Los vimos triunfar en el año 2007 en uno de los realitys de música más visto por Colombia. Para ese entonces, Camilo era solo un niño de 13 años, pero a lo lejos se le notaba que había nacido para la música. Quince años después de haber triunfado en la televisión, Camilo Echeverry se consagra como uno de los artistas referente para el público infantil.
Prueba de ello fue su concierto sold out en la ciudad de Bogotá donde demostró que aquel niño del reality sigue soñando en grande. En un derroche de talento al encarar la guitarra, el cuatro y la percusión, el músico nacido en Medellín conectó con su público de manera directa gracias a canciones como ‘Vida de rico’, ‘Kesi’, ‘Aeropuerto’, ‘Pegao’ y la popular ‘Baloncito de oro’, que cantó junto a Carlos Vives en uno de los momentos emotivos de la noche en la que el paisa y el samario -discípulo y maestro-, se encontraron en el escenario.
Lo importante, más allá de los likes, los streamings y los aplausos, es pensar en qué le estamos ofreciendo al público infantil. Sí, a esa cantidad de niños y niñas en Colombia que no asisten a conciertos por factores como: la edad mínima, el precio de las boletas y no menos importante, el tipo de artista en tarima.
¿Estamos en el país ofreciendo una verdadera oferta de música en vivo para los más pequeños, o solo nos limitamos a los musicales un domingo a las 9:00 a.m. de la mañana? El público infantil es lo más genuino que existe. A la prueba está los cientos de niños y niñas, acompañados por sus padres, que llegaron al Movistar en Bogotá con carteles hechos a mano, pancartas elaboradas en cartulina, manifestando su admiración por Camilo, cantando cada una de las canciones y entregados totalmente a un show que fue retribuido por el carisma del artista junto a su banda, quien reiteró varias veces desde el escenario, la importancia de ser “uno mismo y no quererse parecer nunca a nadie. Chicos, ustedes son únicos y así debe ser siempre”.
Ojalá la figura de un Camilo, o de otros referentes, sirva como espejo para entender la importancia de entretener a los más pequeños en encuentros masivos como son los conciertos, de sembrar en ellos desde temprano el gusto por la música en vivo y, sobre todo, que los espectáculos estén a la altura de sus necesidades que no son menores. La música es un derecho de todos y todas y seguramente si se cultiva su amor por ella desde temprana edad, tendremos niños y niñas más sensibles al disfrute de las artes.