San José de Maruámake, en el resguardo Kogui, es uno de los centros escolares de mayor tradición en la Sierra Nevada de Santa Marta, que viene implementando la enseñanza en lengua materna.
Ubicado a cinco horas de Valledupar, más arriba del corregimiento Guatapurí, a 1.500 metros de altura en territorio Kogui, este colegio bilingüe existe hace 60 años, fundado por misioneras católicas que posteriormente fueron expulsadas por las autoridades koguis. Hoy está regido por el Ministerio de Educación y el municipio de Valledupar. El proceso de etnoeducación lleva 19 años y hoy busca su reconocimiento oficial como internado.
Actualmente, hay 110 estudiantes koguis desde los 3 años de edad en transición hasta el sexto grado, que fue implementado este año. Los niños permanecen en el colegio de lunes a viernes y el fin de semana regresan a sus familias dispersas en las serranías.
Hace unos años las aulas eran las kankuruas o chozas tradicionales, ahora son de material y techos rojos, construidas por el Departamento de Prosperidad Social (DPS) hace 5 años, sin embargo, están sin terminar; no tienen cocina, ni comedor, solo existen cuatro salones y dos dormitorios para niños, niñas y nueve profesores.
Dificultades y retos del proceso
El profesor Sergio Martínez Solís, de origen kankuamo, es el director del colegio hace 11 años, y asegura que son muchas las dificultades en la implementación de la Etnoeducación.
“La comunidad Kogui es la más sujeta a su cultura, y eso hace que no miren a la educación como algo que puede servir para su futuro, y quieren que todo proceso educativo o de salud se enfoque en la defensa de la cultura propia; eso hace que los conocimientos que se deben aplicar por grados no vayan acorde, los estándares curriculares están quedando por fuera”, explica.
El director considera que “además de estar en una zona de difícil acceso, debido a la poca cantidad de estudiantes (110 niños), el Gobierno Nacional no nos mira como una prioridad, siempre nos dejan de último”.
Para Martínez Solís, el principal reto es lograr que la comunidad Kogui empiece a liderar los procesos etnoeducativos, “comenzando por tener profesionales de la misma comunidad, que se apropien y expliquen a los Mamos, en su propia lengua, la importancia de la educación, porque hasta ahora los educadores son foráneos que no manejan su lengua”.
Reivindicando la enseñanza en lengua materna
Como antecedente cercano de este proceso se reconoce que el programa bilingüe en las escuelas de la Sierra Nevada “surgió como una política liderada por los propios indígenas para reivindicar las lenguas vernáculas. Primero, la enseñanza de la lengua materna en la escuela y después la alfabetización del niño en su lengua, fueron y siguen siendo reivindicaciones esenciales en el movimiento político-cultural que se inició en los años 70”. (María Trillos Amaya, Doctora en lingüística, en Boletín del Instituto Caro Y Cuervo - Bilingüismo Desigual en Las Escuelas De La Sierra Nevada de Santa Marta, 1996)
Indica la investigadora que “en lo que podría llamarse una fase de transición entre la sociedad impuesta por los colonizadores y la nueva sociedad en descolonización se dan coloquios de organización, de transferencia de poderes entre la curia de Valledupar y el Ministerio de Gobierno. Los acuerdos se dan en un plan de cooperación y de 'reglamentación', entre los dos sectores (los indígenas y el Estado)”.
Sin embargo, advierte Trillos, “en los dominios de la enseñanza y de la formación de maestros, las escuelas se rigen en una relación de desigualdad en favor del antiguo sistema: los programas, los exámenes y el reconocimiento de los cursos. Hasta ahora solo dos sectores están reivindicando la escuela con claros objetivos de la enseñanza en la lengua materna del niño. Estos centros son Chivilongüi y Maruámake”.
Etnoeducación ligada a la atención en salud
La licenciada Libia Esther Mendoza, quien laboró en el colegio durante siete años como tutora del programa ‘Todos a Aprender’ del Ministerio de Educación, indica que, según su experiencia, los principales retos por superar en la implementación de la Etnoeducación son: la escasa formación de los profesores tradicionales, la deficiente infraestructura física y materiales didácticos; la falta de energía eléctrica (solo funciona una planta un rato en las noches) y por obvias razones no hay comunicación por internet.
“El mayor de los retos es el cultural, porque hay poca conciencia entre las autoridades koguis en torno a la importancia de la educación, sobre todo para que envíen a las niñas al colegio”, afirma la profesora Mendoza.
También enfatiza que para fortalecer el proceso de Etnoeducación este debe estar ligado al mejoramiento de los programas de salud (nutrición, desparasitación y vacunación). “Hay muchos niños con bajo peso y mujeres embarazadas que requieren atención permanente”.