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Tarapacá: lugar donde nace el sol

En el corazón de Colombia, en el departamento de Amazonas, se encuentra el territorio indígena Tarapacá, el cual, limita con las áreas no municipalizadas de La Pedrera, Leticia, Puerto Nariño, Puerto Arica y con las fronteras entre Perú y Brasil.
Radio Nacional de Colombia.

Pedrera, Leticia, Puerto Nariño, Puerto Arica y con las fronteras entre Perú y Brasil. Este territorio, hogar de los pueblos indígenas Uitoto, Yagua, Tikuna, Inga, Kokama y Okaina, es reconocido por su biodiversidad y su conexión con la selva amazónica.
La historia ancestral del territorio indígena Tarapacá se remonta siglos atrás en el conflicto colombo - peruano, inicialmente con la presencia de los primeros indígenas Uitotos procedentes de la región comprendida entre los ríos Cará-paraná e Igará-paraná, quienes huyendo de la Casa Arana se instalaron en el sector. 

Esta presencia poblacional posteriormente fue complementada con la migración de minorías peruanas y brasileras que transitaban en la zona explotando caucho y en algunas ocasiones, pieles de animales existentes en la región. No obstante, el conflicto limítrofe entre Colombia y Perú sería decisivo a la hora de configurar la instauración y organización socio-espacial de los más importantes asentamientos ubicados sobre las márgenes del río Amazonas y Putumayo. 

Para las comunidades indígenas que lo habitan, este territorio no solo es su hogar, sino también un lugar sagrado que alberga sus tradiciones, creencias y formas de vida, es por ello que "Tarapacá" en lengua Ticuna, significa "lugar donde nace el sol". Es una de las 11 áreas no municipalizadas del departamento de Amazonas, que, de acuerdo con las proyecciones del DANE, en 2023 Tarapacá contaba con aproximadamente 4314 habitantes de los cuales, 2033 mujeres (47.1%) y 2,281 hombres (52.9%). Los habitantes de Tarapacá representaban el 5.1% de la población total de Amazonas en el 2023, siendo el tercer territorio más poblado del departamento de Amazonas.

La ubicación Territorial en la región amazónica lo convierte en un área de gran importancia para la conservación ambiental, sus bosques tropicales albergan una vasta biodiversidad, incluyendo especies emblemáticas como el jaguar, el delfín rosado y una amplia variedad de aves, peces y plantas medicinales. Las comunidades indígenas que habitan este territorio han desarrollado prácticas de manejo sostenibles de los recursos naturales, contribuyendo así a la preservación de este ecosistema único. 

La cultura de las comunidades ancestrales en el Territorio indígena de Tarapacá es rica y diversa. Sus tradiciones incluyen prácticas ancestrales de caza, pesca y agricultura, así como ceremonias rituales, danzas y música tradicional. La cosmovisión indígena está estrechamente vinculada con el respeto y la armonía con la naturaleza, reflejada en su relación con el entorno natural y en sus creencias espirituales.

A pesar de la importancia cultural y ambiental del territorio, este se enfrenta a diversos desafíos, incluyendo l  a deforestación, la minería ilegal, la presión por la expansión agrícola y la pérdida de territorio debido a conflictos con empresas extractivas. Sin embargo, también existen oportunidades para fortalecer la protección de este territorio, a través de la colaboración entre las comunidades indígenas, el gobierno y organizaciones de la sociedad civil, así como el reconocimiento y respeto de los derechos territoriales y culturales de los pueblos indígenas del país.

Estas actividades ilegales y la falta de reconocimiento y protección de los derechos territoriales de las comunidades indígenas ponen en riesgo su bienestar y seguridad, por la ausencia en la implementación efectiva de leyes y políticas que protejan a las comunidades, dejándolas así, vulnerables a la violación de sus derechos territoriales y culturales.

Ante estos desafíos, las comunidades indígenas se han organizado en diversas iniciativas para proteger sus territorios, defender sus derechos y promover la conservación ambiental. Han establecido sistemas de vigilancia comunitaria, han participado en procesos de Consulta Previa en proyectos que afectan sus territorios, y buscado alianzas con organizaciones de la sociedad civil y agencias gubernamentales para fortalecer su capacidad de defensa y gestión territorial.

Además, han desarrollado proyectos de ecoturismo comunitario, agroforestería sostenible y manejo de recursos naturales, que les permiten generar ingresos económicos sin comprometer la integridad de su territorio ni su cultura. Un ejemplo valioso de la relación armoniosa entre las comunidades indígenas y su entorno natural, así como la importancia de reconocer y proteger los derechos territoriales y culturales de los pueblos indígenas. Su conservación y manejo sostenible son fundamentales para la preservación de la biodiversidad amazónica y para el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

Para los pueblos indígenas de la Amazonía, la alimentación está basada en la agricultura de roza, tumba y quema de los bosques. Se abren chagras de no más de dos hectáreas, se siembra yuca, plátano, piña (Bromeliaceae), pimentón (Capsicum), coca (Erythroxylum coca), frutales. Las chagras se trabajan por lo general bajo el sistema rotativo de minga, lo que quiere decir que el alimento de la chagra de una familia lo obtiene gracias al intercambio de trabajo. 

El papel de las mingas es fundamental en la vida de las familias y las comunidades. Es como la relación con la selva en la que se forma un todo, se reconocen los efectos mutuos y la mediación cultural facilita esta relación de largo plazo. Entre familias la minga está presente en las distintas facetas de la vida, en el disfrute del paisaje, en el trabajo, en los intercambios. La vida no está separada en producción, comercialización, recreación, la minga es una de las formas para mantener la vida como un todo.

Uno de los alimentos ancestrales es la fariña que se extrae artesanalmente a partir de la yuca o mandioca, utilizando instrumentos artesanales como el tipiti, siendo un alimento ancestral de los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana.  De este modo, para muchos pueblos indígenas de la Orinoquía y la Amazonia colombiana, la yuca brava es un alimento ancestral, que se caracteriza por ser venenosa en estado crudo, razón por la cual, en su preparación se remoja en agua para desechar los componentes venenosos y posteriormente en su preparación queda como producto resultante la pulpa de mandioca. 

El territorio indígena Tarapacá en Colombia es un tesoro cultural y ambiental que merece ser protegido y preservado para las generaciones futuras. Su biodiversidad es única y su rica herencia cultural son un testimonio de la importancia de mantener un equilibrio armonioso entre la humanidad y la naturaleza.
 

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