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Carriel al tercio, machete al cinto

Desde Radio Nacional de Colombia contamos las historias de aquellos que trabajan la tierra, el mar y potencian sus recursos, llevando sus saberes de generación en generación.

En San Sebastián de Palmitas, cerca a Medellín en el departamento de Antioquia, conocimos a Fredy Muñoz, arriero por tradición y por herencia.

Cuenta que se crió entre el campo y los animales. Andando con su papá y con los otros arrieros aprendió el oficio y comenzó desde que tuvo la fuerza y la destreza para guiar una mula.

Arriero no es únicamente el que hace las cargas, para ser arriero se tiene que cuidar la mula, saberla cargar”.


Fredy Muñóz, Arriero

Antes de empezar el viaje, Don Fredy nos explica que se debe coger el cabezal para alistar la mula y para eso hay que hablarle, llamarla por su nombre; “muñeca”, “muñeco”, “niña” son algunos de los más populares.

Si se pasa por una parte difícil del camino y la mula no quiera andar, hay que regañarla y hablarle duro para que trabaje… Ella aprende que con las meras palabras tiene que trabajar”

Cuando el papá de Don Fredy era arriero, hacía recorridos largos, de Medellín a Manizales por ejemplo. En la actualidad Fredy hace recorridos más cortos entre las veredas, cerca de donde vive llevando café, caña, materiales de construcción o madera.

Le preguntamos a Fredy si los arrieros tenían la misma fama de los marineros que dejan un amor en cada pueblo…

“Arriero que no es enamorado no es arriero… Uno tiene el motivo de volver por otro viaje pero es para ver a la muchacha” nos confesó entre risas.

Un buen arriero lleva en su carriel el mechón de pelo y la foto de la mujer amada. Pero tradicionalmente también tienen otros objetos que hacen parte del inventario que no pueden olvidar.

Cuando el arriero, viaja su esposa le empaca el almuerzo para llevar o el “fiambre”: Carne, papa, tajadas y arroz envuelto en hoja de plátano. El “guandolo” es la bebida más común para los arrieros en su recorrido, hecha de panela con limón o naranja.

Don Fredy tuvo 3 hijos. El mayor también fue arriero y agricultor pero hoy trabaja en Medellín, el del medio está prestando servicio militar y el menor esta en el colegio y cuando tiene momentos libres trabaja con él en el campo.

El trabajo de nosotros es muy duro, ellos prefieren seguir trabajando afuera para llevar una vida menos difícil” Dice Fredy Muñóz.

Aún no es abuelo, pero le gustaría enseñarles a sus nietos lo que significa ser arriero y como a través de esta tradición se levantó su familia.

Desde la finca “La Arrinconada” Don Fredy sigue manteniendo la tradición arriera mientras trabaja su tierra, para extraer de ella café, caña, plátano y yuca, además de la panela que ellos mismos producen.

Los arrieros en la historia de Colombia

Según Carlos Valle, de familia de arrieros y escritor, “Antioquia fue echa a punta de arriería”

Los procesos de colonización antioqueña se dieron con el apoyo de los comerciantes de Medellín en el siglo XIX, esto produjo grandes cambios en la geografía, la economía y la organización social de nuestro país.

El café ganó gran importancia para la región junto a otros productos agrícolas, toda esta expansión se hizo a lomo de mula. Donde los arrieros transportaban de un lugar a otro del territorio nacional diversas mercancías.

Para Carlos, Antioquia y Colombia están en deuda con los arrieros, por eso él trabaja por el rescate de la tradición paisa y de este oficio.

El arriero donde empeñaba su palabra, la mercancía llegaba al lugar” Nos cuenta.

Carlos enfatiza en la exaltación de la “berraquera paisa” principal característica de los arrieros, la cual describe como la valentía, audacia, y honestidad de los hombres y mujeres que forjaron la región. Para él es importante diferenciar este rasgo, del facilismo que según él, sembró la “cultura del narcotráfico” en las siguientes generaciones, desdibujando los valores que para Valle, han distinguido las comunidades paisas.

Carlos espera completar una de sus últimas obras “El cantar del arriero”, un poema épico al estilo de “la Ilíada”, “la Odisea” o “El cantar de Mio Cid”, donde busca plasmar la historia de Antioquia contada a lomo de mula, siendo el arriero el héroe principal.

Nos contó como dato curioso la historia de uno de los arrieros más conocidos en el país: Pepe Sierra

De esta manera, la zona cafetera nos permitió conocer uno de sus símbolos más emblemáticos, representante no solo de la sabiduría de esta comunidad, sino también del arraigo a las costumbres y al territorio que poseen quienes han nacido y crecido allí.

Fotografías: fincasagroturisticas.com

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