El escritor Barranquillero José Portaccio Fontalvo es el autor de “Matilde Díaz, la única”, biografía de la célebre cantante. En ella afirma lo siguiente: “La lírica de Matilde es una música que jamás va a pasar de moda; podrán transcurrir 40, 50, 100 años y siempre la estaremos escuchando. Puede ser que las generaciones de entonces no sepan quién era Matilde Díaz, pero van a gustar de su música. De esto no nos cabe la menor duda”.
Nacida en San Bernardo, Cundinamarca, en noviembre de 1924 y criada en Iconozco, Tolima, de donde se sentía real hija, Aura Matilde Díaz Martínez difundió la música de la Costa Caribe por todo el continente de la mano del director de orquesta Lucho Bermúdez. Pero sus inicios se dieron en la música del interior. Al lado de su hermana Elvira alcanzó notoriedad en programas musicales de radio desde niña, tras estudiar con el maestro bogotano Emilio Murillo Chapull, interpretando bambucos y pasillos de su autoría. Si bien Murillo, el famoso “Apóstol de la Música Colombiana” quería que las hermanas Díaz interpretaran únicamente sus composiciones, Matilde tenía más inquietudes, las mismas que pudo desarrollar como solista cuando Elvira decidió dejar el dueto para casarse
Matilde también contrajo nupcias de manera temprana con un locutor de la emisora La Voz de la Víctor de nombre Alberto Figueroa, pero había puesto la condición de que el matrimonio no sería un impedimento para su carrera como cantante. A sus 18 años ya estaba casada y a la espera de audicionar con la llamada Orquesta del Caribe, comandada por un clarinetista de 30 años nacido en El Carmen de Bolívar, de nombre Luis Eduardo Bermúdez Acosta, quien la contrató de inmediato.
En 1945, ya como parte fundamental de la orquesta de Bermúdez, director y cantante viajaron a Buenos Aires para grabar el primer disco de una larga carrera que se resume en clásicos como ‘Carmen de Bolívar’, ‘San Fernando’, ‘Te busco’, ‘Salsipuedes’, “Fantasía tropical” y ‘La múcura’. Allá se casaron por lo civil, inicio de una relación profesional y afectiva que se prolongó hasta 1963, año en el que se anunció su divorcio en medio de una importante polémica.
Lucho Bermúdez se refirió a ella de esta manera ante el biógrafo Portaccio: “La relación con Matilde fue muy importante por su calidad y su versatilidad. Interpretaba un bambuco, una cumbia, cualquier canción, con la misma maestría. Eso, sin duda, le daba incentivos a mi trabajo. Yo era un profesional y había llegado el momento de darle un carácter especial a la orquesta, un sabor propio. Vino la experimentación, la búsqueda. Y la encontramos en ella”. A su vez Portaccio puntualiza: “Matilde Díaz fue la mejor intérprete de la música de Lucho, porque la vivía como si fuera propia”.
Pero la importancia de Matilde en el desarrollo de la música popular colombiana va mucho más allá de sus grabaciones con Bermúdez. Sumado a sus amplias facultades para asumir bambucos, pasillos y otros aires del interior, tras su sonado divorcio la carrera de Matilde tuvo continuidad en grabaciones con la orquesta del panameño Marcos Gilkes, con arreglos del músico Armando Velásquez e incluso cantando a dúo con su segundo esposo, Alberto Lleras Puga, hijo del presidente Alberto Lleras Camargo.
Hasta sus últimos días se mantuvo cantando Matilde Díaz. Hacia 1999 estaba esperando el lanzamiento de un CD triple con 60 canciones. El proyecto empezó a dilatarse y Portaccio la interrogó al respecto. Ella, haciendo gala de su eterno sentido del humor, le dijo: “es que están esperando que yo me muera para venderlos más, pero se van a joder”.
Matilde Díaz, la gran dama de nuestra canción, voz femenina por excelencia en nuestra música tropical, falleció el 8 de marzo del año 2002, hace exactamente 20 años. Por eso, es nuestra Artista de la Semana.