Dicen que La Ceja del Tambo, ese municipio de bondadoso clima ubicado en el Altiplano del Oriente antioqueño, es el pueblo bicicletero por excelencia de Colombia.
No existen datos exactos, pero el rumor popular señala que, en cada una de sus casas, hay entre dos y tres bicicletas, pero ¿cómo surgió esta tradición?
Y es que pedales y ruedas no solo hacen parte, sino que determinan la cotidianidad de este pueblo antioqueño.
“Estamos invirtiendo la pirámide de la movilidad, buscando siempre que el ciclista y el peatón estén seguros, y que los vehículos pierdan el protagonismo en el casco urbano de nuestro municipio. Con la ciclo-infraestructura que hemos implementado, lo que buscamos es proteger a las personas que laboran y se desplazan diariamente en bicicleta”, afirma el secretario de Infraestructura de La Ceja, Luis Fernando Suárez.
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En un día ordinario de mitad de semana puede verse en cada calle, cada esquina, cada parque de La Ceja, a cientos de estudiantes, comerciantes y padres de familia desplazándose en sus ‘caballitos de acero’.
En la vía que conduce hacia Rionegro, por ejemplo, abundan trabajadores de cultivos de flores que pedalean con sonrisas de satisfacción hacia sus casas.
“En el Oriente, el ciclismo ha crecido debido a varios fenómenos, entre ellos la pospandemia, como deporte para la salud mental y física, y como una opción de movilidad rápida. Yo veo al Oriente como una región potencia en el transporte amigable. Con el apoyo de los municipios, promoviendo el uso de las bicicletas públicas, podremos formar una red vial de transporte de bicicletas”, añade Jorge Murillo, líder y fundador del grupo Clan Bikes MTB de Rionegro.
Para la muestra un botón. El sistema de bicicletas públicas de Rionegro, BiciRío, cuenta ya con 571. En este municipio, la Alcaldía, las empresas y los colegios, han implementado varias rutas para que sus públicos se movilicen en estos vehículos de dos ruedas. Sin embargo, en las vías, como tal, la realidad es quizás más precaria: la falta de cultura ciudadana es el mayor reto de los ciclistas.
“Hace falta más conciencia de los actores viales, porque muchos de los vehículos no están manteniendo los 1.5 metros de distancia que nos mantienen seguros en las vías. Y a los ciclistas y bici usuarios, les falta no cometer imprudencias, tales como pasarse un semáforo en rojo, ir en contra vía y no ser visibles, sobre todo en las noches”, agrega Murillo.
En cualquier vía del Oriente es común ver entrenando a ciclistas de élite de nuestro país; Rigoberto Urán y María Luisa Calle hacen parte de la lista. Y cómo no recordar el día en que el mismo Chris Froome se montó en su bicicleta para ir, en un recorrido de siete horas, desde Rionegro hasta Abejorral y, posteriormente, regresar.
Muchos atribuyen el creciente uso de la bicicleta en el Oriente antioqueño al buen estado de las vías. Quizás sea este un factor que haya ayudado al surgimiento de estrellas del ciclismo como Fernando Gaviria. Lo cierto es que, si hay alguna región del país en la que pueda implementarse un gran sistema de movilidad sostenible a partir de las dos ruedas, es en esta.