Pasar al contenido principal
CERRAR

La construcción de la paz en el Guaviare, una lucha con sello femenino

Tras años de conflicto armado en el Guaviare, las mujeres de esta región del país, han tomado la vocería en la implementación de estrategias que buscan garantizar la paz.
La construcción de la paz en el Guaviare, una lucha con sello femenino
Edwin Moreno, Paulé Cárdenas y María Paula Pardo.
Edwin Moreno, Paulé Cárdenas y María Paula Pardo.

Cada una de las acciones y estrategias lideradas por las mujeres, han logrado impactar socialmente, pues han servido como herramienta para la reconstrucción de un territorio en el que la mayoría de sus habitantes hacen parte de la población víctima y que cada día está luchando por convertirse en un referente de paz y turismo a nivel mundial.

La literatura y el arte: dos herramienta para la construcción de paz en el Guaviare

La búsqueda de la paz en los territorios que han sufrido los estragos del conflicto armado en Colombia, se ha convertido en el día día de muchos activistas y líderes sociales que trabajan desde diferente áreas con el fin de contribuir a la construcción de paz en estas zonas del país.

Es este el caso de Vanessa Pinzón Rodríguez, licenciada en filosofía y lengua castellana, quien ha enfocado sus conocimientos en etnoeducación y músicas folcloricas; y se ha desarrollado como profesional en promoción de lectura, escritura y actividades de acceso a la cultura para poblaciones en condiciones diversas, estas actividades le permitieron trabajar en diferentes bibliotecas públicas distritales del país y espacios de escritura e investigación, lo que la llevó a darse a conocer por diferentes entidades que venían trabajando en proyectos enfocados a poblaciones victimas del conflicto armado.

Es así, como en 2017, Vanessa, quien para la época desempeñaba su profesión en la capital del país, recibió una oferta laboral por parte del Ministerio de Cultura en la que requerían su traslado a San José del Guaviare, un pequeño municipio ubicado entre la orinoquia y la amazonía colombiana, para trabajar en una iniciativa que nació tras la firma de los acuerdos de paz 'Bibliotecas moviles para la paz' allí debía brindar talleres de promoción de lectoescritura a la población ubicada en los Espacios Territoriales de Capacitación y

Reincorporación del departamento

Tras aceptar dicha oferta y trabajar un año con la población, tomó la decisión de radicarse en el departamento y crear una biblioteca comunitaria que subsanara un poco las necesidades con las que contaba la población que habitaba la zona rural del municipio. “Esto me motivó a radicarme en el departamento del Guaviare, el interes de aportarle a estas comunidades, aportarle al ejercicio de reconciliación de las comunidades, de reconstrucción de memoria y reconstrucción de tejido social", dice Vanesa Pinzón.

Fue así como nació Guachinacal, una biblioteca comunitaria creada por Vanesa junto con algunos amigos y profesionales que hicieron parte del proyecto del Ministerio de Cultura, con el fin de seguir trabajando en la construcción de la paz del departamento y continuar con los procesos de reincorporación con la población de Colinas y Charras, dos veredas ubicadas a pocos minutos de San José del Guaviare, donde se encontraban instalados los ETCR.

“En este sentido se realizaron jornadas en tono a la reconstrucción de memoria, de historias autobiograficas con los pobladores que estaban allí, ahí conocimos historias de vida de jóvenes, de mujeres, de hombres, en las cuales narraban cómo había sido su llegada a estos movimientos armados y además cuáles habían sido las motivaciones. También se hizo un taller de elaboración de maquetas, mapas y dibujos, donde se trató de reconstruir en territorio y lo que fue este lugar, antes de varias tomas armadas que hubo", comenta Vanesa a los micrófonos de Radio Nacional de Colombia.

De esta manera, desde la biblioteca Guachinacal, Vanesa ha seguido trabajando en otros espacios del Guaviare y con diversas poblaciones, con el fin de promover ejercicios de reconstrucción de memoria historica y reconciliación en el departamento, apoyando también iniciativas que buscan contribuir a la paz total del territorio.

Un liderazgo que rompió con la tradición

Con seis años de edad, Gloria Hermelinda Vaca Ramírez llegó al Guaviare junto a su familia, quienes en busca de tierra para cultivar, abandonaron su pequeña finca de Ubalá en Cundinamarca, para habitar una región en la Amazonía que estaba en proceso de colonización. 

