Mujeres sanadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta llevan a cabo ceremonias en torno al cacao como fruto sagrado, alrededor del fuego se reúnen para sanar el cuerpo y el alma en Palomino, La Guajira. Rituales que regresan a las costumbres ancestrales, a lo sagrado, lo divino a cada uno de los cuatro elementos naturales que llevan a la reconciliación con la naturaleza y la construcción de paz con cada uno, con el otro y con el universo.
Ceremonia
La ceremonia de cacao inicia al rededor del fuego, un fuego que se enciende para elevar un rezo, convocar los espíritus guardianes de La Sierra, del territorio.
Todo en torno a ese altar elaborado con piedras, cristales, conchas, semillas de cacao, tabaco, rapé, algunas plantas como rosas, flores, instrumentos, sonajeros de semillas, un tambor ceremonial, ranita de madera, una gran olla negra de barro que representa el útero donde se cocina la vida, donde se prepara en leña ese cacao que se va a compartir, una vez armonizado el espacio, se pone música, cantos, e instrumentos.
Empieza a llegar la gente y se van acomodando en el círculo, se da apertura al espacio, se enciende un incienso.
Todo es mágico, místico y maravilloso, se enciende un palo santo, sahumerios con copal – un aroma que purifica el ambiente y aleja los malos espíritus-, se sahúma a cada uno de los participantes, primero por el frente se les sopla el humo y después dan la vuelta y se limpian por la parte de atrás.
“Esto con el fin de limpiar su campo energético, su aura, para desconectar esas energías de la cotidianeidad que vienen pegadas, y poder construir un espacio sagrado entre todos los que están presentes”, afirma Andrea Villarraga, una joven mujer y guía espiritual que dirige la ceremonia.
Preparación
Andrea pasa por los asistentes sahumándolos mientras de fondo se escucha una canción que conecta con la sierra, con el territorio, con un espacio de sanación. Inicia la bienvenida, un agradecimiento de poder estar ahí en ese lugar, espacio presente, poder conectar con los elementales de la naturaleza, el fuego, el agua, esta ceremonia es al lado del mar o del río, cuando no es así, hay agua en el altar.
Una ceremonia que sin duda es “una conexión con el territorio sagrado, el aire que nos acompaña, que nos nutre, que mantiene encendido el fuego y la tierra representada en las semillas, las plantas, las intenciones que se quieren sembrar”, manifiesta la guía espiritual.
Inicia el saludo de bienvenida y se le reparte a cada persona un poquito de tabaco suelto, boronas, mascadura de tabaco; las personas llevan esto en sus manos hacia su corazón, intencionado, mientras en el fondo suena una canción del tabaco, una intención con amor y propósito de curar, sanar, porque como menciona Andrea, “curar es del cuerpo y sanar es del alma”.
Cada uno pone el propósito por medio de una meditación del porqué está ahí en ese lugar y se ofrenda al fuego, todo mediante palabras cargadas de magia que salen de los labios de esta mujer vestida de blanco.
Rape
En medio de la ceremonia se empieza a hablar acerca del rape, “que es una medicina indígena que utilizan los abuelos, los guías y los chamanes para limpiar y purificar el cuerpo físico, mental, emocional, es un gran limpiador y activador, se sopla por medio de un instrumento, un aplicador, es largo y se pone en la nariz de la persona”, cuenta Andrea.
Ella lo pone en cada uno, si alguien no desea, no lo hace, la función es limpiar; en la ceremonia también asisten niños muy pequeños, “es muy lindo, algunos quisieron, sus mamás autorizaron”, afirma Villaraga.
“Este soplo se hace por la fosa izquierda, después la derecha, es un soplo rape de cacao, viene tabaco y cacao molido, es preparado por una comunidad indígena de Brasil y es un rape que trabaja el chacra del corazón, específicamente, nos conecta con el corazón, con limpiar las emociones, sentimientos, las memorias que están guardadas y nos hacen ruido que no nos dejan estar tranquilos en muchas ocasiones, para eso se hace el trabajo con el rape, para unos es más fuerte, para otros es más suave, en realidad el soplo es suave, el rape entra fuerte y abre el chacra del tercer ojo que viene siendo el sexto chacra: intuición, limpiar, purificar, genera mucha claridad mental, emocional y la visión es más clara, aguda, despejada cuando abres los ojos, también actúa sobre el chacra corona porque sube al cerebro haciendo ese trabajo de abrir, expandir, que se abra esa conexión con la divinidad, hace el trabajo completo, el tabaco también enraíza y nos conecta con la divinidad”, agrega.
Cabe recordar que dicho soplo en medio de una ceremonia de cacao es muy suave, es un soplo, una limpieza manejable, sin embargo, cada persona lo siente de diferente forma.
Después del soplo del rape donde participa cada persona, Juanita Candelaria canta la canción acompañando ese espacio de tabaco, de conectar con el espíritu, la guía va viendo qué sucede con cada persona, qué ha sentido, si siente tranquilidad.
“Normalmente se sienten más tranquilas, liberadas, con un peso menos, sienten un reseteo, se bajan los niveles de ansiedad, se entra en un espacio de conexión, una vez se hace esto se ha estado preparando el cacao en la olla de barro y se trae el cacao al altar”, manifiesta Andrea.
Cuando llega el cacao al altar, se habla de sus propiedades, cómo hace una apertura del corazón, trabaja en los fluidos sanguíneos del cuerpo, es una semilla sagrada de los dioses que nos fue compartida y nos conecta con la divinidad, el amor incondicional, con la apertura del chacra corazón que conecta la tierra con el cielo, y las emociones que se transitan por el corazón.
Purificación
Según cuentan los asistentes, es como si pasaran por un filtro de purificación y sanación, se hace una oración al cacao, se toca el tambor y sobre la olla con el cacao después de haberlo batido con el molinillo, inicia esa intención al poder, el amor, la sabiduría, el agradeciendo a las plantas, es ahí cuando se activan los elementales de sanación que trae esa medicina para que se active la información guardada para cada uno de los asistentes.
El hecho de estar ahí presentes hace que haya una información directa de las plantas para quienes hacen presencia, permite que esa información se manifieste para cada uno y permita sanar, limpiar la percepción desde ahí, conectar intenciones y pensamientos con el sentir verdadero del corazón, que se pueda transitar y traer amor y armonía en medio de los cuatro elementos.
Cacao
Se reparte el cacao en unos totumos, por derecha, cada uno le va pasando al otro, y cuando todos tienen su totumo se intenciona por medio de una meditación, al amor, la conexión a que se les permita abrir de forma sincera el conocimiento. Cada uno va tomando, es amargo, tiene rosas, lavanda, panela, albahaca, canela, cada planta tiene una simbología (abundancia, conexión, feminidad, suavidad, dulzura)
“se da la apertura del corazón, se canta, se escucha en este espacio de meditación, se hace un baño de sonidos con el tambor, que es el sonido del corazón”, señala Juanita Candelaria.
Andrea agrega “conectamos con esa posibilidad de encontrarnos, cantarnos, abrazarnos, sonreír, conectar con la felicidad, abrazar a ese niño, esa niña, después regresamos de la meditación y nos abrazamos y cantamos, danzamos para celebrar la vida, la conexión con la alegría con el corazón, agradecer al fuego, a los espíritus presentes”.
El cierre continúa lleno de magia y misticismo, haciendo consciencia que las medicinas, el tabaco, el cacao y la música hacen un trabajo en el cuerpo, en el organismo, en ese espacio espiritual que lo que busca es sanar y continuar con el buen vivir a través de conocimientos ancestrales de curación y sanación del cuerpo y el alma.