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Vicky y Margie: la historia de dos pioneras del rock en Colombia

A pesar de ser omitidas en las pocas páginas oficiales que se han escrito sobre nuestro rock, estas dos exponentes ocuparon un lugar importante.
Luis Daniel Vega

¿Existieron mujeres pioneras del rock en Colombia? En los orígenes de nuestro rock, ¿fueron algunas mujeres protagonistas? ¿Escribieron páginas relevantes las cantantes en los primeros años del rock local? Sí, están allí. Hay numerosos discos que lo comprueban. Llama la atención que aún en el presente nos hagamos estas preguntas vergonzantes. Ya sea por omisión o prejuicio sexista, lo cierto es que en las pocas páginas oficiales que se han escrito de nuestro rock, las mujeres son las grandes ausentes.

Sin embargo, el nombre de la cantautora Vicky sobresale a pesar del olvido empecinado; ella junto a precursoras como Lyda Zamora, contestatarias como Eliana, innovadoras como Yolanda y Emilce y, en su momento, rutilantes estrellas de los escenarios y las pantallas de televisión como Magda Egas, Maryluz o María Elvira, hacen parte de este ramillete donde, en la otra orilla, aparece opacada por su brillo efímero la cantante Margie.

Esperanza Acevedo Ossa, más conocida como Vicky, es una figura indiscutible de la primera ola de rock en Colombia. Vicky encarnó como ninguna, aquella figura sugerente de la chica ye-yé moldeada al estilo de Nancy Sinatra, France Gall, Jane Birkin o Françoise Hardy. Paralelo al auge inusitado que tuvieron Los Speakers, Los Yetis, Los Flippers, Los Ampex y Los Streaks (todos ellos grupos juveniles integrados exclusivamente por hombres), una porción de artistas más ligados al pop se dieron a conocer a través de los programas de música Juventud Moderna y El Club del Clan, este último tuvo una importancia crucial en el nacimiento del sonido rockero en Colombia.

Por allí pasaron Los Flippers, Los Speakers, Oscar Golden, Las Mellizas, Jairo Plata, Beto Adriano, Freddy Wilson, Harold, Lyda Zamora, y se bautizaron con nombres comerciales a Guillermo García (Billy Pontoni), Gladys Caldas (Claudia de Colombia) y, por supuesto a Vicky, quien debutó allí de manera accidentada cuando apenas tenía 19 años y estaba recién desempacada en la capital luego de abandonar Palmira, la ciudad a la que fue a vivir cuando era muy niña. En 1965, bautizada por Guillermo Hinestroza como Vicky –pues, según él, Esperanza Acevedo era muy largo y poco comercial- Vicky se paró en los micrófonos de El Club del Clan y se convirtió en una de sus voces más legendarias.

Vicky, cantante historia rock colombiano

A diferencia de las llamadas chicas ye-yé, que se caracterizaban por su premeditada ingenuidad mezclada con cierto descaro sexual, Vicky, aunque jugaba soterradamente con esa lógica, se destacó por su fino sentido del humor y un carácter férreo. Asimismo, a diferencia de sus colegas cantantes, escribía canciones. No es exagerado decir que ella fue una de las primeras cantautoras colombianas de la música pop; de eso dan cuenta más de 100 canciones en las que desnuda inocentes letras amorosas, otras descorazonadas y otras un tanto rebeldes.

Luego de su éxito en El Club del Clan, en 1967, grabó para Sonolux su primer disco titulado ‘Llorando estoy’, en el que, sorpresivamente aparecieron siete composiciones suyas más una versión de ‘These boots are made for walkin’, la famosa canción que hizo famosa Nancy Sinatra y a la que Vicky le cambió la letra de manera excepcional.

