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El oficio de relojero en uno de los municipios más tradicionales de Antioquia

Por: Juan Guillermo VianaDon Gonzalo Castro tiene 90 años, con una mente prodigiosa recuerda que desde hace 68 años sube las empinadas escaleras de la Iglesia Santo Domingo de Guzmán, ubicada en uno de los pueblos más costumbristas de Antioquia, que lleva el mismo nombre de la iglesia: Santo Domingo, él le da cuerda a uno de los relojes más antiguos del departamento, comprado en Suiza, con números romanos y traído a lomo de mula por arrieros.

Por: Juan Guillermo Viana

Don Gonzalo Castro tiene 90 años, con una mente prodigiosa recuerda que desde hace 68 años sube las empinadas escaleras de la Iglesia Santo Domingo de Guzmán, ubicada en uno de los pueblos más costumbristas de Antioquia, que lleva el mismo nombre de la iglesia: Santo Domingo, él le da cuerda a uno de los relojes más antiguos del departamento, comprado en Suiza, con números romanos y traído a lomo de mula por arrieros.

De profesión relojero, apasionado por estos artefactos de cuerda, especialmente los más antiguos, recuerda con tristeza que al reloj la Iglesia Santo Domingo de Guzmán, solo dos personas en el mundo lo han destapado y arreglado, un relojero ya fallecido y el.

“Este reloj según una fecha que hay aquí, es de junio de 1893. Estoy subiendo desde el año 1952, antes de mi era Arturito Torres, yo únicamente venía a ayudarle a dar cuerda a mirar y mirando aprendí. Hay que darle cuerda regularmente cada 5 a 6 días, porque si no se para”, indicó Castro.

Nos explica con bastante emoción cómo funciona, pero más se enorgullece con los inventos que él le ha hecho.

“Este clic clac la inventé, para que tenga aceite la rueda de áncora, cada media hora le cae una gotica al reloj para que se mantenga aceitado y no se pare. No cambio mi profesión por nada en el mundo, si vuelvo a nacer quiero ser otra vez relojero”, expresó don Gonzalo.

Foto: Wikipedia

Y es que los sonidos de las campanas que retumban y hacen eco en todo el pueblo, es lo que más le gusta, especialmente la marcha, se conmueve al escucharlo, por algo tuvo más de 1.000 relojes en su casa durante sus años de juventud.

Don Gonzalo, espera que algún habitante de su pueblo siga su legado, aunque dice que no es para cualquier persona, sus conocimientos los impartirá con alma y corazón.

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