Hace unos meses, la arpista inglesa Olivia Jageurs reflexionaba en su blog acerca de cómo uno de los instrumentos más dulces –el arpa– era también uno de los que más cohibía a los compositores, y quizá por esto no hay tantas obras contemporáneas para arpa.
El mecanismo del instrumento es complejo: está compuesto por siete pedales distintos, y los cambios de pedal pueden hacer imposible que dos acordes determinados suenen consecutivamente, por ejemplo. Constantemente se le acercaban a Olivia con fragmentos de partitura a preguntarle: “¿Esto es posible?”.
Conozca el resto de la historia en: Señal Clásica.