Cuando pensamos en la palabra Gorgona pensamos en los relatos sobre un centro penitenciario férreo, un lugar lúgubre al cual eran remitidos los más peligrosos reos que pisaron tierras colombianas en las décadas del 50 al 80. Aunque en algún momento hemos escuchado que se trata de una isla, pocos piensan en ella como un lugar paradisíaco y mucho menos, en un lugar de alto atractivo para estudios científicos.
Este escrito no es uno más sobre la prisión, sino uno dedicado a la exploración de otros aspectos de una de las dos únicas islas colombianas en el océano Pacífico. Sí, solo son dos, Malpelo en el Valle del Cauca y Gorgona en Cauca.
Nuestro recorrido está enmarcado en la expedición Pacífico 1 Bocas de Sanquianga, liderada por la Comisión Colombiana Oceanográfica, una institución de carácter gubernamental que vela por el conocimiento y defensa científica de los mares que componen más del 50 % del territorio nacional. ¡Sí! Colombia es más agua que tierra.
El buque ARC Providencia, con 40 años de servicio al país y uno de los cuatro buques adscritos a la Armada Nacional, como lo relaciona el capitán de Fragata Alejandro Sanín Acevedo, comandante de este coloso de los mares que sirve de plataforma a esta expedición.
El capitán Sanín relata que este buque hace parte de una flota de cuatro embarcaciones “dedicadas a labores de estudios oceanográficos, estudios que, entre otras cosas, han permitido realizar la defensa del archipiélago de San Andrés y Providencia como territorio nacional”. Defensa que se ha realizado desde estudios científicos y sin requerir de disparo alguno.
“La característica de aislamiento de Gorgona permite que los procesos fenotípicos en las especies sean únicos”, afirma el herpetólogo Augusto Rafael Acosta, quien añade que la importancia que reviste Gorgona parte de la necesidad de verificar si los procesos en aislamiento han generado nuevos comportamientos y si las líneas genéticas presentes en el territorio permiten determinar una separación de las especies presentes en el continente.
Llegar a Gorgona es ingresar a un lugar resguardado por Parques Nacionales Naturales, en cuya entrada nos esperan enormes palmeras de cocos o pipas, como se les conoce en la región. Con una temperatura de 34 grados centígrados nos da la bienvenida Christian Díaz, líder del equipo de Parques Naturales.
“El Parque Nacional Natural Gorgona es un área donde todos los colombianos encontramos un espacio para el uso y la conservación del medio ambiente. En su interior encontramos dos islas que albergan gran cantidad de flora y fauna”, asegura Christina.
La distancia que poseen respecto al continente ha facilitado la conservación de especies endémicas como la Atractus Medusas, una de las 12 especies de serpientes presentes en estas islas.
El Parque Nacional Natural Gorgona fue inaugurado en 1984, una vez se clausuró el antiguo penal. Desde entonces, la selva ha ido recuperando los espacios que el hombre antes buscó ocupar. “El área del antiguo penal ha sufrido cambios a lo largo del tiempo, en la medida que la vegetación ha ido recuperando lo que por historia le pertenecía”, asegura Christían Diaz.
Pese a estar alejado del área continental, Gorgona mantiene relación con poblaciones cercanas. De la isla se benefician como zona de refugio comunidades afrodescendientes como la población de Bazán, cuyos habitantes se han dedicado principalmente a labores de pesca. Estos mismos reposan en Gorgona una vez culminan sus faenas fuera del área marina protegida.
“Para nosotros Gorgona no solo es una isla para descansar, también es nuestra brújula. Uno se ubica en las tardes de acuerdo a donde está ella y como muchos no poseemos GPS, esa es nuestra brújula”, relata Enrique Rivero, un pescador de 29 años, padre de tres niñas, nacido y criado en la comunidad de Bazán.
Como lo relacionamos hace un instante. Gorgona es más agua que tierra, por ello, si lo suyo son las emociones fuertes, esta isla permite la posibilidad de realizar inmersiones de buceo y nadar junto a tiburones. O si desea algo más tranquilo, usted puede simplemente caretear en sus costas.
De regreso a la superficie y como si se tratase de una cita diaria obligada a la misma hora, centenares de monos capuchinos en camino de regreso a sus árboles de refugio, invaden los espacios construidos en principio como habitaciones para los guardias del penal, hoy, reconvertidos en espacios para visitantes y personal del lugar.
“Gorgona es como un laboratorio viviente”, así lo define Alicia Palacios, una mujer oriunda de Guapi que se declara como enamorada de la isla y sus misterios. Palacios, relaciona que muchos estudiantes e investigadores visitan año a año el lugar con el fin de ahondar en múltiples investigaciones.
A la voz de Alicia hay que sumar a Diana Luz Orozco, quien está encargada de las líneas especiales de manejo, área responsable de la interacción con las comunidades cercanas. Orozco define el espacio de Gorgona como un espacio donde “hay ciencia y educación”, con el fin de llevar ese conocimiento a las poblaciones aledañas.
Hoy en día, este trozo de tierra de unos 26 kilómetros cuadrados no para de revelar secretos. A tal punto, que recientemente se han encontrado vestigios prehispánicos, muestra clara que falta por seguir explorando.
El Parque Nacional Natural Gorgona, es entonces, una experiencia diferente del denominado turismo ecológico conocido en el país y una alternativa de desconexión única para el día a día y el agite de las grandes urbes.
Estamos de regreso al Buque ARC Providencia, mañana será otro día y otra historia tendremos por contar.