Cristian Vásquez Sampayo lleva 30 años dedicado al arte de la artesanía más representativa de su municipio, la elaboración de hamacas. En los últimos años su familia lo ha acompañado en esta labor, que realizan en Morroa, municipio de los Montes de María en Sucre.
“Eso lo traemos por tradición, desde que tenía 13 años había aprendido el arte con mis abuelas, me la pasaba armándoles hamacas, les hacía las telas, tolo lo relacionado con el hilo”, expresó Cristian.
Grandes y coloridas, con distintos adornos y presentaciones, así son las hamacas en Morroa, características que este artesano sabe expresar en cada una de sus obras de arte. “Tengo cinco telares los cuales trabajo con mi familia, hacemos toda clase de hamacas, hamacas para niños, personales, para dos personas, etc”.
Ese trabajo familiar comenzó hace unos años, al transmitir ese saber que traía de pequeño a sus propios hijos y hoy no solo conservan las tradiciones ancestrales, sino que son toda una empresa artesanal.
“Para mí la artesanía significa otra manera de sobrevivir, a pesar de que también es un trabajo de tradición, gracias a eso he sacado a mis hijos adelante, están estudiando, he tenido a mi esposa, tengo bastantes clientes, los cuales me mantengo con ellos vendiéndoles hamacas, telas para camas, bolsos, cosas así y con amor todo se hace bien”.
Reconoce que hoy las nuevas generaciones son las herederas de un gran legado étnico, pues en estas tierras montemarianas, los indígenas comenzaron este arte. “Aquí esto empezó por parte de los indígenas, por el cacique Morroy que le llamaban, ellos fueron enseñando eso de familia en familia y no se ha perdido la tradición. Lo que es San Jacinto, El Roble, son territorios que aprendieron y hoy están con el mismo arte”.
La pandemia afectó la actividad económica del gremio de artesanos en gran parte del país y para Montes de María no fue la excepción. Sin embargo, Cristian asegura que gracias a las redes sociales y al trabajo familiar, han podido afrontar esta situación.
“La pandemia nos afectó, no nos traían el material porque habían dejado de trabajar esos sectores. Por medio de las redes sociales he conocido a muchas personas y ahí mucha gente me escribe, he vendido mis hamacas, porque les gusta mucho mi trabajo. Como trabajamos en familia no salimos, sino que aquí mismo en la casa, aprovechamos, compartimos, jugamos, tejemos, trabajamos y la pasamos bien”.
Esta es una labor de constancia y trabajo duro. Como buenos emprendedores, siempre tienen claras sus metas y trabajan conjuntamente para llevarlas a cabo. “Yo saco mis hamacas semanales, dependiendo de las ganas que tenga uno y de que el clima se preste. Pero en sí tenemos una meta mensual, pueden salir 35 o 40 hamacas”.
Si bien en Morroa los saberes respecto a la realización de hamacas, se siguen transmitiendo entre las familias, Cristian sueña con que se le brinden herramientas a todos artesanos y artesanas del municipio, para que se siga incentivando la conservación de esta herencia étnica.