Por: Natalie Ramos Lamo
Esta historia nació en la Institución Educativa Las Puentes de Zapatoca, Santander. Allí los maestros decidieron usar la correspondencia como una alternativa para enviar guías prácticas a los estudiantes de las zonas más lejanas. Una motocicleta se desplaza por las montañas para entregar el material educativo, como se hacía en el siglo XIX.
Como en aquellos tiempos cuando la educación en casa se creó en medio de la guerra como un privilegio, en el campo de Zapatoca los maestros organizan semana a semana las guías y actividades de clase para enviarlas en paquetes sellados a 10 veredas de la zona durante la cuarentena.
El docente Oswaldo Serrano Ardila, líder de la singular iniciativa, explica que cada lunes recogen los trabajos realizados y entregan actividades de disciplinas básicas como matemáticas, español, inglés, ciencias naturales y sociales.
En 1900, la correspondencia fue una estrategia para permitir el acceso gradual de la educación a los colombianos. 120 años después, Serrano Ardila y 12 profesores más buscan reactivar un modelo educativo en desuso al “reemplazar una clase magistral por la experimentación personal, para construir un proceso que permita un aprendizaje relacionado a la vida real”, precisa el docente.
Desde el 16 de marzo, fecha en que el Gobierno Nacional decidió suspender las clases de los colegios públicos y privados del país por la emergencia sanitaria de coronavirus, el Ministerio de Educación propuso la educación virtual para darle continuidad al calendario escolar desde casa. Sin embargo, esta decisión limitaba las posibilidades para que los estudiantes rurales pudieran seguir aprendiendo.
Fue así como los maestros de este colegio, ubicado a 8 kilómetros del casco urbano del municipio levítico por tradición, decidieron replicar las primeras formas de educación del siglo XIX. Según el Banco de la República, en esta época la tasa de analfabetismo en adultos en Colombia era la más alta de América Latina, con un 66%.
El historiador Daniel Villanueva, especialista en educación, cultura y política, señala que la educación por correspondencia fue la forma cómo las élites se ilustraron durante la Guerra de los Mil Días. “En el período de silencio de 1885 a 1900, cuando el partido Conservador toma el poder, el envío secreto de cartas y escritos entre los integrantes del partido Liberal y Conservador fue lo que motivó a usar esta herramienta también para formar a los iletrados”, detalla.
Cuenta Villanueva que en aquel momento “cada ciudadano colombiano mayor de edad debía tener una tarjeta con un color que lo identificara a nivel político. Así, muchos de esos transportes de correspondencia que llegaban por la guerra fueron el medio por el que los liberales, con el uso de tarjetas azules, se lograban comunicar y resultaron los primeros artículos periodísticos”.
Ahora, maestros y estudiantes de las veredas en Zapatoca le dan vida a esta práctica antiquísima, que tiene tanto de curioso como de creativo. El aula de clase se recrea al aire libre entre los zaguanes de las casas campesinas, con un pocillo de agua de panela caliente por merienda y un variopinto natural de colores. Un verdadero paraíso para aprender, gracias al ingenio del profesor Oswaldo y sus 12 compañeros.
El docente Serrano Ardila asegura que la Institución de Las Puentes no se concentrara en evaluaciones periódicas, sino en la tutoría constante de nuevos conceptos que les ayuden a construir un autoconocimiento. “Las guías deben llevarlos a explorar otras cosas que les permitan entender lo dicho allí”, confirma.
Un estudio adelantado en 2017 por Economic Commission for Latin America and the Caribbean (Eclac) encontró que en Colombia solo el 10% de la población rural tenía acceso a internet. Desde entonces, el Ministerio de la Tecnologías de la Información y la Comunicación inició el Plan Nacional de Conectividad Rural, que buscaba habilitar al menos un lugar de acceso público con red en centros poblados con más de 100 habitantes.
Mientras la conectividad llega a estas zonas y la cuarentena tiene su fin, los 198 estudiantes de las veredas La Guayana, Montenegro, La Cacica y Las Puentes se educaran de la manera más osada que narra la historia: así como los más acaudalados del siglo antepasado recibieron sus primeras lecciones de religión y música. Después de todo, el confinamiento nacional fue una oportunidad para darle un poco de comodidad a quienes con mayor esfuerzo asisten a la escuela.