Ese mismo año, Vicky firmó un contrato para el sello Codiscos, de Medellín. El resultado fue un poderoso disco que pasó de agache y que hoy es un clásico del rock y del pop en Colombia. Se trata del epónimo ‘Vicky’, una grabación realizada en Medellín al lado de Los Ampex, la banda comandada por el guitarrista Óscar Lasprilla. Esas once canciones tenían al llanto como protagonista, cuatro de ellas de su autoría: ‘Hoy me hiciste llorar’, ‘Te digo adiós’, ‘La luna llora’ y ‘Perdón te pido’. Las demás eran piezas del repertorio moderno provenientes de Estados Unidos e Inglaterra: ‘Tiempo de llorar’, un clásico country de Buck Owens, y ‘Cansada de esperar’, de The Kinks, previamente interpretada por la cantante Angélica María en compañía de Los Rebeldes del Rock.

La portada presentaba a una mujer sonriente, segura y absolutamente moderna, con pantalones de pretinas a cuadros, reloj de pulso de cuero, camisa aterciopelada, pelo rubio platinado inspirado en una muñeca de nylon que le regalaron; en conjunto, el disco marcaba uno de los rumbos que tomaría la música juvenil: el del pop eléctrico y elegante.

Este álbum fue el cierre de la primera etapa de Vicky, la de la chica ye-yé enamorada que apenas sacaba a relucir todo su arsenal de canciones. Un sabor amargo le dejó el fin de la inocencia: los chismes malintencionados la alejaron de los escenarios. Se retiró por casi siete años y regresó en agosto de 1973 con el álbum ‘Esa niña’ en la que, ya madura, en el arte de escribir canciones, prefigura su predilección por letras hechas con filigrana y melodías brillantes que traspasan con altura el género de la balada pop, en el que se le encasilló para siempre.

Vicky, cantante historia rock colombiano

En contraste con el exitoso despegue artístico de Vicky que le granjeó popularidad, la figura de Margie apenas se recuerda fugaz pero determinante.

“Me caso, no me caso, dímelo tu mi amor, yo soy una chica buena que no entiende de amor. Me gusta ir al colegio, me gusta estudiar, y a mí lo que más me gusta es cuando aprendo a besar. Yo no quiero compromisos, ni casarme quiero yo. Solo quiero divertirme siendo tu mi profesor”. La provocadora retahíla, original de la mexicana Eva María, pudo haber causado rubor y espanto en la morronga sociedad colombiana de mediados de los sesenta. Si tenemos en cuenta que la cantaba una jovencita de 14 años el escándalo tuvo que haber sido noticia nacional. La protagonista de tan fabulosa afrenta es Margiette Albán Ospina, cuyo nombre artístico apenas fue un escueto Margie, quien debutó en los albores del rock nacional con el disco ‘Muy juvenil’, publicado en 1966 por Codiscos a través de Zeida.

La encantadora chica aparece en la portada de su debut ataviada con escocesa falda colegial, medias hasta la rodilla y zapatos tipo Mafalda. Sus abundantes colas de caballo y el gesto ingenuo de su mano develan una suerte de Lolita que no tiene empacho en mandar a freír espárragos al donjuán de turno en otra canción igual de polémica como ‘El mentiroso’, una adaptación sagaz de un stardard de Neil Sedaka.

Margie, cantante rock colombiano

Hija de una vendedora de discos del centro de la ciudad, Margie hizo parte del batallón de estrellas juveniles patrocinadas por Codiscos. Su primer trabajo incluyó versiones de algunas canciones que estaban de moda en el momento como ‘Drink surf’ de los españoles Quinteto 32; ‘Oh, oh sheriff’, escrito por el crooner parisino Serge Gainsbourg y popularizada por el conjunto español Los Tres Sudamericanos; ‘El mentiroso’ de Neil Sedaka, ‘Amor amargo’, del Dúo Dinámico; ‘Yellow submarine’, de The Beatles; y la combativa ‘Protestando’, vehemente declaración de insatisfacción adolescente original del quinteto español Los Cinco del Este.

