Foto: Gloria Camargo – Comité de Cafeteros del Huila
Rafael Trujillo
“Antes yo era un jornalero, pero cuando la conocí a ella, todo cambió”. Con esta expresiva frase, Gilberto Franco López resume la que considera es la más importante parte de su vida de la mano de su esposa Elizabeth Narváez, luego de su arribo al departamento del Huila procedente de Antioquia, de donde llegó para dedicarse a las labores del campo.
Gilberto se dedicó, como él mismo afirma, a jornalear en las fincas de Tello, un pequeño municipio del norte del Huila cuya economía depende en gran medida del cultivo del café, realizaba los trabajos que le encargaran por un pago, que a duras penas le daba para sobrevivir.
Eso fue en 1993. Luego, conoció a Elizabeth. Y, con ella, el café.
“Pensé en conformar una familia, nos pusimos la camiseta y luchamos juntos”, relata Gilberto mientras abraza a su esposa en la misma casa que hoy es el epicentro de la finca de la propiedad del matrimonio.
El cultivo del grano y una guía técnica rigurosa aplicada al manejo de las plantaciones les permitieron aumentar sus ingresos y asegurar el bienestar de la familia.
“Sentimos”, afirma Gilberto, “que gracias al café hemos tenido una mejor calidad de vida, hemos podido con nuevas oportunidades, darles una mejor vida a los hijos: el estudio, la ropa, todas esas cositas que uno en otras áreas no las puede dar”.
Su esposa reafirma sus palabras: “Conocí a Gilberto y desde entonces hemos estado luchando para construir una familia y un futuro para nuestros hijos. La caficultura es como una empresa que se construye con la pareja y el entorno familiar. Es el trabajo de toda la familia”.
Y agrega: “Es un trabajo en equipo, donde cada miembro de la familia aporta su esfuerzo. La caficultura es una empresa que uno construye con la pareja, en un entorno familiar”.
Para el gremio cafetero de Huila, la historia de Gilberto y Elizabeth permite mostrar lo que representa el cultivo para más de 87 mil familias en 35 de los 37 municipios del departamento.
“Yo creo que mi café es único”, subraya Gilberto, “pero eso lo hace la labor y el empeño conmigo y mi familia. Sin compromiso, nunca se habría reconocido. Si yo quiero un café de calidad, eso se ve reflejado en el esfuerzo que le ponemos”.
Gilberto Franco es hoy, además, vicepresidente del Comité municipal de Cafeteros en Tello. “Me siento orgulloso cada vez que me pongo esa camiseta porque estoy representando a uno de los gremios más importantes del país”, destaca en medio de las plantaciones que permiten mostrar uno de los granos de más alta calidad en Colombia.