Los municipios araucanos como Arauquita, Fortul, Arauca y Tame representan la casa mayor de los indígenas Hitnü – Makaguán, de la cual surge la familia étnica San José de Los Macarieros; allí, a orillas de los ríos Arauca, Ele y Lipa, se sumerge el gran tesoro histórico y tradicional de esta comunidad.
Encontraron su ‘parana’ en medio del exilio
Inicialmente, los Macarieros habitaban el sector conocido como ‘Bocas del Ele’, pero para los años 60, debido a la violencia en la región y a los proyectos de explotación por parte de las compañías petroleras en su territorio ancestral, se fueron desplazando hacia otras zonas de Arauca hasta resguardarse en tierras Tameñas.
Poco a poco formaron un nuevo resguardo Makaguán con la comunidad indígena San José de Los Macarieros, quienes empezaron a organizar sus hogares y sus ‘conucos’; como son llamadas aquellas extensiones de tierra dedicadas a los cultivos familiares para la subsistencia.
Hoy día, Tame representa el ‘parana’ o nuevo sitio para vivir de esta comunidad ancestral conformada por 474 indígenas, divididos en 124 núcleos familiares que integran a las ‘mamitas’ –abuelas-, ‘taitas’ –papás-, ‘mámas’ –mamás-, ‘taiticos’ –abuelos-, ‘jamur’ –hombres adultos-, ‘mirabes’ –mujeres adultas-, ‘chuys’ -niños-, ‘mulláma’ –mujeres u hombres sin descendencia-, ‘tata’ –compañeros afectivos y ‘make’ -compañeras afectivas-.
Comprometidos con la pacha mama
Este resguardo makaguán que aloja a esta comunidad macariera, en un inicio contaba con treinta hectáreas de extensión, pero debido a la tala indiscriminada por el hombre, el cauce de los ríos que bañan este territorio ha terminado por desbordarse y disminuir la zona a once hectáreas, situación que los ha motivado a desarrollar iniciativas amigables con el medio ambiente, pensando además de evitar inundaciones, restaurar los bosques nativos que conforman este espacio lleno de riqueza cultural y medio ambiental.
A pesar de organizar siembras de árboles a orillas de los afluentes, sienten que necesitan hacer más, es por ello que siguen tocando puertas de entidades y fundaciones ambientales para lograr que sus iniciativas de restaurar este espacio natural sean tenidas en cuenta para alcanzar un mayor impacto ambiental.
Tradiciones y costumbres en riesgo
Pescar y mariscar como denominan a la caza de animales silvestres a orillas de ríos y lagunas, son dos prácticas propias de estos indígenas makaguanes. La iguana y el temblador son los dos alimentos más apetecidos.
El sol, el agua son guías espirituales adorados por Los Macarieros, tanto así que tienen su propia danza inspirada en este astro y en el líquido preciado, además de los bailes del majule donde dicho nombre resalta la gastronomía típica del llano y el ingrediente principal que es el plátano maduro, a su vez, la danza del vinete, bebida importante en las costumbres indígenas de este pueblo.
Por otra parte, si se trata de tomar decisiones, las consultan son con su ave sagrada ‘chikua’; un pájaro conocido por la raza blanca como Cuco Ardila, animal que tiene tres silbidos plenamente identificados por esta etnia, los cuales anuncian peligros, tragedias o da el visto bueno para continuar con algún proyecto e inclusive si no conviene, también lo advierte.
A su vez, el venado es un animal importantísimo en esta cultura, el cual representa respeto, agilidad, inteligencia y nobleza, y al hacer parte de la cadena alimenticia es dispersor de las semillas que más adelante se convierten en fuertes árboles que representan la vida de la flora y fauna del territorio.
Los Macarieros tienen sus propias normas basadas en la ley Chivechi Makaguán, un libro que hace el papel de constitución donde reposan todos los mandatos y sanciones por faltas leves y graves dentro y fuera de la comunidad a la que se rigen sus miembros. El cepo es el punto más temido por quienes incumplen las normas ya que allí son castigados en distintos niveles de rudeza teniendo en cuenta el tipo de falla cometida.
La etnoeducación para rescatar y mantener su identidad
Jonathan Campo, indígena Macariero y Natty Fajardo se conocieron cuando ella era la docente del hijo de Campo en un hogar infantil. Contra todo pronóstico y estigmatización se enamoraron e iniciaron juntos el sendero de la etno educación hasta el punto de convertirse en los maestros de esta comunidad que, aseguran, está a punto de extinguirse sino se educa y se conservan sus tradiciones.
“Decidí profesionalizarme, ahora me encuentro trabajando por mi comunidad. Ella me enfocó, me hizo tomarle cariño al estudio y a ver en la etnoeducación una herramienta para salvar nuestra cultura que corre el riesgo de desaparecer. Me empoderé de esa bandera para demostrar sentido de pertenencia”, manifestó Jonathan Campo.
Por su parte, Fajardo a pesar de no ser indígena, pero incluida en esta familia étnica como pedagoga y pareja sentimental de un Macariero, siente que esta cultura también le pertenece, es por eso que insiste que para evitar que las costumbres de esta comunidad desaparezcan, los ojos de los entes departamentales y nacionales deben estar puestos sobre estos resguardos.
“En el ámbito educativo y organizativo sobresalen, siempre están prestos a aprender y a demostrar con orgullo sus costumbres. Mientras mi compañero hace su aporte a la educación indígena en San José de Los Macarieros, yo etno educo dentro de la comunidad Makaguán Puyeros La Cabaña que son resguardos que tienen una misma raíz y origen”, Explica Natty.
Arte ancestral (artística), etno pensamiento lógico (informática), innovación makakabita (matemáticas), airico (ciencias naturales), Chuylokiamury (educación física), son algunas de las materias en las que se instruyen más de 56 niños makaguanes; 42 de grados transición a tercero de primaria y 14 en grados secundarios.
Natty y Jonathan, en su particular unión profesional y personal, conscientes de la importancia de salvar a los Macarieros del olvido y del exilio, invitaron a valorar estas expresiones culturales, “Hay muchas cosas bonitas por mostrar, hay calidad humana que necesita ser vista de manera diferente, con amor y comprensión. Las puertas del resguardo San José de Los Macarieros, en cabeza de Reinaldo José Campo Cucubana -su gobernador y guardia indígena-, se han esmerado por fortalecer a la comunidad.
“Vean a Macarieros como ejemplo de comunidad indígena representativa en el departamento de Arauca, aprópiense de sus costumbres”, resaltó Campo. Respetar, entender y apoyar el fortalecimiento de la cultura deben ser los principales compromisos con nuestras etnias.