Bastaría sólo con haber escrito el clásico porro “Fiesta en corraleja” para apartarle un lugar en el Olimpo de nuestros compositores al maestro Rubén Darío Salcedo Ruiz. Aquella, la más famosa pieza dedicada a las fiestas tradicionales del 20 de enero en Sucre, Córdoba y Bolívar, ha sido grabada alrededor de un centenar de veces por artistas de todo el mundo, e incluso ha sido traducida al menos a otros tres idiomas.
Ese renglón en su hoja de vida, seguramente el más conocido de su carrera, es apenas uno entre varios que ha legado el compositor sucreño al país. Rubén Darío Salcedo ha sido, sin ir más lejos, el más prolífico creador de temas en el género pasebol, mezcla de paseo vallenato y bolero antillano bautizado de esa manera por Aníbal Velásquez y perfeccionado en su ejecución por Alfredo Gutiérrez. Y es que justamente algunos de los más famosos paseboles del Rebelde del Acordeón como “Ojos verdes”, “Corazón de acero”, “Capullito de rosa” y “Ay Elena”, son de la autoría de Salcedo. No por nada el compositor ha sido llamado “el rey del pasebol”.
Acerca justamente de esa creación rítmica y lírica dijo lo siguiente el investigador Roberto Montes Mathieu en su libro “Cantantes y compositores del Caribe colombiano”: “Su llegada al pasebol era lógico que ocurriera. Formado como bolerista en un medio donde el paseo ha tenido gran difusión y muchos cultores, con influencias inevitables como la de Guillermo Buitrago, compositor también de paseos como de boleros, llegó el momento en que, en su ser, sin buscarlo, se produjo esa concepción, y se encontró de pronto componiendo el nuevo ritmo. Solamente un bolerista podía hacer esa conjunción”.
Nacido en Morroa, Sucre, el 6 de mayo de 1939 (aunque otras versiones apuntan acerca de su nacimiento en Ocaña, Norte de Santander), Rubén Darío Salcedo fue bautizado así en honor al poeta nicaragüense. Desde pequeño se las apañaba para tocar la armónica y la guitarra, guiado por un primo de su padre, el célebre compositor Crescencio Salcedo. Tanto lo marcó esa cercanía que en su adolescencia vendió una bicicleta que recién le había regalado su madre, para comprarse un acordeón. A partir de ese momento se dio a componer cumbias, porros, paseos, merengues, rancheras y, sobre todo, bolero, el género que más le interesó en su juventud.
Como compositor, se estrenó con un verdadero éxito: el paseo “La colegiala”, estrenado a mediados de la década del 60 por Alfredo Gutiérrez, popularizado por el rey vallenato Julio de la Ossa, y luego inmortalizado en las versiones del Binomio de Oro y de Carlos Vives. Fue tal el revuelo que el mismo Gutiérrez, por aquel entonces iniciando una carrera como solista después de dejar Los Corraleros de Majagual, fue a buscarlo a su propia casa, en inmediaciones de la Plaza de Majagual en Sincelejo, para pedirle más temas. Así inició una colaboración profesional y una amistad que hoy sobrepasa los años.
En 1967, Alfredo Gutiérrez creó un nuevo proyecto de sonido corralero para la disquera Codiscos, llamado Los Caporales del Magdalena, con dirección musical del clarinetista Demetrio “Pipe” Guarín. Es en esa formación donde Salcedo decide proponer un tema de su autoría, inspirado en los campesinos que a la víspera de cada 20 de enero amarraban con bejucos las maderas para armar los escenarios artesanales donde se llevan a cabo las festividades populares. Así nació “Fiesta en corraleja”, tema que pegó de inmediato, primero en la feria de Manizales, y de ahí en el mundo entero. Un homenaje a esa tradición y también a su padre, Esteban Salcedo, a quien describe “en su caballo piquetero”.
Tras un trabajo de cinco años con Gutiérrez, Salcedo es convocado en Medellín por Discos Fuentes en 1970 para formar su primera agrupación propia, el Súper Combo Los Diamantes, en la que dejó ver su interés por la salsa y las descargas. A falta de un cantante, su pianista, el cartagenero José Cabezas, le habló de un muchachito de su ciudad que estaba teniendo alguna figuración. Se trataba de un adolescente de 15 años llamado Álvaro José Arroyo. Salcedo no sólo fue a visitar a su señora madre en Cartagena para convencerla de dejarlo ir con él, sino que le dio albergue en su casa por varios meses y lo rebautizó con el nombre artístico que lo hizo inmortal: Joe Arroyo. El Súper Combo, con la voz del Joe, sólo grabó un trabajo discográfico y un sencillo, en los que hoy todavía sorprenden el poderío de los arreglos y la voz juvenil del futuro Centurión de la Noche.
De ahí en adelante, Rubén Darío Salcedo se mantuvo vigente en proyectos propios, como su conjunto vallenato, y en otros ajenos como el Súper Combo Los Sucreños, de Pipe Guarín. Y también siguió componiendo, incluyendo temas que también alcanzaron un lugar selecto del cancionero tropical como “La cuñada”, “Amor de adolescentes”, “Bella cascada”, “Manizaleña”, “Milena”, “Princesita”, “Paraíso”, “La hija del millonario”, “Tus amores”, “Elvia María”, “La negra Aminta” y “Mi velerito”, entre muchos otros.
Hoy sigue tocando en diferentes parrandas al lado de algunos de sus 15 hijos, y nunca deja de contestar el teléfono el día que más lo suelen llamar, que no es precisamente el de su cumpleaños, sino cada 20 de enero, cuando llega la fiesta de Sincelejo, “la fiesta buena, la fiesta en corraleja”.
El 6 de mayo llega a sus 85 años de vida el acordeonero, cantante y compositor Rubén Darío Salcedo. Por eso es nuestro Artista de la Semana.