Gloria narra, que debido a lo que llama “cultura de la coca” su padre debió cambiar la idea de sembrar alimentos, para cultivar esta planta esencial para la producción de cocaína. Ella, siguiendo la usanza familiar junto a su esposo continuó con los cultivos porque, manifiesta, que no había otra opción con la misma rentabilidad para sostener económicamente su hogar.

“Yo vi cómo lanzaban bultos de plata desde las avionetas”, recuerda Gloria para referirse a la abundancia de dinero que se veía en el Guaviare en esa época; sin embargo, pese a las ganancias, ella y su esposo, se cansaron de cultivar coca porque la aspersión aérea con Glifosato, empezó a pasar factura en la salud de su familia y la naturaleza, porque no solo se fumigaban las plantaciones, sino toda su finca.

Con el temple que la ha caracterizado para responder por la alimentación de trabajadores y por la organización de su finca, Gloria descubrió que tenía también la capacidad de lograr unir a su comunidad y construir paz desde el liderazgo social. En su vereda es reconocida por haber sido madre líder del programa Familias en Acción, presidenta de junta de acción comunal y por asumir luchas para beneficio colectivo.

Manifiesta que cambiar la planta de coca por cultivos de uso licito, ha sido un reto que no solo es responsabilidad de quienes la sembraron, sino que requiere de inversión por parte del estado para fomentar una economía campesina que brinde una vida digna para estas comunidades del Guaviare que también se vieron afectadas por el conflicto armado.

Actualmente, ha logrado unir a un grupo de mujeres de su municipio para conformar ASOREINAS, Asociación de Mujeres Campesinas Productoras de El Retorno, desde donde busca que sus socias sean autónomas económicamente por medio del cultivo de aguacate, frutos cítricos y la comercialización de leche. 

Esta mujer cuenta entre sus logros el haber gestionado la construcción de la caseta comunal para su y el mantenimiento de las carreteras en su vereda. El amor que siente por su comunidad y la motivación que le brindan sus 4 hijos, hacen que Gloria no desfallezca ante los retos que implica ser una mujer líder, al tener que lidiar con la estigmatización por haber sido cocalera. Ella hace que la paz sea un lenguaje que se expresa a través de su liderazgo y pretende seguir dando batallas para lograr el bienestar y la dignidad para su comunidad.

Luz Marina, un faro de esperanza entre sombras de conflicto

“Que no temamos, que no olvidemos a nuestros familiares desaparecidos, tenemos que luchar para seguir adelante y saber la verdad” Son las palabras que envía a las mujeres Colombianas Luz Marina Rodríguez, Líder de la Asociación de mujeres víctimas de desaparición forzada del Guaviare (Asovig). Ella es hija de madre indígena y padre afrodescendiente, ambos trabajadores del caucho amazónico, de los que heredó la tenacidad para luchar a diario por la memoria y la justicia social. 

Los hermanos y sobrinos de Luz Marina fueron víctimas de desaparición forzada en medio de la sombra del conflicto armado colombiano, pero la tristeza y la época sangrienta que se vivía en San José del Guaviare no la amedrentaron. “A mí me amenazaban por buscar a mis familiares, yo iba a la fiscalía a denunciar y no me creían, eso no era tan importante para ellos, por eso uno va perdiendo la estabilidad”, comenta con voz aguerrida. 

Luz Marina no se conformó con la falta de respuestas, y es así que en 2007 surge la Asociación de mujeres víctimas de desaparición forzada del Guaviare, en medio de la impunidad y de la negación del conflicto armado en el territorio. “Tenemos que asociarnos en grupo, en comunidad, porque a uno sólo las instituciones no le ponen mucho cuidado”, dice mientras esboza la historia de Asovig, esa juntanza de mujeres valientes del departamento que Luz Marina propició y que les permitió acompañarse en medio de la penumbra. 

Con el objetivo de tener presentes a sus seres queridos, y al ver la quietud y silencio de las instituciones crearon Memoria y Arte. Se trata de una iniciativa de la Asociación, en la que se ilustraron pinturas artísticas que recuerdan las cualidades y virtudes de las personas víctimas de desaparición forzada del departamento. También han sembrado árboles en San José del Guaviare en memoria de los ausentes.

La valentía de Luz Marina ha resonado en cada rincón del Guaviare e incluso a nivel internacional, recordando a todos que detrás de las estadísticas y los informes, hay vidas heridas que claman por reparación. Luz Marina ilumina el camino hacia la justicia, guiando a su comunidad hacia un horizonte de paz duradera.
 

Artículos Player