A menudo se reivindica la fuerza que la lengua española debería tener en la ciencia. Se recurre para ello a la impresionante cifra de hispanohablantes, que alcanza casi los 600 millones, según el Anuario del Instituto Cervantes. Sin embargo, para que una lengua sea fuerte en la ciencia no basta con que sea hablada por muchos millones de personas: ha de trabajarse a nivel científico, político y cultural, entre muchas instituciones y especialistas y, además, de forma sostenida en el tiempo.
Motivos para comunicar la ciencia en todos los idiomas posibles
Independientemente de que el inglés sea la lengua internacional de la ciencia, aquella con la que nos comunicamos los científicos de distintas partes del mundo y aquella con la que se publican los grandes resultados de la investigación internacional, la utilización del resto de idiomas en la comunicación científica es esencial, pues son el vehículo para hacer llegar la ciencia a la sociedad.
La Carta Europea de los Investigadores, la Iniciativa Helsinki sobre multilingüismo en la comunicación científica, la Recomendación UNESCO sobre Ciencia Abierta, el informe sobre multilingüismo de OPERAS, la Declaración del Foro Latinoamericano de Evaluación Científica, el Acuerdo de COARA para la reforma de la evaluación de la investigación o la Declaración de la V Reunión de ministras, ministros y altas autoridades de ciencia de los países iberoamericanos destacan el valor del multilingüismo en la ciencia. Y coinciden en subrayar que no hay jerarquía en las lenguas, además de reconocer que cada una de ellas tiene una misión en la comunicación de la ciencia.
Tal y como apunta esta última Declaración, en las lenguas distintas al inglés se produce la comunicación de investigaciones relevantes local, nacional y regionalmente. Además, se transfieren resultados de investigación a los entornos cercanos, creando impacto económico, social y cultural, se transmite conocimiento científico a profesionales y se crea cultura científica a través de la divulgación. También se produce un diálogo fluido entre académicos que comparten el o los mismos idiomas.
En el caso de la región iberoamericana, el español y el portugués son lenguas globales entre las que se da la intercompresión (nos entendemos mutuamente aunque no seamos hablantes de la otra lengua) y conviven en la comunicación científica. Así sucede también en España con la mayor parte de las lenguas cooficiales.
Ni jerarquías ni categorías
En demasiadas ocasiones ha pesado ese discurso dañino que relega la publicación científica en lenguas distintas al inglés a la segunda categoría, sin considerar la producción de extraordinaria calidad que se genera en nuestras lenguas. Y obviando, además, la propia construcción de conocimiento entre investigadores y el resto de actores que forma parte de los procesos de investigación, especialmente en Humanidades y Ciencias Sociales, las funciones de conexión ciencia-sociedad y el compromiso de los científicos en esa tarea.
Defender el multilingüismo en la ciencia es sinónimo de compromiso para acercar la ciencia al entorno más cercano, a quien la necesita, a quien la quiere o a quien le interesa o le podría interesar. Si nadie cumpliera con esta misión, la cultura científica no se incrementaría y la percepción social de la ciencia no mejoraría.
Por otro lado, el multilingüismo se defiende preservándolo, trabajando cuidadosa, sistemática y constantemente en cada lengua.
Coordinación para fortalecer las lenguas en la ciencia
Fortalecer una lengua en la ciencia es fruto de un engranaje complejo: no se produce espontáneamente. Implica trabajar desde muchos ámbitos y, a ser posible, de manera coordinada. Desde las instituciones, los medios de comunicación o la divulgación, pero también desde la investigación, la política a todos los niveles y la diplomacia científica, idealmente combinando varias, como muestran los siguientes ejemplos que trabajamos en ES CIENCIA (CSIC) en los que han de confluir ciencia y política.
Es necesario investigar sobre las editoriales que publican contenidos científicos en español y otras lenguas, analizando el entorno cambiante, la transformación digital, la transición o los modelos para el acceso abierto. Que los contenidos científicos producidos en un idioma estén en el entorno digital, sean visibles y recuperables es una cuestión crucial en la fortaleza de este idioma en la ciencia.
