La historia de los censos y el autorreconocimiento
La historia de los censos y el autorreconocimiento
El último censo en Colombia es de 2018. Para ese momento éramos 44.164.417 habitantes en Colombia. La historia de los censos en nuestro país es fascinante. Se remonta a la Colonia y al interés de la corona española por contar personas y recursos. Luego, con la llegada de la república vino el deseo de entender a la nación y a su población; el conteo de habitantes era fundamental. Sin embargo, la desagregación era mínima; se daba más prioridad a conocer cuántos hombres había y cuáles sus condiciones (solteros, viudos, educados, etc), no se precisaban las circunstancias de las mujeres.
Eso fue cambiando a mediados del siglo XX, cuando surgió interés por el voto.
Contar a las personas según su origen étnico tampoco hizo parte de los enfoques, salvo cuando se abolió la esclavitud. Esto también tuvo un interés: hacer el cálculo de las indemnizaciones para los dueños de esclavos. En el presente, los censos son cada vez más precisos. Aun así, hay escollos determinados por el contexto sociopolítico y la operatividad para contar. Sin embargo, se ha dado un salto cualitativo importante: el autorreconocimiento. En el pasado, el origen de las personas era definido según quien contaba (el párroco, por ejemplo) hoy los colombianos podemos decir a cuál etnia pertenecemos, y cuál es nuestra identidad sexual.
Los censos son esenciales no solo para saber cuántos somos, sino para definir las políticas públicas. Hoy, gracias a los censos sabemos cómo vivimos y es posible definir qué necesitamos, por ejemplo, en cobertura educativa, en acceso a la salud, y muchos aspectos más. Detrás de los censos está la importancia de los derechos y la calidad de vida de quienes habitamos este territorio. Gracias al antropólogo y demógrafo Rafael Urrego podemos contar esta magnífica historia.