Por años, las mujeres han tenido que escuchar que conducir no es una actividad para ellas, mucho menos si se habla del transporte público. Sin embargo, en los últimos dos años, más de 800 mujeres recategorizaron sus licencias de conducción y recibieron formación en la conducción de vehículos zonales del Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá.
Por otra parte, en el gremio de taxis las mujeres se han vinculado tanto en las áreas administrativas, como conductoras. De acuerdo con la Secretaría de Movilidad, “actualmente, hay 2.481 taxistas y 19 mujeres en cargos directivos como representantes legales de 52 empresas”.
Se ha visto necesario crear espacios en los que las mujeres participen de la movilidad en la ciudad rompiendo las barreras de exclusividad laboral para hombres: “En Bogotá, el 52,1 % de la población está compuesta por mujeres, por eso seguimos trabajando para seguir cerrando las brechas de género y apoyar la incursión laboral de las mujeres, y así tener una mayor equidad de género en el transporte público y en la ciudad”, expresó la secretaria de Movilidad, Deyanira Ávila.
Las mujeres aún se enfrentan a estereotipos de género arraigados que ponen en duda su capacidad para manejar vehículos grandes, lo que a veces se traduce en falta de respeto por parte de los usuarios del transporte público y dificultan el poder realizar su trabajo de manera segura y sin discriminación.
“Predomina la percepción de menores habilidades de conducción y mecánicas, por parte de las mujeres. Lo que conlleva a actitudes de rechazo hacia las conductoras, lo que se evidencia en prácticas insanas como preferir no subirse a los buses o taxis porque la persona al volante es una mujer”, sostuvo la Agencia Nacional de Seguridad Vial.
Como respuesta a esto, nace La Rolita, un operador de transporte público en el que las mujeres han tenido mayor participación. A diario cubre 10 rutas con 141 buses que son conducidos en un 60% por mujeres y que han transportado a casi 41.000 usuarios, convirtiéndose en la segunda empresa de movilidad con menor tasa de siniestralidad.
Un transporte público idóneo para las mujeres conductoras implica buses seguros, estructuras adaptadas a sus necesidades, rutas de atención y una cultura ciudadana que le garanticen a las operadoras seguridad frente a las situaciones de riesgo a las que se pueden enfrentar a diario, como robos, confrontaciones con pasajeros hostiles, acoso sexual y carencia de instalaciones sanitarias adecuadas en sus rutas y estaciones de descanso.