Desde el cálido desierto de La Tatacoa, en el norte del Huila, hasta el Parque Arqueológico de San Agustín, en un intenso recorrido de seis días, empresarios, funcionarios de gobierno y estudiosos del creciente fenómeno del turismo rural conocieron los avances de Colombia en esta materia.
Además, presentaron sus propias experiencias locales a través de las cuales familias y comunidades campesinas a lo largo de España y América Latina están transformando sus vidas para iniciar emprendimientos en torno al turismo, en los que ofrecen sus fincas, hogares y zonas de producción agropecuaria.
Andreia Roque, presidenta de la organización Brasil Rural, destacó que “para países como los nuestros, el turismo rural es una herramienta muy fuerte para convertir el campo en una vitrina maravillosa en la que se muestra el trabajo de personas, comunidades y sus entornos, y dinamiza el desarrollo”.
En Brasil como en todo el mundo, la pandemia por Covid-19 devastó el turismo. Pero al fortalecer los destinos en los campos, se promovió el empleo, los ingresos y se redujo el éxodo rural.
Francisco Longino, empresario de turismo y la persona responsable del proyecto de turismo rural en Cuba, refirió que es fundamental “lograr un intercambio, lograr que todos los conocimientos que disponen emprendedores y actores locales se transmitan, y eso es útil para el territorio en función del desarrollo del turismo rural”.
Cuba, recordó Longino, tiene una amplia experiencia en el impulso al turismo con una cátedra universitaria, que respalda el diseño de productos, la comercialización y guianza agroturística.
El programa se diseñó para actores locales que no tenían acceso a ese tipo de formación, y para productores, y brinda rutas y tures en torno a productos como el tabaco, café y coco, entre otros.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, "las actividades de turismo rural se desarrollan en entornos del campo con bajas densidades de población, con paisajes y territorios en los que prevalecen las actividades de agricultura y de cultivo y cuidado de bosques. Socialmente, las familias y comunidades mantienen, en su mayoría, estructuras tradicionales.
“El turismo rural, al igual que el de montaña, tiene un gran potencial para estimular el crecimiento de la economía local y el cambio social”, señala Naciones Unidas.
Básicamente, se puede desarrollar simultáneamente con otras actividades económicas, y contribuye de manera positiva a mejorar los ingresos de la comunidad al crear fuentes de ingreso y empleo de calidad.