Por: Eduardo Otálora Marulanda
La historia de las escritoras en Colombia a inicios del siglo XIX tiene que ver mucho con la configuración de las nuevas élites criollas. En ese periodo quienes escribieron fueron, en su mayoría, hombres que subieron al poder luego de la gesta independentista. Pero también se tiene noticia de algunas mujeres escritoras, pertenecientes a estas élites, que recibieron educación, dominaron varios idiomas y conocieron el mundo. Estos privilegios excepcionales para la época los tenían por ser esposas o hijas de hombres poderosos. En ese momento las mujeres no eran reconocidas como sujetos con derechos y, por lo tanto, sus destinos estaban regidos por la cercanía, casi pertenencia, a un hombre.
Entre las autoras de este periodo está la impresionante Ana María Martínez de Nisser, quien nación en Sonsón (Antioquia) el 6 de diciembre de 1812 y falleció en Medellín el 18 de septiembre de 1972. De ella dijo el escritor Manuel Pombo, quien tuvo el privilegio de conocerla: “Fuera del idioma patrio que manejaba con cultura, traduce con facilidad del francés y del inglés, lee muchos libros selectos, y escribiría sobre algunos asuntos que tiene meditados, si la modesta desconfianza en sus fuerzas y el temor de extralimitar la esfera en que nuestra sociedad quiere encerrar a las mujeres, no la retrajese”.
Ana María Martínez se casó en 1831, a los 14 años, con Pedro Nisser, ingeniero de minas quien también negociaba con oro. La pareja se mudó a Medellín. Durante la Guerra de los Supremos, que es el primer conflicto interno luego de la independencia y que duró tres años (de 1839 a 1842), ella y su esposo apoyaron el gobierno constitucional. En 1841, cuando sucedió el combate de Salamina, don Pedro Nisser fue apresado y llevado a Rionegro, donde lo encarcelaron y maltrataron. Esta afrenta enardeció los ánimos de Ana María y la llevó a presentarse ante el mayor Braulio Henao para pedirle que le permitiera luchar en su ejército. Y así lo hizo. Se cuenta que se cortó su negra cabellera, vistió uniforme de soldado y batalló enardecidamente. Según el historiador José Manuel Restrepo "En esta brillante acción se distinguió la señora Ana María Martínez. Deseosa de vengar los agravios que las facciones habían hecho a su marido Pedro Nisser, a quien mantenían preso en Rionegro, marchó con las tropas desde Sonsón hasta Salamina, a cuya acción concurrió impávida con lanza en mano, animando a los combatientes con su palabra y ejemplo".
Su valor en las batallas es ampliamente reconocido, pero también vale la pena recordar lo que hizo cuando las tropas llegaron a Salamina. Buscó la ayuda de las señoras Raimunda Marulanda y Dolores Macías, con quienes elaboró municiones, que luego se usaron en el combate que les dio la victoria el día 4 de mayo de 1841.
De esta tremenda gesta se derivó la escritura de su Diario de los sucesos de la revolución en la provincia de Antioquia en los años de 1840 y 41, editado en Bogotá en 1843 y que es el primer diario largo publicado por una mujer colombiana en vida. Esto es un enorme acto de rebeldía y reconocimiento para una mujer de su época. Uno de los pasajes más intensos es en el que cuenta el momento de su partida:
“Ahora que serán las doce de la noche, he concluido mi blusa i me la he medido, i una de mis hermanas que creía hasta ahora que todo era chanza ha llorado mucho al verme cortar el pelo i porque en traje de hombre. Resta decir, que esta tarde ha llegado por la via de Aguadas el C. Diaz con ochenta hombres: no lo he visto porque ya era de noche; me aseguran que son iguales á los primeros, à saber todos reclutas; pero no importa han traido algunos fusiles i esto es lo que se necesita [sic]”.
En las páginas de este diario queda retratada, no sólo una época, sino la voluntad de una escritora que vio en las palabras el poder de volver inmortales su vida y reflexiones sobre la violencia de nuestro país.