En el caso de los libros académicos, la transición hacia el acceso abierto apenas se está produciendo en el sector editorial comercial, responsable del 80 % de los libros de ciencia en España. Conocer esa situación permite diseñar políticas para afrontar la transición. Conocer las distintas formas de publicar ciencia permite diseñar modelos de evaluación de la actividad científica que reconozcan las diferentes formas de difusión de la ciencia, entre ellas aquellas que comunican localmente y en nuestras lenguas.
También la identificación de la bibliodiversidad permite valorar el trabajo que hacen nuestras editoriales por difundir la ciencia en nuestras lenguas. Sin ese conocimiento, la evaluación científica y el reconocimiento a la producción en nuestros idiomas queda mal fundada.
Hacer que las publicaciones, conjuntos de datos u otros resultados de investigación en nuestras lenguas sean “descubribles”, es decir, puedan saltar a la vista de un usuario que busca información, es otro pilar en el que trabajar a nivel científico y técnico. También lo es incrementar los corpus de literatura científica en español para que nutran las aplicaciones de inteligencia artificial generativa más diversas.
Si nuestros contenidos científicos no alimentan tales sistemas, los resultados que producen o el conocimiento que trasladan resulta incompleto y sesgado. El Informe del estado actual de los corpus en español y lenguas cooficiales señala que el 90 % de los corpus textuales que alimentan las IA están redactados en inglés.
Estudiar a fondo la terminología es esencial
La investigación en terminología es indispensable para que el uso de nuestras palabras en la ciencia prevenga del uso de barbarismos, pero también para mejorar la calidad de las traducciones tanto humanas como automáticas, la enseñanza del español de especialidades, la indización y organización de grandes volúmenes de documentos o la recuperación.
El trabajo terminológico en español se está realizando hoy gracias al tratamiento de grandes corpus y a la utilización de técnicas de procesamiento del lenguaje natural e inteligencia artificial, dentro del proyecto TeresIA. Hoy es una realidad gracias a la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial y al PERTE Nueva Economía de la Lengua. Pero han hecho falta 15 años de avatares hasta lograr el convencimiento de que era necesario un proyecto de terminología en español. País Vasco, Cataluña y Galicia han trabajado intensa y sistemáticamente en sus respectivas lenguas, no solo desde el punto de vista de las políticas públicas lingüísticas sino también apostando desde hace tiempo por proyectos terminológicos muy relevantes y ya consolidados.
Encuentro Internacional en México: una acción coordinada de política lingüística en ciencia
En el caso del español y el portugués, todos estos temas deben abordarse en el ámbito nacional pero también en el iberoamericano. De hecho, el impulso de estas lenguas en la ciencia forma parte de la agenda de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) por encomienda de la Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno.
Conscientes de la relevancia del trabajo intersectorial, la SEGIB junto con el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) de México han promovido un encuentro en Ciudad de México, en marzo de 2024, donde los distintos sistemas de información iberoamericanos, piedras angulares de la producción científica en nuestras lenguas, han trabajado para proponer acciones conjuntas en materia de evaluación científica, ciencia abierta y tecnologías del lenguaje a los representantes gubernamentales que prepararán la VI Reunión de Ministras, Ministros y Altas Autoridades de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En una región de tan destacada diversidad lingüística como la iberoamericana, no es posible trabajar sobre la dos lenguas globales sin mirar hacia el resto de lenguas y, por tanto, el punto de partida es siempre la defensa del multilingüismo en la ciencia. Con ello se quiere hacer hincapié en la importancia de visibilizar también las numerosas lenguas indígenas y cooficiales que se hablan en la región y que intervienen en la producción de conocimiento además de vehicular también la transferencia de información científica.
El encuentro ha representado una acción coordinada de política lingüística en ciencia, ámbito muy específico de trabajo que habría que cultivar también en cada país. De este modo, la fuerza de nuestras lenguas en la ciencia no estará al albur de esfuerzos dispersos –valiosísimos algunos de ellos– sino que será fruto de una apuesta decidida por la ciencia comprometida con la transferencia de conocimiento y la cultura científica.
Elea Giménez Toledo, Científica titular del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC), Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.