En el corazón de la región guajira, el trenzado no es solo una técnica estética, sino un símbolo profundo de identidad, resistencia y pertenencia para la comunidad afrodescendiente. Esta práctica ancestral, que se remonta a más de 5.000 años, no solo tiene un componente cultural, sino que se ha convertido en un medio de comunicación y conexión con las raíces africanas, una herramienta de lucha contra la opresión histórica que visibiliza el gran porcentaje de personas afros que habitan en el diverso departamento de La Guajira.
El trenzado tiene sus orígenes en el continente africano, específicamente en regiones como Mesopotamia y Egipto, alrededor del año 3000 A.C. Sin embargo, su mayor significado surge durante la época de la esclavitud. Donde los esclavos africanos, privados de sus derechos y libertad, encontraron en las trenzas una forma ingeniosa de comunicarse y resistir a la vigilancia de los esclavistas, a través de las trenzas, formaron códigos secretos que servían como mapas de escape, donde cada estilo representaba una ruta, las trenzas gruesas eran caminos rectos, las circulares zonas de patrullaje, las curvas conformaban los ríos y otras más que lograban transmitir información clave entre los esclavos, sin que sus opresores pudieran descifrarle.
A lo largo de los años, especialmente durante la era pos-esclavitud, el cabello afro o rizado fue estigmatizado y asociado con connotaciones negativas. Términos como “cabello malo” o “ñongo” se usaban para referirse al cabello afro o rizado, lo que llevó a muchas personas de la comunidad a sentirse estigmatizados y rechazados, optando por alisar sus cabellos con productos químicos o cortarlos constantemente para evitar las críticas. Todo esto, en busca de adaptarse a los estándares estéticos y de belleza impuestos por la sociedad.
El resurgir del trenzado y el cabello afro en La Guajira
La comunidad afro-guajira está comenzando a aceptar y lucir sus cabellos naturales, un giro tan positivo y lleno de empoderamiento que la tendencia hacia el cabello rizado o afro se está fortaleciendo, y los salones de belleza dedicados exclusivamente al cuidado y estilización del cabello rizado se están multiplicando.
“Se superó la esclavitud, nos quitaron el grillete del tobillo, pero no los dejaron en la memoria. Desde esa época hasta hace unos años, lo único lindo y sano, era tener el cabello liso, incluso hoy, muchas mujeres afros sienten que deben alisar su cabello para ser hermosas y aceptadas, pero esto afortunadamente está cambiando gracias al trabajo de aceptación y empoderamiento que venimos haciendo desde las distintas organizaciones”, indicó Amalia Bautista Gámez, estilista afroguajira.
Ejemplo de ello, es el Centro de Belleza ‘Mi Afroo’, creado por Amalia Bautista Gámez, es uno de los ejemplos más claros del impacto del trenzado como herramienta de empoderamiento. Amalia, quien además de ser estilista es Ingeniera Química de profesión, quien decidió hacer de su pasión por el cabello afro y el trenzado una fuente de inspiración y cambio en su comunidad. Su visión fue clara, usar su conocimiento para empoderar a otras personas, especialmente mujeres afrodescendientes, ofreciéndoles un espacio donde pudieran aprender sobre el cuidado de su cabello y entender la importancia de aceptarse tal como son.
El éxito de ‘Mi Afroo’ no pasó desapercibido, y rápidamente fue reconocida por el Fondo Emprender de La Guajira, una iniciativa que promueve el emprendimiento en la región, brindando formación, recursos y apoyo a los emprendedores locales. A través de esta colaboración, Amalia ha podido compartir su experiencia y el arte del trenzado con otros miembros de la comunidad afro, y además enseñarle a poblaciones víctimas, madres cabeza de hogar y jóvenes sobre el cuidado del cabello afro, y cómo convertir esta habilidad en un negocio rentable. “El objetivo es que las personas se sientan empoderadas, que entiendan que su cabello natural es hermoso, valioso y que además es una excelente idea de negocio”, aseguró Amalia Bautista, estilista Afro.
La academia y el reconocimiento de la cultura afrodescendiente
Instituciones como la Universidad de La Guajira están apostando por el reconocimiento y fortalecimiento de la cultura afrodescendiente, promoviendo espacios educativos y culturales que van más allá del color de piel y el tipo de cabello. Yulieth Vargas, Licenciada en Arte, Folclor y Cultura, quien también es instructora en la universidad, afirma: “Ser afro no es solo el cabello o el color de piel, sino también reconocer la historia, la danza, la música y el teatro como medios de preservación y fortalecimiento de nuestra identidad”.
Este enfoque académico y cultural no solo fomenta la aceptación, sino que resalta la importancia de las tradiciones y el legado de los afrodescendientes en la región. La historia del trenzado, como parte integral de esta identidad, sigue siendo una herramienta de resistencia y empoderamiento para las nuevas generaciones, donde La Guajira, con su alto porcentaje de población afrodescendiente, está siendo testigo de una transformación cultural, donde no solo son una tendencia de belleza, sino una poderosa declaración de pertenencia y afirmación de identidad cultural de la región.
En definitiva, el trenzado en la comunidad afro-guajira es mucho más que una técnica de belleza; es una manifestación de la historia, la cultura y la lucha por la autodeterminación. Este arte ancestral ha sido un vehículo para la preservación de tradiciones, pero también un medio para la transformación social, donde las nuevas generaciones están desafiando los estándares impuestos por la sociedad, redescubriendo su identidad y reconstruyendo un sentido de comunidad basado en el respeto y la aceptación. Esto refleja el renacer de una comunidad que, al mirar hacia su pasado, se fortalece y se proyecta hacia el futuro con orgullo, resiliencia y unidad.