En esta oportunidad Naciones Unidas, para este 15 de octubre centró sus objetivos en que se puedan “conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres rurales”, porque “no solo es lo correcto, sino que es un ingrediente fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición”.
También destacó que “las mujeres rurales, que son una cuarta parte de la población mundial, trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático”.
Pero en este entendido, explica la ONU Mujeres que, “las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor”.
“Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento”, añadió.
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Jaime Rendón, director del observatorio de desarrollo rural de la Universidad de La Salle, destacó cifras que para él y para las autoridades agrarias y de políticas públicas en Colombia deben ser primordiales en materia de ejecución de políticas en favor de las mujeres campesinas.
“En la ruralidad colombiana, con cifras del DANE, se reconoce como campesina el 83.1% de la población. En las cabeceras (ciudades grandes e intermedias, se auto reconoce como campesina el 14.2% de la población, esto suma 9.6 millones de personas en la primera y 5.5 millones en la segunda para un total de 15.1 millones que se identifican como campesinos y campesinas” , explicó el profesor Rendón.
Y agregó, “esto quiere decir que las mujeres que se auto reconocen como campesinas en este país pueden estar por el orden de 7.5 millones. De esta manera, se estima que cerca de un tercio (el 28.9%) de las mujeres de este país son campesinas”.
¿En qué se ha avanzado?
Datos suministrados por el Ministerio de Agricultura, a través de la dirección de mujer rural del ministerio, señalaron que dentro de las estrategias para atender el grueso de la población de mujeres rurales en Colombia se llevó a cabo, la actualización de la ley 731 de 2002 que tiene como objetivo robustecer este instrumento legal para garantizar más y mejor acceso a derechos de las mujeres rurales:
“Mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales, priorizando las de bajos recursos y consagrar medidas específicas encaminadas a acelerar la equidad entre el hombre y la mujer rural”, destacó la entidad.
Asimismo, se está desarrollando la formulación de la política pública de mujer rural en la cual se están llevando a cabo en el país, mesas de trabajo en las que se recoge información para construir el articulado y así robustecer dicha normativa.
Finalmente, el Ministerio de Agricultura puso en marcha, con el apoyo del Banco Agrario de los Colombianos y Finagro, la línea de crédito para mujer rural. Esta línea según el gobierno pretende generar el financiamiento para inversiones en desarrollo productivo.
¿Qué dicen los expertos?
A través de la Universidad Javeriana, Laura Victoria Gómez, economista y magíster en Desarrollo Rural, ha planteado varias preguntas sobre la realidad de la mujer rural en Colombia, entre ellas, qué pasa con la economía del cuidado.
“El trabajo de cuidados es la base para la prosperidad de las familias, la salud y el bienestar de la mano de obra, y aunque estas labores no remuneradas que realizan las mujeres mayores de 15 años en todo el mundo ha sido invisibilizado, su importancia salta a la vista cuando según la Oxfam (confederación internacional conformada por organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países)”, señaló
“Se estima que su valor económico asciende a al menos 10,8 billones de dólares anuales, una cifra que triplica el tamaño de la industria mundial de la tecnología”, agregó.
También, al ser consultada en El Campo en la Radio, la señora Gómez, subrayó en la necesidad de “generar un cambio en las políticas públicas que mejoren las condiciones y materialice la remuneración de este trabajo, ya que “por un lado, están las actividades del cuidado no remuneradas, realizadas principalmente por mujeres y las que sí se remuneran cuentan con un menor reconocimiento social y económico”.
Entretanto, la premio Nobel de Economía de este año, Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard, la tercera mujer en recibir este galardón, “muestra como en tiempos neoliberales, las brechas que se habían reducido volvieron desde la década de 1980 a los mismos niveles de 1940”.
“Las mujeres, aún con mayor educación, han tenido que seguir soportando el cuidado de las familias, aspecto que las ha puesto en desventaja frente a los hombres que sí pueden realizar extensión de las jornadas o dedicarse a otras labores que cualifiquen sus condiciones laborales”, añadió.
