao: una persona no grata en su tierra natal. Así mismo su literatura, su poesía cáustica”.
“A pesar de ser un libro criollo y con gran arraigo local, los poemas evocan un cosmopolitismo alimentado por las aguas felices del Japón, por las carreteras perdidas de los Estados Unidos y por los acordeones exógenos del Austria popular”, analiza Cuadro.
Por su parte, Michael Benítez Ortiz, en la solapa del poemario indica que “en Euparí-Roll, la ópera prima del poeta valduparense Cesar González, la poesía es un pequeño alivio a la incertidumbre de la existencia. Aquí el poeta no contempla desde su ventana, sino que participa activamente en el visaje de estar vivos; en medio de la violencia, la miseria y montones de mujeres y hombres olvidados de sí mismos…Euparí-Roll pone a tocar a Guillermo Buitrago junto a Jim Morrison, para que cuando la muerte nos encuentre -jóvenes o no- estemos bien ebrios, sea de vallenato, sea de rock and roll”.
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Sus sueños-pesadillas
Considera González que “el hambre es todo, es lo que mueve, esa es la transacción, es la pena, el sudor, caminar bajo la canícula, llegar y tocar las puertas sabiendo que no las van a abrir, es esta cultura permeada por el paramilitarismo y las malas costumbres y toda esa heredad de la colonia de usurpar lo nuestro; nosotros invisibilizamos las producciones literarias de artistas plásticos, de pintores jóvenes y viejos, todos estamos en la misma mochila hueca del infortunio y la desesperanza. Entonces los sueños son pesadillas, yo escribo porque no podría, como diría Borges, hacer otra cosa”.
Producción literaria en la región
El escritor vallenato reconoce que “acá hay poetas que están escribiendo con la sangre. Escritores como Félix Molina Flores, gran narrador que escribe poemas sublimes, enfocados en lo sagrado de la poesía, un estilo sacro, de un respeto por la poesía; William Jiménez, Dankir Ortiz, Yazmín Padilla, Tania Durán, poetas que escriben con el alma. No creo en las instituciones, pero sí creo en los poetas, y más allá de su poesía, creo en su entrega, creo en el pálpito íntimo que los hace escribir”.
Quise ser poeta
Entonces vine y guardé un dolor para siempre.
Abrí una alcancía y me fui a comprar
/todos los dulces del mundo.
Leí a Rimbaud, Isidoro y Alejandra.
Ellos nunca me leerían.
Hice de los techos, mi cama,
y de los cielos, mi techo;
de los perros, mis amigos,
y de los pordioseros, mis llaves.
Más de una vez conquisté de una puta su alma,
e hice el amor con amor,
la necar con necar, la oscuridad con luz.
Ridiculicé a los viejos eruditos del parque,
ellos me maldijeron con bonitas palabras.
¿Cuántas botellas?, ¿cuántas partidas de cara?
Todo por ese capricho de no ser nada, nunca.
Ruinas del Guatapurí
Mallas cortantes,
remolino de espinas.
Meandros de canciones empedradas
Semejante a ver morir el río;
cada serenata, cada poema, es inútil.
No me responde la sirena
ni alumbran peces dorados
bajo el puente.
Es todo esto más que una pena
y parecieran huevos de iguana nada más, pero no:
es el monocotú indignado;
acrobacias a las seis, sin lograr comunicarnos…
Ritmo de vuelo
Recóndito misterio:
¿En qué acordeón
Francisco el Hombre
conoció el aire de tu beso?