Día Internacional de la Mujer Rural: un reto para reducir las desigualdades
La conmemoración de esta fecha tiene como objetivo reconocer el papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.
La mujer como generadora de vida ha estado presente en las trasformaciones del campo colombiano de la mano de sus padres, esposos, compañeros, hijos y amigos.
Según el censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y las proyecciones poblacionales con base en el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018, el 48,2% son mujeres, un aproximado de 5.851.880 personas”, un poco menos de la mitad de la población, donde las principales labores son domésticas y agropecuarias.
La mujer campesina enfrenta un mayor reto sobre desigualdad, pobreza, desconocimiento de sus derechos, educación y seguridad. Dentro de los principales retos para la mujer rural Luz Dary, del municipio de Uribe, Meta, destacó “el principal reto para la mujer campesina del Meta es poder tener acceso a la tierra y que nos sean titulados los predios a las mujeres campesinas, porque siempre la figura es el hombre”.
“Nosotras queremos ser dueñas de la tierra, tener capacitación en nuevas formas de producción, que la tierra sea mecanizada y también queremos tener educación para poder hacer nuevos emprendimientos y crear microempresas”, agregó Luz Dary López, campesina, esposa, madre y líder del sector de la Julia, Uribe, Meta.
Desde el Gobierno se han adelantado diferentes estrategias para erradicar las desigualdades y la pobreza de la mujer rural sin que a la feche hayan sido efectivas, en muchos sectores existe un total desconocimiento sobre violencia intrafamiliar, de género, acoso, prácticas que son normalizadas y que ponen en riesgo la vida de la mujer.
Las luchas de las mujeres están presentes en todo el territorio nacional, desde el departamento de Arauca las mujeres rurales del espacio de reincorporación de Filipinas, en Arauquita, construyeron en la vereda Laureles La casa de la mujer rural, espacio que servirá para brindar atención, capacitación y espacios de integración para las mujeres de los sectores aledaños y que permitan erradicar la barrera de desigualdad entre hombres y mujeres.
“Este salón cuenta con unos implementos de trabajo, de recreación y está adecuado para que pueda ser utilizado como refugio en caso de que una mujer o su familia presente una emergencia”, señaló María Fernanda Goyeneche, firmante de paz del espacio de reincorporación de Filipinas.
“Para darle más relevancia al espacio creamos un mural simbólico y recordatorio en el que se dejó plasmado el sentir, el pensamiento, el ser y la esencia de la mujer campesina de nuestro departamento” añadió Fernanda.
Por otra parte, la mujer en el campo colombiano está muy expuesta a las afectaciones que se genera por el conflicto armado en los territorios, así lo manifestó Sandra Milena García, campesina, ganadera y líder del sector de la Montañita, Caquetá.
“Somos mujeres resilientes ya que las mujeres rurales a menudo enfrentamos condiciones difíciles como la falta de acceso a servicios básicos, también el tema del orden público, el tema del conflicto, pero siempre tratamos de superar todos esos obstáculos y salir adelante, tenemos habilidad en el liderazgo comunitario y trabajamos por fortalecer el tejido social y sobre todo el empoderamiento. Las mujeres rurales del Caquetá trabajamos para mejorar el acceso a todo lo que son servicios básicos insatisfechos”, indicó.
La mujer campesina se siente orgullosa de su trabajo, ellas saben que representan el desarrollo de los campos colombianos, y lo expresan con frases como:
“Para mí ser mujer campesina lo es todo, significa tenacidad, emprendimiento, desarrollo, transformación, ser campesina es algo que en medio de la adversidad hemos ejercido sin un reconocimiento, pero que somos unas mujeres muy luchadoras perseverantes, constantes, constructoras; eso significa ser mujer campesina. Palabras de Luz Dary, de la Julia-Uribe Meta.
Lejos de los lujos, de las tecnologías son médicos, maestras, psicólogas, administradoras, cultivadoras, constructoras, han afrontado la vida sin acceso a salud, víctimas de las violencias basadas en género y nada las ha detenido, siguen cosechando y haciendo parir la tierra.
“A pesar de lo adverso somos el rostro de la Paz, somos el rostro del campo”.