Por su parte, profesor Rendón agregó que, “las labores del hogar, el cuidado de los y las otras, la preparación de alimentos, e incluso el abandono total al mercado de trabajo cuando hay personas que requieren una especial protección, han tenido en las mujeres su soporte fundamental, de hecho, estos trabajos se vuelven en aportes a la familia, en trabajos necesarios para la reproducción pero que no son remunerados”.
Y destacó: “se calcula que, si lo fueran, el aporte a la economía colombiana calculado para el año 2021 a través de Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (CSEC) fue del 39.1% del PIB: de acuerdo con el DANE en 2021, el valor de la producción del Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (Tdcnr) en Colombia fue de 462.295 miles de millones de pesos, a precios corrientes, cuando el PIB total fue de 1.119.586 miles de millones de pesos; solo sería superada por la industria manufacturera”.
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El director del Observatorio de Desarrollo Rural subrayó que “la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del DANE para el 2021 muestra cómo las mujeres rurales (centro poblados y rurales dispersos) participan del trabajo remunerado en un 29% y en el trabajo no remunerado en 93%, mientras que los hombres participan con el 63.6% y el 56.5% respectivamente. Las mujeres de las cabeceras lo hacen con el 30.2% y 89.6%”.
Con todo lo anterior, precisó que “las mujeres rurales le dedican en promedio 5:28 horas al día al trabajo remunerado y trabajan en actividades no remuneradas 8:33 horas. En las cabeceras las mujeres dedican 8:09 horas al trabajo remunerado y al no remunerado 7:31 horas”.
“Son las dobles jornadas en donde las mujeres campesinas llevan la peor parte al tener menos ingresos disponibles, sin que la situación de las mujeres urbanas sea menos complicada. Aunque haya algunas diferencias mínimas por regiones la situación no presenta una dispersión significativa frente al promedio nacional”, puntualizó.
La Encuesta de Calidad de Vida (2021), del DANE agregó que, “1.5 millones de hogares de las zonas rurales aún cocinan con leña, esto es aproximadamente 5.4 millones de personas, con el agravante que son las mujeres, por lo general, las que desempeñan el oficio de cocinar, por lo tanto son las que están expuestas a problemas respiratorios, aparte de los riesgos de incendio, problemas ambientales, material particulado en casa afectando a niñas y niños, pero también a hombres, entre otros riesgos posibles”.
A todo lo anterior, dice el profesor Rendón, se suma que “el analfabetismo de las niñas, jóvenes y mujeres rurales es del 10.4%, cuando en las ciudades es del 4.1%. Las mujeres se deben retirar de sus estudios por dedicarse al cuidado del hogar (23.7%), por falta de recursos (19.8%) o embarazo (9.6%), entre los factores de mayor relevancia”.
Conclusiones que deben ser llamados de reflexión
Para el experto académico, Jaime Rendón, “Estas luchas no pueden ser solo de las mujeres, también deben ser de los hombres, de las políticas públicas. Se trata de pedagogías que contemplen a todos los sectores de la sociedad, incluso a las mujeres mismas, a aquellas que no han podido comprender la magnitud de su propia situación. Una sociedad más igualitaria, de mayor equidad y justicia debe soportarse en la eliminación de cualquier forma socioeconómica y política que conduzca al sometimiento de las mujeres”.
La investigadora de la Universidad Javeriana y Laura Victoria Gómez, directora de Programa en Oxfam Colombia es Magíster en Desarrollo Rural de la Universidad Javeriana, recalcó que “es necesario establecer estrategias para disminuir las desigualdades en el cuidado para las mujeres rurales con una aproximación multidimensional y con la garantía de derechos que permita su participación real”.
Subrayó que “es importante la generación prioritaria de políticas públicas que, por un lado, pongan fin a la pobreza haciendo énfasis en la ruralidad, “pues, aunque la población rural representa el 31 % de la población colombiana, el número de personas en situación de pobreza extrema en zonas rurales es casi el mismo de los contextos urbanos”.
Finalmente, Naciones Unidas, afirmó que “las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Mundialmente, con pocas excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas”.
“Este Día Internacional de la mujer rural, no olvidemos sus demandas, apreciemos su labor en el suministro de alimentos y servicios en zonas menos desarrolladas y reivindiquemos unas zonas rurales en las que puedan contar con las mismas oportunidades que los hombres”, subrayó el organismo mundial.