Sobre Margie, en la contraportada de su primer disco, escribió Humberto Moreno, miembro de la Sociedad Colombiana de Comentaristas de Discos y, por ese entonces, novato productor artístico del sello:

“Margiette Albán Ospina nació en Bogotá el 27 de abril de 1952. Recién cumplidos los 14 años, Codiscos, la invita a grabar este larga duración en los estudios Zeida. La chica acepta, advirtiendo su inexperiencia en el campo artístico. Nunca antes había imaginado que su voz quedaría impresa en las pastas sonoras, ni que actuaría teniendo enfrente al público más exigente, a las cámaras de televisión, o que encontraría en los radioteatros de importantes radiodifusoras colombianas los más estruendosos aplausos. Nada. Simplemente una preciosa jovencita que normalmente asistía al colegio y cantaba para sus compañeros cuando ellos se los solicitaban. Ella ejerce con sus canciones, cierta moderna influencia sobre los gustos de sus contemporáneos. Ella, chica pop, irrumpe optimista al difícil camino del modernismo”.

Las palabras de Moreno las complementa el diario El Tiempo en una nota que le hicieran a la artista el 3 de diciembre de 1996, y en donde el reportero de turno no ahorró elogios para referirse a la que, en ese momento, era considera por la industria discográfica y la prensa como la mayor promesa de la música juvenil, teniendo en cuenta que su debut fue de los más vendidos de aquella temporada en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, según el mentado reportaje que así presentaba a la cantante:

“Unos hermosos ojos grises –que irradian tonalidades luminosas a medida que se desgajan presurosas las palabras- y una cadencia juvenil –rabiosamente juvenil- son como dos características fundamentales para definir a Margie, la nueva estrella de la canción que ahora se asoma al panorama artístico nacional con incontenibles bríos. Y aún no se sabe qué de admirable en su porte, que es sereno porte de niña-mujer que se presiente bella, que la sitúa en condiciones superiores para conquistar laureles indecibles en el terreno artístico (…) Tan desprevenidamente como lo demanda la natural despreocupación de Margie para quien los éxitos que ya ha alcanzado no le han causado la más mínima preocupación. Es decir, que le importan una higa la popularidad o los gajes le puedan producir sus éxitos. Porque Margie, antes que todo, una niña con extraordinaria sensibilidad artística, pero nada más. Ni engreída ni fatua. Ama vivir intensamente, tan intensamente como se puede vivir a sus años. El resto, vale menos”.

Margie, cantante rock colombiano

Al año siguiente de ‘Muy juvenil’, fue editado ‘Cartel de publicidad’, su segundo y último disco. De la adolescente ingenua, colegial y mofletuda no quedó rastro alguno. De eso da cuenta la foto de portada en la que aparece recostada con cierto gesto y parecido a Brigitte Bardot. La música en esta grabación es algo más salvaje y osada como el caso de la canción que le da título al disco –original de Los Brincos-, ‘Vete de paseo’, del dueto mexicano Las Robin,; ‘Carreras Ye Ye’, de la banda sonora de la película ‘Wild Angels’; ‘Diablo con vestido azul’ y ‘Pelirojo Louie’, estas dos últimas, joyas extraviadas del garage y el protopunk latinoamericanos.

Luego de ‘Cartel de publicidad’, disco en la que, a propósito, la acompañó la agrupación bogotana Los Streaks, Margie contrajo precoces nupcias con Ernesto Satró, también ídolo juvenil colombiano. En seguida ella desapareció de los escenarios sin dejar rastro. De su obra nos quedan un par de discos, una nota de prensa y un par de fotos. Luego de su fugaz resplandor se fue a vivir definitivamente a Ecuador.

Por su parte, Vicky, la cantautora que marcó a toda una generación adulta con un título perdurable que le valió a ella el remoquete de gorrión gracias a ‘Pobre gorrión’, una canción alejada de su candidez primaria, falleció en Bogotá el 15 de marzo de 2017. Vicky, Margie y otras tantas voces fabulosas que dejaron una obra sorprendente y que, en su momento, gozaron de inmensa popularidad, hace rato deberían estar en los libros que cuentan la historia del rock en Colombia y aún aguardan por una justa reivindicación y un necesario redescubrimiento.

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